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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y 

Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ricardo Palma 

y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú 

(2 nov. 1883 - 28 julio 1884)

1

.

«Give me the government shelves where to place books and Deo 

Volente I will give the country Library». Ricardo Palma and 

the reconstruction of the National Library of Peru 

(Nov 2, 1883 – Jul 28, 1884)

Jorge Huamán Machaca, 

Biblioteca Nacional del Perú

Lima, Perú

Contacto: jorge.huaman@bnp.gob.pe 

https://orcid.org/0000-0001-6008-8460

Resumen

Este estudio aborda el tema de la reconstrucción de los fondos bibliográficos 

de la Biblioteca Nacional del Perú, entre noviembre de 1883 y julio de 1884, 

a consecuencia del expolio patrimonial sufrido durante la guerra con Chile, 

explorando los acontecimientos y circunstancias que fomentaron su recons-

trucción. Analizaremos la labor de Ricardo Palma y explicaremos el papel de 

las autoridades de turno, la sociedad de la época y el mercado local de libros 

en dicho contexto, para lograr la reconstitución de sus fondos bibliográficos 

hasta la reapertura de la institución en julio de 1884, llenando de esta manera 

un vacío historiográfico que ha caracterizado a la historia institucional de la 

Biblioteca Nacional del Perú.

Palabras clave: Biblioteca Nacional del Perú - Patrimonio cultural - Expolio - Re-

construcción nacional - Ricardo Palma 

Abstract

This study approaches the subject of the reconstruction of the bibliographic 

collections of the National Library of Peru, between November 1883 and July 

1884, as a consequence of the patrimonial despoilment suffered during the war 

1   El presente estudio tiene como base la investigación realizada sobre la vida del historiador y 

bibliógrafo Carlos A. Romero (2005-2006) y la ponencia titulada “El expolio de la Biblioteca 

Nacional del Perú (1883) y la Colección de Libros devueltos por Chile”, presentada en el 

XXV Coloquio de Lima en su historia (16 de febrero del 2018). 

ISSN-e: 2709-5649  pp. 44-74

Recibido: 2022-07-25/ Revisado: 2022-09-23 / Aceptado: 2022-10-25 / Publicado: 2022-12-06


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

against Chile, exploring the events and circumstances that fostered its recons-

truction. We will analyze the work of Ricardo Palma and we will explain the 

role of the authorities, on duty the society of the time and the local book mar-

ket in this context, in order to achieve the reconstitution of its bibliographic 

collections until the reopening of the institution in July 1884, thus filling a 

historiographic gap that has characterized the institutional history of the Na-

tional Library of Peru.

Keywords: National Library of Peru - Cultural heritage - Despoilment - National 

Reconstruction - Ricardo Palma

I. Introducción
La existencia de la Biblioteca Nacional del Perú constituye un capítulo impor-

tante dentro del desarrollo cultural peruano y su historia ha sido un tópico co-

mún dentro de nuestra historiografía e imaginario colectivo, pero no siempre 

basados en el riguroso análisis de las fuentes que la testimonian. Ejemplo de lo 

anteriormente afirmado pueden ser el conocimiento sobre las colecciones que 

la conformaron primigeniamente en 1821, el expolio de sus bienes en 1881 o 

los factores que desencadenaron su destrucción en 1943. 

En el presente estudio centraremos nuestra atención en los sucesos de la 

reconstrucción de la Biblioteca Nacional, específicamente en aquellos que se 

dieron desde el nombramiento de Ricardo Palma como director de la insti-

tución, el 2 de noviembre de 1883, hasta que la entregara ya reconstituida, el 

28 de julio de 1884, sin descuidar ciertamente los factores que originarían los 

acontecimientos analizados.  De esta manera, nuestro estudio busca profundi-

zar aquella historia del “bibliotecario mendigo” que lograra reunir 28 mil volú-

menes para la desposeída institución, con un mayor análisis de los sucesos que 

permitieron su resurgimiento en un periodo de ocho meses. Para ello, se deta-

llará cual fue el papel de Ricardo Palma, las autoridades de turno y la sociedad 

de la época en pro de su reconstrucción y reapertura. De esta manera buscamos 

complementar a dos trabajos de historia institucional editados recientemente 

que, dada la amplitud misma de sus propuestas, no le permitiera a sus autores 

entrar en detalles como los que ahora abordaremos en este estudio

2

.

Estas preguntas serán respondidas analizando la documentación oficial que 

generara la Biblioteca Nacional del Perú desde el inicio de su reconstrucción, la 

correspondencia de Ricardo Palma y la consulta de informes periodísticos de la 

época. En ese sentido, planteamos que la labor de reconstitución de los fondos 

bibliográficos de la Biblioteca Nacional del Perú estuvo orientada a obtener 

2  Me refiero a las obras aparecidas el año 2021, con ocasión de las celebraciones bicentenarias 

de la Institución, a saber: Imaginario y memoria y La Biblioteca Nacional del Perú. 200 años 

de historia, esta última de autoría del entrañable amigo Marcos Garfias Dávila.


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nuevos materiales para la alicaída institución, tan igual como a la recuperación 

de aquellos remanentes de sus fondos originales, al menos el de aquellos que 

habían quedado dispersos en el mercado local desde 1881. 

Para este estudio partimos del concepto de patrimonio cultural en el sen-

tido ya desarrollado por Llull Peñalba, quien conceptúa a este como “el 

conjunto de manifestaciones u objetos nacidos de la producción humana, 

que una sociedad ha recibido como herencia histórica, y que constituyen 

elementos significativos de su identidad como pueblo” (2005: 181). En esa 

línea de pensamiento, los materiales bibliográfico documentales que res-

guardaba la Biblioteca Nacional del Perú al momento de su extrañamiento 

constituían la herencia de muchas generaciones que en ese momento se 

veía irremediablemente perdida como nefasta consecuencia de la guerra 

perdida.

Teniendo en cuenta que la sustracción de bienes culturales ha sido co-

mún a la historia humana pero potenciado en los contextos de caos y fal-

ta de regulación jurídica que generan las guerras, planteamos sustituir el 

término saqueo por aquel otro de “expolio” para explicar los sucesos que 

afectaron a la Biblioteca Nacional del Perú durante la guerra con Chile; 

ello sustentado en la definición que recogemos de la RAE de “Despojar 

algo o a alguien con violencia o iniquidad”; en nuestro caso, teniendo en 

cuenta además la idea desarrollada por Carmen Terreros, consideramos 

que dicho término es aplicable a la afectación del patrimonio cultural y en 

su acepción de iniquidad o injusticia, la cual partiera de la ilicitud de las 

acciones premeditadas que provocaron dicho acto (2014: 85) y no como 

un acto circunstancial y de desorden que suele caracterizar a los saqueos 

o al latrocinio común, presente también en estos contextos. Sin embargo, 

cabe acotar que aunque esta definición aborda la forma en como salieron 

los materiales de la institución, el resultado fue el mismo: el injustificable 

despojo perpetrado de lo que había sido la primera institución cultural del 

Perú independiente.

1.1. Un balance necesario
Dos puntos cruciales que uno debe comprender al abordar el tema de la 

reconstrucción de la Biblioteca Nacional tras la guerra con Chile son: 1.- 

Siempre ha sido abordado tangencialmente y asociándolo a la actividad 

de su primer reconstructor, el tradicionista Ricardo Palma; y 2.- El tema 

siempre ha sido estudiado partiendo del testimonio que este dejara de su 

paso por la institución, sea a través de su correspondencia personal, los do-

cumentos oficiales y las memorias institucionales que fuera presentando en 

los 28 años que duró su gestión institucional, además del opúsculo titulado 

Apuntes para la historia de la Biblioteca de Lima, publicado tras su salida de la 

institución en 1912. 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

Dicho ello, habría que recordar que aunque la muerte del tradicionista, en 

octubre de 1919, generó un primer conjunto de trabajos sobre su persona, estos 

se centraron en su aporte intelectual

3

, hecho por el cual consideramos que los 

primeros en abordar la faceta  de Palma como reorganizador de la Biblioteca Na-

cional del Perú fueron aquellos que participaron en la conmemoración del cente-

nario de su nacimiento, en 1933. En ese grupo tenemos a Jorge Guillermo Leguía 

quien abordaría el tema en los discursos de homenaje publicados ese año y con 

la aparición de la obra Ricardo Palma (1933), publicada por su hija Angélica y 

ocurriendo que ella se convertiría en su primera biógrafa y a la que todos han se-

guido en lo sucesivo respecto a los distintos aspectos de la vida del tradicionista.

Posteriormente, el tratamiento del tema siempre seguiría el sendero trazado 

por Palma; notamos ello en el estudio preliminar de Porras Barrenechea al Epis-

tolario de Ricardo Palma, pero tomando como sendero el testimonio del tradi-

cionista vertido en su correspondencia sin haber aclarado el tema (1949: xxi) y 

durante la conmemoración del sesquicentenario de la fundación de la Biblioteca 

(1971) cuando volvería a tratar el tema de la reconstrucción, aunque de manera 

repetitiva, pero siempre tomando como punto de partida el testimonio de Pal-

ma

4

Modernamente, el tema de la reconstitución de los fondos de la biblioteca ha 

sido abordado de forma tangencial por Guibovich (2009) y Carcelén & Maldo-

nado (2014) al tratar el tema de la sustracción de libros y otros bienes culturales 

en el contexto de la guerra  con Chile; de forma alterna también ha existido 

en estos tiempos un interés más cercano al tema pero tomando como punto de 

partida a Palma como personaje (Chiri Jaime, 2016; Varillas Montenegro, 2018; 

y Pantigoso Pecero, 2018) o tratando sobre la recuperación de algunos materiales 

(Cordero, 1987) pero siempre recurriendo a lo ya asentado por la tradición his-

toriográfica. 

