Fénix 10, 142-148

El Gran Mariscal D. Ramón Castilla II I I y su navegacion en e Guisse por M. C . ROMAN El no haber cumplido con su palabra el señor D. Enrique Carreño, de justificar su conducta como lo ofreció por el periódico "Comercio", al hacerse cargo de la comandancia del "Guisse"; las inculpaciones que en su nota fecha 12 de Setiembre que dirijió al Gobierno del general Pezet desde Guayaquil, hace al general Castilla, tan solo por obtener recompensas, y finalmente, los elogios y recomendaciones que se le han hecho manifestando los grandes ser- vicios y notables consideraciories que D. Enrique habia guardado al general, me obligan á publicar la navegacion del "Guisse" desde el Callao hasta Pana- má. El Perú juzgará si el s e ñ ~ rCarreño cumplió siquiera con los deberes de humanidad. El 20 de Febrero de 1865, á las diez de la noche fueron embarcados para pasar á bordo del "Guisse" la oficialidad de marina que debia reemplazar á los que comandaban dicho bergantin, los oficiales de guarnición y demas em- pleados cuyo conjunto debia formar la guardia del general. A las once de la noche fueron destituídos de sus respectivos cargos y suplantados por los nuevos personajes, el comandante La Rosa y demas oficiales; con excepción del D. Antonio Guerra y guardias marinas señores Carrillo y Jimeno, que continuaron en la dotación del buque. El primero de estos caballeros, sin duda por ser hermano político del señor Haza y los segundos por su minima graduación. El cuadro marino y sus colocaciones, ha sido ya espuesto por el Dr. Leon, y solo agregaré los nombres de los capitanes de la guarnicion, que el público debe conocer pero que no es demas.- D. Francisco Figuerola como coman- dante, D. Marcelino Cavero y D. Adolfo Ureta sus subordinados. El número de la guarnicion ascendia á 26 ó 28 hombres, con sus respec- tivos sargentos, todas del batallon Depósito: hubo tambien un cambio parcial en la tripulacion, á fin de que la heterogeneidad del personal se prestara á cumplir mas fácilmente su misjon. A las cuatro de la mañana fué conducido á bordo el Mariscal, custodiado por algunos hombres del órderl quienes olvidando las consideraciones debidas á la desgracia, le dirijieron algunas frases descorteses y dignas solo de corazo- nes incultos: á las cinco fuimos remolcados por el "Chalaco" por mas de cuatro Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.10, 1954

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