Fénix 8, 705-709

Testimonios HOMENAJE A JOSE TORIBIO MEDINA ': El mundo de los eruditos acaba de celebrar el medio siglo de labor del infatigable y fecundo trabajador intelectual, gloria de nuestra América: José Toribio Medina. Hace cincuenta años, Medina publicaba su primer escrito. Esa uria apreciación crí- tica de "María", la inmortal novel2 de Jorge Isaacs. En esa primicia rebosaba el encanto de una juventud que los años debían acrecentar. Porque el septuagenario dc hoy es uno de esos grandes románticos que ha hecho y coritiriúa haciendo cosas gigailtescas. rayanas en lo imposible. La historia y la bibliografía americanas, deben todo a Medina. Allí donde la li- mitación ocasional no le ha permitido sentar coiiclusiones definitivas, ha trazado la pauta y ha arrastrado a otros investigadores a cnmpletar!as. Uno se abisma al coiltemplai aque- llos pulcros y gruesos volúmenes que abarcan la intensa producción de una vida entregada a la investigación. Sólo una honda vocación intelectual pudo impulsar al hombre que felizmente tuvo los recursos grandes -y el auxilio de los gobiernos de su país- que suponen traslación a los lugares donde se encontraban las fuentes de sus investigaciones, la busca de los archivos, el trabajo de los copistas, vigilancia de las impresiones, y goi sobre todo, esa voluntad realizadora de e~soñacionesy alihelos, que sólo la muerte puede interrumpir. iOh virtud suprema de perseverar en el esfuerzo! "Loemos al trabajo y la constan- cia en él", nos acaba de decir esto maestro de energía. "La leyenda bíblica quiere que el irabajo se hubiera impuesto al hombre como una pena; pero, si fu& castigo, yo diría que procedió de un padre cariñoso que, en medio de ella y como par2 mitigarla, hasta ha- cerla olvidar, puso como finalidad las dulzuras de la propia satisfacción al cumplirla". En estos países de superficialidad y diietantismo, donde la raza muere por falta de continuidad en la acción, la obra de un Medina es doblemente meritoria. Los estudios serios, las investigaciones científicas, los trabajos que quedan, pasan desapercibidos, si no combatidos por quienes pueden percibir su valor. Nadie sabe aquilatar, fuera de uiios pocos y raros estudiosos y entusiastas, la labor iilrnensa, enorme, que representa la conse- cución del menor dato, donde todo está por organizar y hacer. Para el Perú la obra dz Medina tiene singular importancia, porque considerzble parte de ella pertenece a nuestra literatura, a nuestra historia y a nuestra bibliografía. Nuestros eruditos lo saben bien, pero de nadie ha partido aquí todavía la idea de rendir un homenaje nacional al sabio. Que su nacionalidad sea chilena, no puede ser un obs- táculo, porque su ciencia es americana, o, en todo caso, carece de patria. Favorece la idea de un especial homenaje del Perú intelectual, no sólo, como he- mos dicho, el contenido peruano de gran parte de su obra sino el recuerdo de la juventud de MedPna. Ei sabio verificó en Lima (1874-76) sus iniciaciones de investigador. Aquí (::').-Trascrito ds Boletín Bibliogrúfico: Vol. 1, N" 4; Lima, 1924. Allí aparece con la biblia- qrafía de José Toribio Xleclina, preparada por Víctor Chiappa y puesta al día por Pedro S. Zulen. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.8, 1952

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