Al final de todo, cabe reafirmar que todos estos estudios, al tratar sobre el 

papel de Ricardo Palma al frente de la Biblioteca Nacional, siempre termina-

ron destacando la discursiva figura del “bibliotecario mendigo” que solicitara 

libros para la desvencijada biblioteca pero no considerando que la labor pal-

3 Dichas contribuciones aparecieron en el homenaje realizado en el Mercurio Peruano N°16 (no-

viembre de 1919). En ella destacan los trabajos de Luis Fernán Cisneros, Raúl Porras Barre-

nechea, Manuel Beltroy, Jorge Guillermo Leguía, Luis Alberto Sánchez y otros, así como el 

argentino Antonio Sagarna.  

4  Prueba de ello constituyen los trabajos al respecto aparecidos en la edición conmemorativa 

de la revista Fénix, órgano de difusión de la Biblioteca Nacional del Perú. Debe destacarse en 

ese punto el trabajo de Lucila Valderrama quien en su “Cronología esquemática de la Biblio-

teca Nacional” al abordar el tema solo indica la devolución de 200 manuscritos obtenidos 

por Palma del presidente chileno Santa María para luego dar mayor énfasis a los donativos 

nacionales y extranjeros que darían pie al resurgimiento institucional (1971: 10). De igual for-

ma, al tratar Lohmann Villena sobre el periodo que nos interesa indicaría que tomaba como 

base el testimonio de Palma (1971: 82). 


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miana también consideró la recuperación de sus fondos originales, tema éste 

último de gran interés si tomamos en cuenta que no fueron pocos los libros que 

recuperara la Biblioteca Nacional del Perú  de su primera etapa institucional.

En línea contraria a lo anteriormente expuesto, es de destacar el interés de 

César Miró, Gerardo Trillo y Marcos Garfias Dávila. El primero, aunque in-

serto en un trabajo biográfico sobre el tradicionista, por haber puesto de ma-

nifiesto la utilidad de las marcas de propiedad institucionales establecidas en 

1836 para la campaña de recuperación de libros por Palma en poder de par-

ticulares (1953: 131); en el caso de Trillo, por haber sintetizado en su estudio 

informes institucionales sobre las gestiones realizadas en los últimos años para 

la devolución de libros por parte del gobierno chileno en los años 2007 y 2017; 

y Garfias por evidenciar los esfuerzos del gobierno de Iglesias por recuperar 

libros y papeles de la BNP apenas iniciada la reconstrucción, aunque sin entrar 

en detalles por la generalidad del trabajo (2021: 55).

II. La guerra y la reconstrucción de la biblioteca nacional del perú
2.1. La Biblioteca de la preguerra 
La Biblioteca Nacional del Perú encuentra su partida de nacimiento en el de-

creto protectoral que emitiera el general José de San Martín el 28 de agosto de 

1821. Aquí es preciso indicar que aunque su creación fue pensada en el gran 

servicio que instituciones como esta podían prestar en defensa de la libertad

5

lo cierto es que habiéndose gestado dentro de la influencia romántica europea 

que inspirara a sus creadores, pronto se cimentó aquella conciencia naciona-

lista que insuflaba el ánimo para resguardar todo aquello que concentrara la 

memoria histórico documental de los peruanos o, como bien ha descrito Llull 

para el caso europeo, para la cimentación y/o reafirmación de una cultural 

nacional (2005: 190).

La Biblioteca Nacional del Perú tuvo un auspicioso inicio, con el otorga-

miento de 3 salones que ocupara el denominado Colegio de la Libertad

6

, den-

tro del conjunto monumental que antes hubiera pertenecido al colegio jesuita 

de San Pablo. Fue inaugurada el 17 de septiembre de 1822 con 11256 volúme-

nes, ello gracias a la colección heredada de la librería del Colegio Máximo de 

San Pablo y otros donativos, entre los que cabe destacar los aproximadamente 

600 volúmenes que en conjunto entregaran el propio San Martín y sus minis-

tros Bernardo Monteagudo y Juan García del Río.

La colección más grande e importante recibida en su primera etapa institu-

cional fue la del abogado y visitador institucional Miguel Gaspar de la Fuente 

5  “Estreno de la Biblioteca Nacional” (pp.2-3). En: Gaceta del Gobierno N°25. Lima, miércoles 18 

de septiembre de 1822.

6  Este nombre le fue otorgado a la Biblioteca Nacional del Perú por el gobierno protectoral de 

San Martín, en reemplazo del anterior de “Colegio de Caciques”. 


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y Pacheco y que llegara tras su fallecimiento en 1840, según lo había ofrecido 

por disposición testamentaria realizada en sus últimos meses de vida (Garfias, 

2021: 42).

7

  

Cabe indicar que la biblioteca se mantuvo en su emplazamiento original 

hasta el año 1858 en que, bajo la gestión de Francisco de Paula Gonzales Vigil, 

se pudo obtener la aprobación gubernamental para ampliar el espacio insti-

tucional con algunos ambientes del antiguo convento de San Pedro. Fue gra-

cias a esta ampliación que la Biblioteca pudo contar con espacio para recibir 

nuevas colecciones, como fue el caso de los libros del exdirector Juan Coello 

y nuevas donaciones, como las realizadas en 1859 y 1863 por Joaquín Paredes 

(1141 vols.) y Manuel Pérez de Tudela (2134 vols.), respectivamente.

A pesar de las mejoras, es de reconocer que la Biblioteca Nacional nunca lle-

gó a contar con un catálogo completo de los libros que había llegado a acopiar 

en esta primera etapa institucional (Middendorf, 1893: I, 317). Aquí habría que 

indicar, sin embargo, que, según testimonio de Palma, era conocido el hecho de 

que al iniciar la guerra la Biblioteca contaba con 56127 volúmenes, aparte de 

los contenidos en el depósito de duplicados. 

Colecciones llegadas a la Biblioteca Nacional del Perú en su primera etapa institucional 

(1821-1881)

2.2. Lima tomada: Ocupación y expolio de la Biblioteca Nacional del Perú
Desarrollada la campaña de Lima y producida la derrota de la reserva peruana 

en los campos de San Juan (13 enero) y Miraflores (15 enero), las tropas inva-

soras ocuparon la capital el 17 de enero de 1881. 

7  Instalada en un espacio especialmente acondicionado para contenerla y compuesta por un 

total de 7792 volúmenes, dicha colección pronto pasaría a ser conocida figuradamente como 

la “colección de los cuatro sietes”.


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Mariano Felipe Paz-Soldán, ha comentado que la Lima campestre de aquel 

contexto hubiera podido proveer espacios adecuados para acuartelar a los 20 

mil hombres del ejército invasor en los espacios urbanos y rurales de la capital, 

sin embargo, las autoridades de la ocupación optaron por utilizar como cuarte-

les los principales edificios públicos y culturales de la ciudad. Así, locales como 

el de las cámaras de diputados y senadores, el claustro carolino que albergaba 

a la Universidad de San Marcos, las escuelas de Ingenieros, San Fernando y la 

de Artes y Oficios, entre otros, pasaron a ser ocupados y sus bienes materiales 

a ser retirados. Sobre este hecho, reafirmado además por la prensa de la época

8

este escritor recordaría como:

No pasaron tres días de la ocupación, y ya se veían en las puertas de los nue-
vos cuarteles carretas cargadas de lujosos muebles, libros, instrumentos y 
otros artículos de gran valor, acomodados en cajones, formados con tablas 
de los estantes destrozados con este objeto. Lo que se consideró de menor 
valor o estimación, se vendió por mercaderes ambulantes a vil precio; los 
sobrantes se remitieron al Gobierno de Chile (Paz-Soldán, 1884: 700).

En el caso de la Biblioteca Nacional del Perú, la intervención del ejército 

de ocupación inició el 26 de febrero de 1881, cuando se solicitara al director, 

Manuel de Odriozola, la entrega de las llaves del local y dando inicio al desva-

lijamiento de los bienes de la Biblioteca por orden llegada desde Santiago de 

Chile. Todo ello quedaría consignado en la carta en la que el director enviara 

a Mr. Isaac Christiancy, Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en el 

Perú, explicando los sucesos ya referidos

9

.

8  La Opinión Nacional N°3127 (21 de febrero de 1884). Crónica. La ocupación militar la Escuela 

de Medicina, pp.2.

9  Biblioteca Nacional del Perú. Colección Nicolás de Piérola. Carta de Manuel de Odriozola a 

Mr. Isaac Christiancy. Lima, 10 de marzo de 1881. (Código 5000000830)


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Visto el anterior testimonio de Paz-Soldán, podemos afirmar que lo ocurrido 

en la Biblioteca Nacional fue una muestra de la política de ocupación desplegada 

por las fuerzas invasoras. El primer contacto del invasor con la Biblioteca se dio 

a los días de iniciada la ocupación, cuando el espacio que ocupaba fue asignado 

como cuadra para el batallón de infantería Curicó (Carcelén & Maldonado, 

2014: 143). Aquí habría que indicar que dentro de los fondos documentales de 

la Biblioteca existe un antiguo expediente, el cual, debiendo estar al alcance de 

un soldado anónimo de la ocupación, este dejaría escrito para la posteridad en 

uno de sus folios en blanco, hoy marcado por el fuego: “Onoravle batallón Cu-

ricó”. Así, la sobrevivencia de dicho documento ha permitido la pervivencia de 

aquel mudo testimonio sobre los dos momentos más tristes de la historia cultural 

peruana: el expolio de sus bienes culturales durante la guerra con Chile y la des-

trucción de sus fondos bibliográfico documentales durante el incendio de 1943.

