Fénix 11, 76-93

L a Declaración de los Derechos del Hombre por EDUARDO L. UGARTE Y UGARTE La mejor manera de apreciar la magnitud con que se difundió en nues- tro coctininte el conocimiento del movimiento revolucionario francés, y sobre todo, su documento fundamental -la Declaración de los Derechos del Hom- bre y del Ciudadano-, ha de ser siempre la correspondencia. En esta vez con la acotación de la cambiada entre dos personajes que constituyen para nuestra historia elementos progresistas y fomentadores de reforma -el Virrey Gil de Taboada y el Obispo de Arequipa Clláves de la Rosa- se destacará el carácter de prioridad para nuestro país en la recepción de tan importantes documentos. Asimismo, da lugar a una rectificación con respecto a lo que se ha ve- nido afirmando: que el prócer neogranadino Don Antonio Nariño, fué el pri- mero en América en difundir el texto de la Declaración de los Desechos del Hombre. Precisamente el Perú y su Virrey Gil de Taboada juntsmente con aquel glorioso grupo de los Amantes del País, y el Obispo de Arequipa, son quienes desde 1791, aunque en forma esotérica, difunden los acontecimientos franceses de 1789. El conocimiento en América del texto de lo. Declaración de los Dere- chos del Hombre ha permanecido dentro del mareo de la presunción, engo- rrosa por las dudas y dificultades que caracterizaron aquel período de nuestra historia. La actitud propiamente primigenia, no podemos encontrarla: sus huellas se pierden en el tráfico y comercio intercontinental y se esfuman ante el páso anónimo de la posta o del arriero. Pero si decimos "llegó una hojita misteriosa compuesta de diecisiete mandatos encuadrados POT alegóricas figu- ras, bajo las sugerentes palabras: Liberté, Egalité, Fraternité, y que muy pronto comenp7Pron a circular ejemplares por el continente, hsst-a que cl a60 úc 1794 el abogado Nariño se encargó de traducirlos y darlos a la imprenta, coincidiría- mos que llegaron en 1792 o tal vez antes. Y si mencionamos el hecho de que un mercader de Potosí, quien escribía a un amigo suyo de Buenos Aires, a fi- nes de 1790, diciéndole "agradezco en el alma las noticias de las revoluciones Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.11 1955

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