10

  

Ernst Middendorf, ciudadano alemán y residente en Lima durante aquel con-

texto, comentaría cómo este acto condenable «se realizó por mandato superior, 

y realmente con el orden y meticulosidad propios de la administración chile-

na»(Middendorf, 1973: I, 319), para luego acotar que «aunque los chilenos, por 

regla general, carecían de escrúpulos en sus saqueos, el despojo de la Biblioteca se 

efectuó secretamente» (loc. cit.). Aquí habría que complementar indicando que 

el desconcierto del viajero alemán ante la actitud del ejército chileno obedece al 

hecho de que lo sucedido en la Biblioteca Nacional del Perú constituía en reali-

dad un planificado expolio, según la significancia ya referida por Terreros (2014: 

85), y muy alejado por cierto de la rapiña que caracterizara a los actos de saqueo 

que a la par pudieron darse en otros eventos de esta naturaleza.

Por las investigaciones que realizaba, Middendorf fue asiduo visitante de la 

Biblioteca antes de la ocupación y, siendo testigo excepcional del expolio de sus 

fondos reflexionaría, indicando que fue la Biblioteca uno de los lugares que más 

codicia despertó entre los invasores. Al respecto, años después recordaría cómo 

durante la ocupación, habiendo obtenido un permiso especial de las autoridades 

de ocupación para continuar sus visitas a la Biblioteca, le fue prohibido el ingre-

so para luego confesar cómo tras algunos intentos,

La causa de la negativa se le reveló en su tercer intento. A ambos lados de 
la entrada principal se encontraban muchos cientos de cajas de madera 
vacíos destinados para transportar en ellos los libros. Cuando el autor 
pasó por allí casualmente algunas semanas después, vio la puerta abierta 
e ingresó sin que los soldados apostados se lo impidiesen. Fue un triste 
espectáculo. Las salas tan bien arregladas antes, parecía que hubiesen al-

10 Biblioteca Nacional del Perú. Colección General de Manuscritos: Expediente relativo a las re-

paraciones practicadas en el local de la Biblioteca Nacional. Lima, noviembre de 1858. (Código D 

2389)


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bergado a criaturas de las divinas Euménides. Los armarios y los estantes 
estaban vacíos y dondequiera, desparramados por el suelo, se veían mon-
tones de libros medio destrozados. Los soldados los vendían a los pulpe-
ros, y estos durante semanas envolvían los paquetes en hojas arrancadas 
de los infolios de los Padres de la Iglesia. (loc cit.)

Por otro lado, un hecho poco conocido es que el espacio de la Biblioteca 

Nacional fue utilizado también como centro de detención. Este punto de la his-

toria institucional sería referido décadas después por Clemente Palma, quien 

recordaría la visita que, cuando niño, realizara junto a Cristina Román para 

ver a don Ricardo, quien cautivo se hallaba en el segundo piso de la biblioteca 

pues las autoridades de ocupación se enteraron de que había sido este el autor 

de la carta que Odriozola dirigiera a Mr. Christiancy en protesta al despojo que 

sufría la institución. (Palma, 1933: 211).

Cifras del expolio de la Biblioteca Nacional del Perú (octubre 1883)

2.3. La reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú
Existe poca información respecto al movimiento comercial de libros surgido a 

raíz del desvalijamiento de la Biblioteca Nacional del Perú durante la ocupa-

ción de Lima por el ejército invasor entre 1881 y octubre de 1883, sin embargo, 

un primer alcance sobre dicha situación surge tras la salida del ejército invasor, 

de la capital, en la última semana de octubre de 1883, que es cuando la prensa 

limeña reinició sus funciones. 

Deo volente. Nombramiento y objetivos del «Bibliotecario mendigo»
El nombramiento de Palma comenzó a gestarse tras la salida del ejército inva-

sor de la capital peruana a fines de octubre de 1883, siendo uno de los aconteci-

mientos más mentados dentro de la historia de la Biblioteca. Se sabe que a fines 

de 1883 el tradicionista había recibido una propuesta para integrar el cuerpo 

de redacción de La Prensa, diario de Buenos Aires en el que había servido de 

corresponsal en el contexto de la guerra con Chile (Palma, 1912: 3).

Ocurrido en esos mismos días el Tratado de Ancón, el retiro de tropas ocu-

padoras del centro de Lima y producido el ingreso del presidente Iglesias a la 

capital, como antiguo compañero de colegio, Palma le solicitaría se le pudiese 


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enviar a Buenos Aires la pensión que le correspondía como antiguo funciona-

rio del Estado. A pesar de la predisposición inicial de Iglesias, por versión del 

propio Palma sabemos que sería José Antonio de Lavalle, ministro de RR.EE. 

y antiguo amigo del tradicionista, quien se opondría a esta decisión y argumen-

tando la exigüidad de los fondos del Estado le propondría en cambio asumir 

la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú. Dicha propuesta, daría 

origen al siguiente diálogo según el recuerdo de Palma:

Abandone usted su propósito de viaje a Buenos Aires, y restaure la Bi-
blioteca Nacional. Para cualquier otro la empresa sería imposible, pues en 
las arcas fiscales no hay dinero ni para atender a los gastos menudos más 
premiosos. Utilice usted, en beneficio del país, su prestigio literario en el 
extranjero y sus relaciones personales con los hombres eminentes de cada 
nación americana y España. —¿Me propone usted, le interrumpí, que me 
convierta en bibliotecario mendigo?— Justamente, continuó Lavalle. Pida 
usted limosna para beneficiar a su patria (Palma, 1912: 4)

Esta escena, sin duda una de las más recordadas de la historiografía peruana 

y aparecida por primera vez en los Apuntes para la historia de la Biblioteca de 

Lima, fue el prolegómeno del nombramiento de Palma, el cual se oficializó por 

decreto supremo del presidente Miguel Iglesias y, a falta de un periódico oficial 

del gobierno, publicado en el diario El Comercio de la capital

11

.

En este punto cabe indicar que, aceptado el cargo por Palma tres días des-

pués, en 8 de noviembre entraría al local, siendo tal el panorama registrado 

que en 14 de noviembre elevaría al ministro del ramo un informe oficial que 

por su riqueza informativa transcribimos a continuación:

Lima, Noviembre 14 de 1883
Señor Ministro de Estado en los ramos de Justicia e Instrucción.
Señor Ministro:
Después de pasado á US. mi oficio de 5 del actual, aceptando el honroso 
cargo que me ha conferido el Supremo Gobierno, me constituí el día 8 en 
el local de la que fué Biblioteca y Archivo Nacional, y cúmpleme dar á US. 
rápido informe del estado en que he recibido el establecimiento.
 

Biblioteca no existe; pues, de los cincuenta y seis mil volúmenes que 

ella contenía, solo he encontrado setecientos treinta y ocho, en su mayor 
parte de obras en latín, y aun éstas truncas.

11 El Comercio N°15044. (3 de noviembre de 1883). El día. Biblioteca Nacional. Decreto de orga-

nización, pp.2. Cabe indicar que Juan Sánchez Silva, oficial mayor de Palacio y compañero 

de antiguas andanzas periodísticas de Palma, proveería al tradicionista de un traslado de este 

decreto en el que se aprobaba su nombramiento. Dicho documento da inicio a la Correspon-

dencia oficial y particular, 1883 a 1885. Documentos relativos a la organización de la Biblioteca que se 

conserva en la Colección general de manuscritos con el código D 4679.


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De la rica sección de manuscritos queda únicamente el recuerdo.

 

La estantería de cedro de los salones América y Variedades, construida 

en 1878, ha sido despojada de todos sus anaqueles, y destrozada su orna-
mentación. Tampoco existen los cristales de esa estantería ni los de las 
farolas.
 

Los andamios especialmente construidos para las colecciones de pe-

riódicos, los retratos, cuadros y planos que adornaban los salones, mesas, 
sillas y demás muebles, también han desaparecido.
 

Uno de los saloncitos de depósito fué convertido en caballeriza, y del 

otro, que contuvo los siete mil setecientos setenta y siete volúmenes dona-
dos por Fuentes Pacheco, no quedan ni los estantes.

12

El informe revela la condición ruinosa del local, con cañerías rotas además 

de techos y paredes a punto del derrumbe, lo cual harían a Palma que la labor 

de reconstitución de la Biblioteca era doble: refaccionar el local y reconstruir 

los fondos bibliográficos de la institución. 

Dicho lo anterior, es de destacar el estudio de César Miró, quien, aunque 

solo lo comentara de forma tangencial, destacaría como, iniciada la campaña 

de recuperación de libros por Palma, «el rescate de los volúmenes con el sello 

de la Biblioteca, en poder de particulares, [había] da[do] resultados excelen-

tes»(1953: 131). De igual forma, al tratar Guibovich sobre la sustracción de sus 

fondos patrimoniales durante la ocupación de Lima, resaltaría cómo «Palma 

se involucró asimismo en la recuperación de libros y manuscritos de manos de 

particulares, entre los que se contaron algunos tenderos de la capital.» (2009: 

94). 

Al respecto, cabe indicar que Palma consideraba que la labor de reconstruc-

ción de la biblioteca era labor común, de todos y de cada uno (Palma, 2005: I, 

pp.262). De su testimonio sabemos que uno solo fue su pedido: que el gobierno 

accediera al reglamento que él estipulara para la Biblioteca. Aceptado ello, 2 

fueron sus objetivos: la reconstrucción del local, encargado al arquitecto Ma-

nuel Julián San Martín

13

, y la adquisición de libros, actividad esta última de la 

que se encargaría en persona. Al respecto, afirma Angélica Palma cómo: 

Entregado en cuerpo y alma a la tarea amada, llamó el bibliotecario a 
todas las puertas y poquísimas dejaron de abrírsele: cuantas personas po-
seían volúmenes con el sello de la Biblioteca, comprados a vil precio en los 
días nefastos, se apresuraron a devolverlos; la gente culta de Lima prodigó 
los obsequios de libros, la de provincias le imitó. De España y de Améri-
ca, enviadas por los gobiernos, las instituciones y los hombres de letras, 

12 

El Comercio N°15052. (15 de noviembre de 1883). El día. Biblioteca Nacional, pp.2. 

13 El Comercio N°15052 (15 de noviembre de 1883). Crónica. El arquitecto, pp.2.


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

llegaron abundantemente a la Biblioteca de Lima, obras valiosas, como 
respuesta a la demanda de su director. (1953: 75)

Más allá de los breves comentarios de Angélica Palma y César Miró, lo cier-

to es que la idea del «bibliotecario mendigo» desplegada por Palma y acogida 

auspiciosamente   por el periodismo de la época, no ha permitido ver con clari-

dad, a la historiografía dedicada a dicho tópico, sobre aquel escenario en toda 

su complejidad. En ese sentido, es de lamentar que la labor de Palma y las au-

toridades de la época por recuperar los materiales primigenios de la desvalijada 

institución hayan quedado relegadas en el constructo de esa historia.

Una historia por develarse: Chile, el coleccionismo de la época y el destino de los 

libros 

Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo.

Muy señor mío: 
La antigua y rica Biblioteca del Perú fue trasportada a Chile. En el último 
cuarto del siglo XIX han sido los libros, el pan de la inteligencia, conside-
rados como botín de guerra. Hemos retrocedido a los tiempos bárbaros 
del califa Omar.
 

El Gobierno del Perú ha decretado la fundación de una nueva Biblio-

teca, honrándome con la dirección de ella. El país ha acogido con entu-
siasmo el propósito y, en menos de quince días, he recibido donativos por 
más de diez mil volúmenes.
 

La nueva Biblioteca, según el decreto, debe ponerse a disposición del 

público el 28 de Julio próximo.
 

Un Bibliotecario mendigo se dirige, pues, al ilustre literato, para pe-

dirle la limosna de sus obras, y que avance su caridad hasta solicitar de 
sus esclarecidos compañeros en las Academias de Historia y de la Lengua 
contribuyan a la civilizadora fundación encomendada más que a mis mo-
destas aptitudes a mi entusiasmo y perseverancia.
Me es grato presentar a V. mis respetos y ofrecérmele como su muy sincero 
admirador y amigo

Ricardo Palma

14

14 Esta carta, conservada dentro del epistolario del intelectual español, forma parte de la Bi-

blioteca Menéndez Pelayo, la cual fuera cedida a Santander, su ciudad natal por disposición 

testamentaria. V. Palma, 1949: I, 85-86 y Palma 2005: I, 255. 


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Suscrita en Lima el 20 de noviembre de 1883, fue con misivas como esta que 

se dio origen a la campaña de reconstrucción de los fondos bibliográficos de 

la Biblioteca Nacional del Perú

15

. La justa causa a la que aspiraba y la geniali-

dad con la que fue escrita es la que hizo que Palma repitiera este tenor en los 

múltiples pedidos realizados a sus principales amistades literarias de América y 

Europa. Sin embargo, quizás haya que ver también en esta misiva el origen de 

una idea que se ha repetido por 140 años sin mayor fundamento: aquella que 

decía que todos los libros de la Biblioteca habían sido llevados a Chile.

Para hablar de este tópico es necesario partir de una premisa: no todos los 

materiales de la institución llegaron a partir hacia el vecino país del sur, tal 

como ya se evidenciaba en el Informe presentado por Ignacio Domeiko, inte-

lectual polaco al servicio de Chile y quien, al quedar encargado de recibir los 

libros llegados desde el Perú en el contexto de la guerra, indicaría que había 

recibido un promedio de 10 mil volúmenes (Carcelén & Maldonado, 2014: 

144). Durante 138 años la historiografía peruana ha repetido una versión de 

los hechos que, por no ajustarse en su totalidad a los hechos históricos, con-

viene ser revisada.

La recuperación de los materiales perdidos 
La primera noticia referida a la reconstitución de los fondos de la Biblioteca 

Nacional del Perú aparece en el traslado de una resolución dada por el presi-

dente Iglesias y fechada a noviembre 7 y que respondía a un oficio generado 

por Palma el día anterior, en el que se disponía a conceder 100 soles plata, de 

los fondos del Estado, «para atender a la traslación de los libros obsequiados 

por particulares y a los demás gastos urgentes de policía del local y útiles de 

escritorio indispensables»

16

Como vimos anteriormente, más allá de la política que se desplegaría para 

construir un nuevo fondo bibliográfico para la Biblioteca Nacional, la presen-

cia de material bibliográfico documental en los principales locales de comercio 

de Lima, además de aquellos que se hallaban en poder de coleccionistas locales 

y otros, fue conocida desde el momento mismo de su expolio y dispersión. En 

ese sentido, la toma de conciencia de que dichos materiales podían y debían 

15 Al respecto, cabe indicar que en la correspondencia oficial de la Biblioteca Nacional del Perú 

se registran las respuestas de muchas instituciones y personas que accedieron al pedido de 

limosna bibliográfica generado por Palma. En ese sentido, podemos establecer que el tradi-

cionista debió iniciar aquellas comunicaciones a partir del 12 de noviembre de 1883 y siendo 

las logias “Perseverancia N°12”, “Alianza y Firmeza N°6”, “Stella d’Italia”, “Honor y progreso N°5” 

y “Fraternal N°12” las primeras que accedieron a su llamado. V. BNP. Colección General de 

Manuscritos. Correspondencia oficial y particular, 1883 a 1885… (Código D 4679).

16 Biblioteca Nacional del Perú. Colección General de Manuscritos: Correspondencia oficial y 

particular, 1883 a 1885. Documentos relativos a la organización de la Biblioteca (Código D 

4679) 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

regresar a la Biblioteca Nacional del Perú cobró sentido en la segunda semana 

de noviembre de 1883.

Las primeras recuperaciones del fondo bibliográfico original de la BNP pro-

vinieron de los mercados de la capital. La primera noticia que hallamos data 

del 10 de noviembre y habla de 76 volúmenes pertenecientes a la BNP y que 

habían sido hallados en un depósito del Mercado de la Concepción (hoy de-

nominado Mercado Central de Lima)

17

. Aunque la situación de libros y docu-

mentos dispersados durante la ocupación debió ser conocida por muchos, este 

caso dio respaldo a Palma para exigir al presidente Iglesias, durante su visita 

a la Biblioteca, el 13 de noviembre de 1883, que el gobierno tomara cartas en 

el asunto respecto a los materiales que se hallaban desperdigados en diversos 

establecimientos de comercio en Lima.

En ese sentido, en la edición de El Comercio del 16 de noviembre apareció un 

bando del prefecto de Lima, Sr. Ignacio de Osma en el cual comunicaba que 

habiendo llegado a noticia de la prefectura que particulares tenían en posesión 

ilegal libros, manuscritos y otros bienes de la Biblioteca Nacional u otras insti-

tuciones del Estado, conminaba a la devolución de los mismos en un plazo no 

mayor a quince días, so pena de multa de diez a cien soles, «según la importan-

cia de la ocultación y sometidos a juicio».

18

El apoyo de la prefectura fue esencial pues la publicación de dicho bando dio 

paso a una serie de recuperaciones en los locales de comercio, pero también a 

generosas donaciones y curiosamente a devoluciones realizadas por coleccio-

nistas de la época, hecho este último que tiene que ver con la circulación de 

bienes culturales en tiempos de guerra y del cual aquí vertimos una primera 

aproximación. 

Se debe indicar que en este caso jugaron un rol importante los pulperos y 

responsables de otros locales de comercio pues fue allí en principio de donde 

procedieron las principales recuperaciones. Inició con la entrega de documen-

tos en establecimientos de comercio. Por ejemplo, la realizada por Juan B. Paro-

di, quien su local N°41 de la Calle del Baratillo entregaría 8 quintales de expe-

dientes del archivo del Ministerio de Gobierno

19

, o aquella realizada por Luis 

Cesáreo, pulpero de la Calle de San Bartolomé, quien entregaría siete quintales 

y medio de documentos pertenecientes a ministerios y otras dependencias pú-

blicas

20

. No faltaron las requisas en casas de particulares, como aquella realiza-

da por la Guardia Civil de Lima y que culminaría con la recuperación de 112 

volúmenes pertenecientes a la biblioteca, tan solo por citar un caso.

17 Ibid.[ff.5]
18 El Comercio N°15053 (16 de noviembre de 1883). Crónica. Bando, pp.2.
19 El Comercio N°15064 (29 de noviembre de 1883). Crónica. Documentos, pp.1.
20 El Comercio N°15065 (30 de noviembre de 1883). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2. 


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El 30 de noviembre El Comercio recordaba el plazo de devolución de bienes 

de la Biblioteca Nacional y otras instituciones además de llamar a la reflexión 

por el conocimiento que se tenía de personas en posesión de especies sustraí-

das, antes que actuara la justicia

21

. La campaña fue manejada con tanto éxito 

que según el redactor de El Comercio, Palma había llegado a decir con mucho 

ánimo como «Deme cuanto antes el Gobierno anaqueles donde colocar los 

libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca para el 28 de julio»

22

.

Cabe indicar que, a pesar de ello, las recuperaciones siguieron dándose en 

los distintos locales de comercio de Lima, como por ejemplo el realizado por 

el señor Darío Tudela, quien hallara 28 volúmenes en una de las tiendas del 

Mercado de la Concepción en diciembre de ese año

23

.

En este punto se debe aclarar un hecho ligado a uno de los libros más em-

blemáticos de la Biblioteca Nacional del Perú. Nos referimos al caso del Opus 

Pulcherrimuz Chiromantiae (Venecia, 1499), incunable veneciano al que la tradi-

ción lo considera llegado a la Biblioteca en 1822 integrando la colección perso-

nal que donara el Libertador José de San Martín. Tenido por testigo de la his-

toria bicentenaria de la biblioteca, esta obra siempre ha sido valorada, más que 

por su contenido, por la nota escrita de puño y letra por Ricardo Palma, en la 

que indicaba haberla recuperado en 1881 de un soldado chileno por dos reales 

plata y devuelta a la Biblioteca Nacional el 10 de diciembre de 1883. Esta his-

toria, en función a quien la narraba, ha sido tenida por cierta durante casi 140 

años y citada posteriormente en repetidas oportunidades como cosa juzgada

24

sin embargo, bien vale apuntar al respecto que, según el registro periodístico de 

la época, dicho librito figuró entre los materiales recuperados por los agentes 

del orden el 19 de diciembre de dicho año en alguno de los locales de comercio 

intervenidos y motivo por el cual debiera reconsiderarse el aserto de Palma

25

Cabe indicar que Díaz Falconí, al analizar la obra creativa de Palma, ya 

ha mostrado anteriormente sorpresa al notar cómo habiendo deslizado Palma 

21 Op. cit. Crónica. Importante, pp.2.
22 El Comercio N°15066 (1 de diciembre de 1883). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2.
23 El Bien Público N°78. Lima, 12 de diciembre de 1883. Crónica de la capital. Biblioteca Nacio-

nal, pp.2. Por el papel expectante de Darío Tudela de la Flor en beneficio de la institución, 

cabe esbozar algunas líneas en su recuerdo: Nacido en 1848, se desempeñaba como regidor de 

Lima hacia 1883 cuando se inició la campaña de recuperación de libros de la BNP. Fue en ese 

contexto, cumpliendo el rol de inspector del Mercado de la Concepción, que hubo de parti-

cipar en la recuperación de los cientos de volúmenes hallados en dicho espacio del comercio 

limeño. Casado ese mismo año con doña Mercedes de Lavalle y Pardo, hija del diplomático 

José Antonio de Lavalle, vivió en Lima hasta su muerte, acaecida el 20 de marzo de 1925. Hoy 

yace enterrado en el nicho B-12 del cuartel de mármol San Julio (Puerta 4) en el Cementerio 

Matías Maestro. 

24 V. Rubén Darío (1893); Lohmann Villena (1971); Cordero (1987); Carcelén y Maldonado 

(2014); y Trillo (2019), por citar tan solo algunos casos 

25 El Comercio N°15084 (20 de diciembre de 1883). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2.


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cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

datos biográficos en sus «engendros literarios, hayan tenido el efecto de cosa 

juzgada» cuando estos en muchos casos no se ajustaban a lo comprobable en 

otras fuentes documentales (Díaz Falconí, 1967: 40).

En el caso que nos interesa, siguiendo la propuesta de que el espíritu literario 

de Palma podía extenderse a otros espectros de su quehacer intelectual, como 

este caso, más ligado a su condición de funcionario público, reconocemos que 

el testimonio de Palma se mantiene entre lo verídico y lo ficcional, sirviéndo-

nos de advertencia sobre el peligro que puede acarrear el confiar en una sola 

fuente informativa y nos hace recordar, como bien hiciera ver Díaz Falconí, 

que en Palma debemos ver al intelectual que tuvo la capacidad de hacer de su 

vida misma una tradición, es decir, un relato histórico orlado de imaginación 

(op.cit., 1967), hecho que, por cierto, para otros casos ya ha sido notado ante-

riormente. 

26

Respecto a materiales como el Opus Pulcherrimuz, debemos hacer men-

ción que el principal cúmulo de recuperaciones se dio sobre todo en los 

primeros meses de la campaña y cabría preguntarse si su hallazgo tenga que 

ver con la autorización dada por el Intendente de Policía, coronel Próspero 

Ferreyros, en 17 de diciembre de 1883, para que  los empleados de la biblio-

teca recorriesen los puestos del comercio limeño donde se había detectado 

materiales de la Biblioteca Nacional y poder reclamarlos a nombre de la 

misma

27

. En todo caso, a pesar de la notable eficacia de los agentes de la 

intendencia de policía en su labor de recuperación de bienes de la Biblio-

teca y otras instituciones del Estado, ante las noticias de la existencia de 

mucho material en poder de particulares, las autoridades limeñas arrecia-

ron su postura con un nuevo bando, emitido el 15 de diciembre, y por el 

cual, el prefecto Ignacio de Osma daba un plazo improrrogable de 15 días 

para entregar aquellos bienes del Estado que aun estuvieran en manos de 

particulares.

28

El resultado final de esta campaña desplegada hasta julio de 1884 generó 

un total de 8315 volúmenes recuperados, todos con marcas de propiedad 

que evidenciaban su pertenencia a la institución, fundamentalmente re-

flejados en el sello institucional y la marca de fuego autorizados en 1836

29

26 Véase al respecto: Gonzales-Prada, 1912: 19-20 y Huamán, 2006: 273-74. Aquí conviene recor-

dar que ya Sánchez en su momento había indicado como, “la tradición malogró a Palma para 

la historia. Cuando quiso escribir historia, escribió tradición” (1919: 298), es decir, informa-

ción real que en no pocos casos quedaba ornamentada de ficción.

27 Oficio del subprefecto de Lima, coronel Próspero Ferreyros, al director de la Biblioteca Nacio-

nal. Lima, 17 de diciembre de 1883. En: BNP. Colección General de Manuscritos. Correspon-

dencia oficial y particular, 1883 a 1885 (Código D 4679). 

28 El Comercio N°15079 (15 de diciembre de 1883). Crónica. Bando, pp.2. 
29 Redactor Peruano Tomo IV - N°66 (15 de junio de 1836). Parte oficial. Ministerio de Gobierno 

y Relaciones Esteriores. [Decreto Supremo], pp.1-2 


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Aunque no se tratara de una cantidad ínfima, sorprende que Palma no die-

ra mayor información al respecto en los documentos oficiales, teniendo en 

cuenta que este material constituía el 30% del fondo bibliográfico original 

con que contaba la institución al momento de su reapertura en 1884. Un 

ensayo de explicación pudiera ser que al tratarse la recuperación más por 

el accionar de la prefectura y porque ello disminuía la figura discursiva del 

«bibliotecario mendigo». Solo así podríamos comprender por qué le dedi-

cara solo un párrafo en la memoria de gestión presentada en julio de 1884.

Un aspecto a resaltar, según lo reconociera el propio Palma, fueron los 624 

volúmenes devueltos por orden del presidente chileno Domingo Santa María 

a raíz de un pedido realizado por Palma, aunque esto no fuera bien recibido 

por todos con satisfacción, como veremos más adelante.      

Cifras de la recuperación de material bibliográfico de la Biblioteca Nacional del Perú

En este punto habría que acotar, aunque ya no corresponde al periodo de es-

tudio de esta investigación, que en los próximos 4 años, la Biblioteca recupera-

ría de poder de particulares, en su mayoría comerciantes y coleccionistas lime-

ños, 5844 volúmenes adicionales, lo cual hace considerar que, cuando menos, 

de los 56 mil materiales sustraídos de la Biblioteca Nacional en 1881, para julio 

de 1888 habían regresado más de 14 mil volúmenes de la primigenia biblioteca, 

sin contar aquellos que irían regresando en las próximas décadas, los cuales 

debieran contarse, estimamos, por centenas y cuya historia de restitución ha 

quedado silenciada, en parte, por la destrucción de los fondos bibliográficos de 

la Biblioteca en 1943. Esta historia de devoluciones y/o recuperaciones pos-

teriores a nuestro periodo de estudio constituye tema por investigarse y aún 

vigente, a casi 140 años de su génesis.

30

 

30 Algunos ejemplos de devoluciones y/o recuperaciones de materiales sustraídos de la Biblio-

teca Nacional durante la ocupación chilena y realizadas en el siglo XX son: tres tomos de los 

volúmenes del antiguo archivo jesuita, titulados Ideales de prudencia, por gestión de Carlos 

A. Romero en la década de 1910; la Histoire du Prince Eugene de Savoye (Viena, 1777; 5 vols.) 

y Agricultura general, que trata de la labranza del campo, y sus particularidades… (Madrid, 

1777) que formaran parte de la biblioteca del general San Martín y adquiridos por la BNP 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

La llegada de nuevas colecciones
Un aspecto relevante fue la labor que desempeñara la elite ilustrada en el pro-

ceso de recomposición de la Biblioteca Nacional, no solo por el aporte pecu-

niario para la adquisición de materiales sino también por los importantes do-

nativos que realizaron en este contexto. En ese sentido fueron destacables los 

aportes de los hermanos Felipe y José María Varela y Valle, el primero quien 

aparece donando libros de su colección a la Biblioteca

31

; el segundo, a poco 

de haber contribuido a tan noble gesto con la donación de 250 obras, entre 

las que se contaban no pocas obras raras y de difícil adquisición, fallecería en 

mayo de 1883.

32

        

Otros donativos importantes son los que realizaran: Juan Martín Echenique 

(160 volúmenes)

33

, Sebastián Lorente (200 vols.), Federico Panizo (30 libros), 

Peter Bacigalupi (2 libros)

34

, José Ignacio Távara (un paquete de folletos relati-

vos a la historia administrativa del país)

35

, Manuel Irigoyen (34 volúmenes) y 

tantos otros que la historia mantiene anónimos.

La exploración de fuentes para este periodo además ha permitido obtener 

información sobre importantes colecciones que llegaron a la Biblioteca, pero 

de las que había quedado un vago o nulo recuerdo por haberse borrado el 

registro histórico de estas durante el incendio que afectara a la Biblioteca en 

1943.

Dentro de los ofrecimientos iniciales realizados a Palma, fue la biblioteca del 

político liberal Pedro Gálvez Egúsquiza la primera colección íntegra en ser ofre-

con posterioridad al incendio de 1943; 3 libros adquiridos en Santiago de Chile por Miguel 

de Althaus y devueltos a la BNP en el 2001, a saber: Ensayo sobre los alphabetos de las letras 

desconocidas, que se encuentran en las más antiguas medallas, y monumentos de España 

(Madrid, 1752), Contestación al manifiesto publicado por el Dr. Gaspar Vásquez de Velasco 

bajo la firma de la Sra. doña María de la Cruz Carrasco (Piura, 1846) y la Memoria que el 

ministro de Estado en el departamento de Relaciones Exteriores presentada al Congreso Na-

cional de 1868 (Santiago de Chile, 1868); los 2219 volúmenes devueltos por el gobierno chile-

no el año 2007 y los 730 adicionales, devueltos el año 2017; la última recuperación registrada 

es la realizada por los herederos del bibliófilo brasileño José Middlin, al entregar el año 2018 

el manuscrito autógrafo de los Recuerdos de la Monarquía Peruana, escrita por Justo Apu 

Sahuaraura Inca en la década de 1830.

31 El Comercio N°15056 (20 de noviembre de 1883). Crónica. Entre los libros, pp.2.; sobre este 

personaje habría que indicar que, debió ser poseedor de una exquisita colección bibliográfica, 

la misma que a su muerte, acaecida en 1900, sería heredada por su hijo, el periodista Luis 

Varela Orbegoso, quien se encargaría de acrecentarla. Lamentablemente, el temprano falle-

cimiento de este último, en 1930, fomentaría que saliera a venta siendo adquirido el archivo 

personal por el historiador Raúl Porras Barrenechea y sus libros quedaron dispersados por 

colecciones del Perú y el mundo.       

32 El Comercio N°15058 (22 de noviembre de 1883). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2. 
33 El listado de dicho donativo sería publicado en El Bien Público N°73. Lima, 5 de diciembre de 

1883. Crónica de la capital. Biblioteca Nacional, pp.2 

34 El Comercio N°15061 (26 de noviembre de 1883. Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2. 
35 La Opinión Nacional N°3147 (18 de marzo de 1884). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2. 


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cida a la Biblioteca Nacional. Donada por la viuda, doña Magdalena Peralta 

Iriarte de Gálvez

36

, es de lamentar la poca información adicional que se tiene 

sobre dicha colección, pudiendo deberse tal situación a que su poseedor no fue 

muy afecto a las marcas de propiedad para sus libros y a consecuencia de la 

destrucción de la Biblioteca Nacional durante el incendio de 1943.

Otro caso interesante fue el de la biblioteca de Fernando Casós. A inicios 

de marzo de 1884, se supo del remate judicial de dicha colección en 800 soles. 

Compuesta por más de 3000 volúmenes y notando el redactor de La Opinión 

Nacional cuán asequible se ofertaba esta, plantearía públicamente a Palma si 

apelando a una colecta, «invocando el interés por la restauración de las pér-

didas de la patria, acaso encontraría una acogida favorable entre las personas 

acomodadas de la capital» para adquirir dicha biblioteca en favor de la abatida 

BNP

37

Tomando conocimiento Palma del catálogo y la valía de dicha colección, 

hizo eco de lo propuesto por dicho diario y desplegó una inmediata campaña 

de suscripción que fue magistralmente manejada día a día. Para ello, procedió 

a enviar una invitación a los principales notables de la ciudad, apelando a su 

buena voluntad y esperando su aporte hasta el martes 11 de marzo en que se 

daría dicho remate

38

. Cabe indicar que, como antiguo periodista, Palma era 

conocedor del ánimo que podía provocar en los lectores una nota bien elabo-

rada. Resultado de ello logró generar en cinco días 975 soles plata y 750 soles 

billete, con los cuales pudo obtener dicha colección por la suma de 791 soles 

(Palma, 1884: 10). 

Dicha adquisición no pudo ser más oportuna. Palma observaría que dentro 

de la biblioteca Casós destacaban cerca de 2000 volúmenes empastados y, en 

general, su excelente estado de conservación. Con el sobrante de dichos apor-

tes Palma pudo comprar adicionalmente 247 volúmenes de obras americanas 

y 700 folletos que pasarían a engrosar la colección de Papeles Varios de la insti-

tución (Palma, 1884: 10).

Un ofrecimiento de donativo a resaltar es el que realizara Juan José Moreyra, 

quien ofreció la rica biblioteca heredada de sus antepasados, estimada en 5000 

volúmenes, para que Palma escogiera lo que considerara más apropiado para 

la institución. Se hizo una selección de 1800 ejemplares, la misma que luego fue 

incrementada con 200 volúmenes más, hecho muy celebrado por la prensa de 

la época

39

 y aun por el propio Palma, por tratarse del donativo más grande que 

llegara a la institución cuando esta más lo necesitara (Palma, 1884: 16).   

36 El Comercio N°15049 (9 de noviembre de 1883). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.3. 
37 La Opinión Nacional N°3137 (6 de marzo de 1884). Crónica. Biblioteca, pp.3. 
38 La Opinión Nacional N°3140 (10 de marzo de 1884). Crónica. Biblioteca, pp.3. 
39 El Comercio N°15213 (14 de junio de 1884). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2. 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

Sin duda, la tragedia de la guerra y el ímpetu de Palma por devolver una 

biblioteca en 8 meses convirtió a aquella propuesta en una causa patriótica en 

la que todos querían participar. Así, no se hicieron esperar otros importantes 

donativos como el de la viuda del exquisito coleccionista José Dávila Conde-

marín, quien ofreció a Palma la posibilidad de visitar la biblioteca de su finado 

esposo y escoger las obras que considerara debían pasar a nutrir a la renaciente 

Biblioteca Nacional.

De manera alternativa a los donativos realizados, Palma pudo gestionar a 

través del gobierno, la compra de dos librerías especializadas: con el apoyo 

del ministro Barinaga, una colección de 1400 volúmenes de obras Legislación 

y Economía Política pertenecientes a un afamado jurisconsulto de la época

40

y luego con el apoyo del ministro sucesor, Castro Zaldívar, otra biblioteca de 

1400 volúmenes, especializada en textos de medicina y ciencias naturales; cada 

una de ellas por un valor de 800 soles de la época (Palma, 1884: 11).

Un aspecto importante tenido en cuenta por Palma fue el aporte bibliográfi-

co documental que la Biblioteca Nacional podía esperar desde España, quizás 

confiando en la reciente recuperación de los lazos amicales hispano-peruanos 

a raíz del traslado de los marinos españoles fallecidos en el Combate del 2 de 

mayo de 1866 al Cementerio General de Lima

41

 y amparado también en los 

40 La Opinión Nacional N°3156 (31 de marzo de 1884). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.3. En la 

Memoria de gestión, sin embargo, Palma indicaría que se trataba de una colección de 1300 

volúmenes. 

41 En mayo de 1882 la Sociedad de Beneficencia de la colonia española avecindada en Lima 


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inocultables vínculos culturales con dicho país, pues, como bien diría el tradi-

cionista, «no por ser independiente ha dejado el Perú de ser hijo predilecto de 

la madre España» (Palma, 1884: 8). 

En ese sentido, don Ricardo plantearía la necesidad de contar con un agente 

comercial que procurara la adquisición de libros raros para la Biblioteca Na-

cional. De esta manera y con el consentimiento del ministro del ramo, contac-

taría con Leocadio López, renombrado editor y librero español, para adquirir 

en Madrid materiales para nuestra Biblioteca. Respecto al aporte de los cír-

culos intelectuales españoles, elogiaría el aporte del limeño Conde de Cheste, 

director de la Real Academia Española por haber canalizado el envío de textos 

de cuanto autor formaba el orgullo de las letras españolas (Ibid., 8). Cabe in-

dicar que, en ambos casos, el pedido fue gratamente correspondido con libros 

que llegarían a Lima en junio de 1884.    

La primera devolución de Chile y algunas voces disidentes. La polémica con An-

drés Avelino Aramburú y la palabra del Murciélago 
Un asunto no contemplado hasta el día de hoy ha constituido el análisis del 

grado de aceptación que pudo tener la campaña de «bibliotecario mendigo»i-

niciada por Palma. La pregunta surge a raíz de la críptica actitud de Palma al 

presentar su memoria de gestión de 1884, en la que sin dar mayor detalle se 

quejaba de la injuria sufrida por algún órgano de la prensa a raíz de un pedido 

realizado por el tradicionista al gobierno de Chile (Palma 1884: 10). Una revi-

sión de las fuentes de la época nos confirma que dicha queja hacía referencia al 

periodista Andrés Avelino Aramburú y la crítica que desplegara contra Palma 

desde su sección de opinión titulada «El Día», en La Opinión Nacional.

La historia  del bibliotecario mendigo que exitosamente obtuvo libros para la 

abatida Biblioteca Nacional del Perú de todos los espacios de Europa y Améri-

ca es un hecho indiscutible y la campaña, por cierto, fue seguida con atención 

por medios periodísticos como El Comercio, El Bien Público, El Nacional, y La 

Opinión Nacional, sin embargo, notamos que, aunque Palma encontró amplio 

apoyo para su cruzada de devolver al país una Biblioteca Nacional, no todas 

sus acciones fueron celebradas en el sensible contexto de la reconstrucción 

nacional, más si consideramos el fresco recuerdo de la derrota y la firma de un 

tratado de paz que incluía la sesión de aquellas tierras por las que el país guar-

daba angustioso luto en recuerdo a los caídos en defensa de la Patria. 

realizó gestiones para trasladar al Cementerio General de Lima a los marinos españoles que 

desde 1866 yacían enterrados en la Isla San Lorenzo. El pedido fue atendido por la Sociedad 

de Beneficencia Pública de Lima, la cual, asignando una parcela para la construcción de una 

bóveda mortuoria, posibilitaría el solicitado traslado y una ceremonia de inhumación en 

dicho camposanto, acaecida el 23 de noviembre de 1882.   


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

En ese sentido, una polémica surgió en marzo de 1884, a causa de la llegada 

de una remesa de libros procedente de Chile. Enterada la prensa de que se 

trataba del envío del presidente Santa María a raíz de un pedido realizado por 

Palma, ello ocasionaría el comentario airado de Andrés A. Aramburú, quien 

desde su columna de opinión en La Opinión Nacional, observaría cómo habién-

dose tolerado la «mano limosnera» de Palma, que pedía en tono plañidero, no 

con la dignidad del pobre de solemnidad sino con «petulante voz de un pordio-

sero vulgar», había llegado al extremo de solicitar libros a Chile, constituyendo 

ello una súplica que hería al carácter del vencido y acotando finalmente cómo 

«La altivez de la desgracia no está traducida en semejante demanda: se quiere 

tener desperdicios de lo que fue nuestro»

42

Recibido el golpe, aquel daría pie a una inmediata respuesta de Palma, quien 

desde las páginas de La Reacción comentaría que él respondería el 28 de julio 

con una Biblioteca Nacional pero comentando a la vez cómo Aramburú había 

mostrado oposición sistemática al ideal patriótico de tener nuevamente biblio-

teca: habiendo sido el único regidor de Lima que votara en contra del pedido 

de Palma para que la Municipalidad de Lima subvencionara la encuaderna-

ción de libros durante seis meses, y desde las páginas de La Opinión Nacional 

criticando algunos detalles de la suscripción solicitada para adquirir la Biblio-

teca Casós, la devolución de cerca de mil volúmenes obtenida del presidente 

Santa María y aun haciendo notar que todo esto venía de quien no había 

obsequiado ni un solo libro a la biblioteca de su patria

43

.

La respuesta de Aramburú fue reafirmar su censura al pedido de limosna 

de nuestros bienes realizado al presidente del país que se los había llevado y 

fundamentando su falta de apoyo desde el municipio al considerar que en-

cuadernar libros era un gasto de lujo cuando había necesidades urgentes por 

hacer, siendo suficiente con tenerlos en contexto tan crítico como era aquel. 

De forma adicional debemos indicar que en esta polémica Aramburú pronto 

hallaría eco en las páginas de La Prensa Libre

44

 y aun desde El Murciélago, pe-

riódico publicado en Guayaquil por Manuel Atanasio Fuentes y desde el cual 

mostrara total respaldo a la postura de Aramburú, aunque de ello, por la leja-

nía geográfica, pocos llegarían a enterarse en el medio local

45

.

En todo caso, más allá de estas opiniones disidentes, a nivel local, la cam-

paña desarrollada por Palma fue tan exitosa que para los últimos días de di-

42 La Opinión Nacional N°3156 (31 de marzo de 1884). El día, pp.2. 
43 La Opinión Nacional N°3158 (2 de abril de 1884). El día, pp.2. Al respecto se debe acotar que 

el número total de libros recibidos fue de 624 volúmenes y no casi mil, según lo informara 

después el propio tradicionista (Palma, 1884: 10). Es de indicar además que gracias a la gestión 

de Palma también llegaría en aquella entrega el cuadro “Los funerales de Atahualpa”, obra 

que en el contexto de la ocupación había partido al país del sur. 

44 La Opinión Nacional N°3159 (3 de abril de 1884). Crónica. “La Prensa Libre”, pp.2. 
45 Comunicación verbal de Víctor Arrambide. 


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ciembre de 1883 el escritor manifestaría que la Biblioteca Nacional ya no podía 

recibir más libros hasta que el gobierno proveyese de nuevos anaqueles y ter-

minase de refaccionar todos los ambientes del edificio. 

Al finalizar el año, Palma remitiría un oficio al ministro del ramo, dando cuen-

ta de la marcha del establecimiento al 31 de diciembre de 1883 e indicando que se 

habían registrado 15230 volúmenes, además de las remesas que se esperaban 

del extranjero, estimándose que con estas podrían duplicarse los fondos de 

la institución. Estas alentadoras noticias harían suponer a El Comercio que la 

resurrección de la Biblioteca Nacional del Perú debía darse como un milagro 

ya realizado.

46

 

La refacción del espacio
Un detalle a tener en cuenta es el acondicionamiento del espacio siendo para 

ello necesario una contextualización del estado de la Biblioteca antes de la 

guerra.    

Como ya vimos anteriormente, la utilización de los espacios de la Biblioteca 

Nacional como cuadra para uno de los batallones de ocupación generó la pér-

dida de todos los anaqueles de la Biblioteca, es decir las baldas de la estantería, 

pero respetando la estantería de cedro que se había mandado a confeccionar 

durante la gestión de Odriozola entre 1877 y 1880.

En ese sentido, por los informes que fuera emitiendo Palma durante el pro-

ceso de reconstrucción sabemos que la labor de refacción consistió en habilitar 

nuevos anaqueles a la estantería y solo debiendo reemplazar en su totalidad 

el mobiliario del espacio que había contenido a la colección de Miguel Fuen-

tes Pacheco, compuesta por 7792 volúmenes pero que Palma socarronamente 

identificara como la «Colección de los cuatro sietes».

El 14 de noviembre, el gobierno dispuso que el Ministerio de Gobierno coor-

dinara con el director de la Biblioteca para escoger un arquitecto del Estado 

que se encargara de las reparaciones indispensables y urgentes además de la 

obra de carpintería que fuera necesaria para la puesta en servicio de esta insti-

tución

47

, recayendo por pedido del propio Palma el nombramiento en la perso-

na de don Manuel Julián San Martín.

A pesar de las coordinaciones con el gobierno y la aceptación de la pro-

puesta de reconstrucción del local en 1° de diciembre de 1883, las obras de re-

facción, dependientes de la liquidez del erario estatal, no avanzaron al mismo 

ritmo que la adquisición de material bibliográfico, esto último más acorde a la 

voluntad de la sociedad civil y los contactos intelectuales de Palma. En esta 

46 El Comercio N°15093 (31 de diciembre de 1883). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.5. 
47 Traslado de resolución del Ministerio de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia. Lima, 14 

de noviembre de 1883. En: BNP. Colección General de Manuscritos. Correspondencia oficial y 

particular, 1883 a 1885… (Código D 4679). 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

situación, fue de lamentar la poca atención que se le diera al pedido de Palma 

para refaccionar las paredes que daban soporte al techo artesonado del anti-

guo refectorio jesuita, espacio que desde 1884 sería usado como repositorio del 

Salón Europa. Se debe considerar, además, que dicho techo era considerado 

para aquel entonces, después del que ostentaba la sala de sesiones del Senado, 

como uno de los más notables y artísticos de la ciudad.

48

  

En todo caso, el inicio de la refacción de estanterías recién inició en mayo de 

1884 ante el reclamo de Palma, al considerar que no podía recibir más donati-

vos por falta de espacio habilitado para libros. 

Durante la obra, queriendo optimizar el uso de espacios, Palma autorizó la 

modificación de la anterior distribución de anaqueles, pasando a tener de 4 a 6 

anaqueles cada uno de los 134 estantes ubicados en los salones Europa y Amé-

rica. Ello dio por resultado que dicho espacio pudiera contener un tercio más 

de lo que originalmente pudo albergar; de igual manera, para los acabados, se 

decidió reemplazar las antiguas lunas de la estantería por rejas que permitieran 

una mayor ventilación y evitar la proliferación del enemigo natural de la Bi-

blioteca: «la polilla» (Palma, 1884. 13).  

Reglamento y primeros trabajadores
Punto importante en la labor de reconstrucción constituyó el personal que 

debía integrar a la naciente Biblioteca Nacional. Conocedor Palma de la expe-

riencia y conocimiento que se requería para la labor, consideró que la nueva 

48 Oficio del director de la Biblioteca y Archivo Nacional al ministro de Gobierno, Policía y 

Obras Públicas. Lima, 28 de noviembre de 1883. En: BNP. Colección General de Manuscritos. 

Correspondencia oficial y particular, 1883 a 1885 (Código D 4679). Cabría agregar que el espacio 

ocupado por el Senado de la República luego ha pasado a ser ocupado por el Museo del Con-

greso y la Inquisición. En el caso del techo que ostentaba este espacio de la BNP, se perdió 

definitivamente durante el incendio de mayo de 1943. 


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institución debía juntar experiencia y juventud. De esta manera convocó a 

José T. Polo, Enrique Torres Saldamando y Manuel Calderón. En el caso del 

primero, había participado de la catalogación de libros de la Biblioteca antes de 

la guerra; Saldamando por su acendrado conocimiento bibliográfico y Calde-

rón por haber sido el mayor conocedor de los bienes bibliográficos que había 

contenido la Biblioteca de la preguerra, siendo indispensable su participación 

en las labores de reconstitución de los fondos bibliográficos de la misma (Hua-

mán, 2021: 16)

Debe indicarse que el reglamento de 1884, aprobado en 4 de julio de ese año, 

vino a modificar el anterior de 1879

49

 y comenzó a regir desde la reinauguración 

de la institución. En términos concretos, más allá de la normatividad de su 

funcionamiento, este reglamento reafirmaba la tutela del director de la Biblio-

teca sobre el Archivo Nacional, le daba potestad para proponer al gobierno los 

empleados que debían integrarla y autorizaba la atención del establecimiento 

entre 12 del día y 5 de la tarde

50

. De igual forma, haciendo caso a la potestad 

de nombramiento obtenida por Palma, el gobierno decretaría como personal a 

este primer grupo, sin duda, el personal que hizo posible la reconstitución de la 

Biblioteca y su reinauguración el 28 de julio de 1884:

Director 

: Ricardo Palma 

Subdirector 

: José Toribio Polo

Conservadores: Enrique Torres Saldamando y Manuel Calderón

Amanuenses  : José Fernández Alvarado, Daniel F. Alvarado, Carlos A. Ro-

mero y Pedro Rinaldi

Portero  

: Miguel Pérez

51

 

Respecto a la fusión de Biblioteca y Archivo, Palma sostendría que la aten-

ción de ambos establecimientos por un mismo personal implicaba un ahorro 

de 482 soles al año para el Estado, respecto a lo que invertía en la atención de 

estas mismas instituciones con anterioridad a la guerra (Palma, 1884: 15). Cabe 

indicar que dicha fusión institucional mantuvo vigencia hasta fines del siglo 

XIX.

49 El Peruano, Semestre I - N°113 (viernes 23 de mayo de 1879). Ministerio de Justicia, Culto, 

Instrucción y Beneficencia. Reglamento de la Biblioteca Nacional del Perú, pp. 450. 

50 El PeruanoBoletín Oficial Semestre II - Núm.3 (19 de julio de 1884). Ministerio de Justicia, 

Culto, Instrucción y Beneficencia. Reglamento de la Biblioteca Nacional, pp.64-65. 

51 El Peruano. Boletín Oficial Semestre II - Núm.3 (19 de julio de 1884). Ministerio de Justicia, 

Culto, Instrucción y Beneficencia. Nombramiento de empleados de la Biblioteca Nacional, 

pp.65-66. 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

2.4. «Post nubila phoebus». La reinauguración: 28 de julio de 1884
Las labores de Palma habían dado fruto tras ocho meses de trabajo mancomu-

nado. Para el 14 de julio las obras de refacción habían culminado, solo queda-

ba pendiente el pintado de la fachada

52

. Aunque existía el anuncio de muchas 

remesas por llegar, lo cierto es que habría biblioteca por reinaugurar el 28 de 

julio, algo que satisfacía plenamente a Palma.

Programada la inauguración de la institución para las 2 pm., como parte de 

las celebraciones de Fiestas Patrias, el gobierno dio orden para que la Casa de la 

Moneda acuñara medallas conmemorativas de bronce, las cuales debieron ser 

entregadas a los invitados a la ceremonia y a aquellos que habían contribuido 

a esta causa con la donación y/o recuperación de materiales de la Biblioteca

53

.

Los alcances de su labor reconstructiva fueron leídos en un discurso que 

fue publicado ese mismo día en los principales diarios de la capital e impresas 

luego en una edición de tiraje limitado. En él, Palma pondría de manifiesto 

cómo habiendo recibido una institución destruida por encargo de un Estado 

en ruinas, a pesar de la desgracia nacional, él nunca había dudado de la vita-

lidad del pueblo peruano (Palma, 1884: 16). Destacaría además cómo, aunque 

en 8 meses su labor daba por resultado una biblioteca numéricamente menor a 

la que había existido, en términos temáticos era mucho más especializada que 

la que había existido anteriormente, con secciones mucho más completas, a 

excepción de la colección de biblias y periódicos, las cuales, a consideración del 

director, no reemplazaban en número y rareza a las que habían existido antes 

de la guerra (Palma, 1884: 11). 

Sobre este último punto conviene apuntar que parte de la rica colección 

de biblias que poseyera la institución hasta el momento de la guerra y de la 

cual Palma llegaría a decir que nuestra Biblioteca no tenía nada que envidiar 

a las más renombradas de Europa (Palma, 1884: 4) regresarían a la institución 

gracias a las devoluciones realizadas por el gobierno chileno en los años 2007 

y 2017 

54

 

52 V. además El Comercio N°15255 (14 de julio de 1884). Crónica. Biblioteca Nacional, pp.2. 
53 En oficio del Ministerio de Hacienda y Comercio del 11 de julio de 1884 se consigna que el 

Supremo Gobierno autorizó a la Casa de la Moneda para que el tallador Florencio Dávalos 

confeccionara 2500 medallas de cobre y 300 de plata, sin embargo, no hemos podido con-

firmar si dichas cantidades llegaron a emitirse pues medios periodísticos informarían que 

al momento de la inauguración se disponía de 2000 medallas de bronce. Véase: El Comercio 

N°15265 (25 de julio de 1884). Crónica. Medallas, pp.2. 

54 Al respecto cabe indicar que hoy, gracias a gestiones bilaterales peruano-chilenas realizadas 

en los últimos 15 años, este material, ha regresado en gran parte al Perú. La Biblia poliglota 

complutense del cardenal Jiménez de Cisneros (1514-17); la Políglota de Amberes de Benito Arias 

Montano (1567-72), también llamada Biblia Regia por haber sido costeada por el rey Felipe 

II; la biblia de Henri-François de Vence (1767), destacada por su atlas de la geografía bíblica; 

la de P. Sabatier (1751), con un estudio de las primeras traducciones latinas de la Biblia y, la 

Biblia Poliglota de Londres, del obispo Brian Walton (1654), que muestra los textos bíblicos en 


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En todo caso, la reconstitución de los fondos bibliográficos realizada por 

Palma fue destacada por cuanta persona pudo asistir a la Biblioteca Nacio-

nal tras su reinauguración. Así lo evidenciaría Middendorf, quien reconocería 

que, a diferencia de la colección primigenia, llena de infolios teológicos que 

nadie consultaba, la biblioteca regenerada, aunque contaba con un contingen-

te bibliográfico menor, se presentaba moderno y acorde al espíritu de la época 

(Middendorf, 1973: I, 319).

A pesar de la loable labor desplegada en 8 meses de trabajo, las labores de 

reconstrucción no permitieron formar un catálogo institucional. Al momento 

de la reapertura, el personal de la Biblioteca solo había logrado elaborar un 

catálogo muy rudimentario de los libros del Salón América, el cual serviría 

de base para la elaboración del Catálogo de libros del Salón América que se pu-

blicaría en 1891 bajo la supervisión del viejo conservador Manuel Calderón, 

en la que fuera su última labor tras 48 años de servicio dentro de la Biblioteca 

Nacional del Perú (Huamán, 2021: 16). 

Finalmente, cabe indicar que sabedor Palma del éxito de la campaña realiza-

da en la primera institución cultural del Perú Independiente, llegaría a afirmar 

cómo a partir de ese momento podían llegar Paz-Soldanes, Fuentes u otros y 

empezar a arar sobre lo que él ya había dejado (Palma: 2005: t.I, pp.265). Sin 

duda el viejo tradicionista era consciente que su nombre quedaría unido por 

siempre al de la Biblioteca Nacional del Perú. Fue por ello que el reconoci-

miento intelectual y político por la labor realizada propiciaron que su gestión 

se mantuviera por 28 años, hasta el año 1912 en que renunciaría al cargo de 

director de la Biblioteca Nacional del Perú. 

III. Palabras Finales
La reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú ha sido, dentro de la his-

toria cultural peruana, uno de sus tópicos más citados, sin embargo, solo to-

mando en consideración el testimonio de Ricardo Palma. El presente estudio 

nos ha permitido constatar que dicho proceso tuvo una complejidad superior 

a la que pudo testimoniar su propio reconstructor.

Sobre las causas que dieron origen a su reconstrucción se ha visto que, en 

el contexto de la invasión militar de Lima, fue su expolio a manos del ejército 

vencedor, en 1881, el que mayor resonancia tuviera en términos políticos y 

culturales, hecho que a la vez posibilitaría el éxito de la campaña reconstitutiva 

desplegada por Palma.

Por otro lado, contrariamente a lo que el imaginario colectivo peruano ha 

venido repitiendo por tradición, queda comprobado que el desvalijamiento 

nueve idiomas, hoy vuelven a mostrar su esplendor. Custodiadas en la bóveda de nuestra ins-

titución, estas joyas de la imprenta europea le devuelven aquel extraviado prestigio a nuestra 

biblioteca y fortalecen nuestra memoria como nación. 


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«Deme el gobierno anaqueles donde colocar libros y Deo volente yo daré al país Biblioteca». Ri-
cardo Palma y la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú (2 nov. 1883 - 28 julio 1884) .

del patrimonio bibliográfico de la Biblioteca Nacional posibilitó la llegada de 

libros y documentos al vecino país del sur, pero también la redistribución de 

estos en el mercado local y una dinámica de circulación en el mundo del colec-

cionismo local que se ha prolongado hasta nuestros días.  

Es por ello que podemos concluir que si bien la campaña liderada por Palma 

fomentaría la reinauguración institucional, ocho meses después, el 28 de julio 

de 1884 con 27894 volúmenes, es de destacar que casi la tercera parte de esos 

fondos «obtenidos» (8315 volúmenes) constituyeron en realidad la recupera-

ción de los fondos originales de la Biblioteca Nacional, lograda a través de las 

pesquisas realizadas por la Prefectura de Lima, y a la cual habría que sumar 

5800 volúmenes adicionales obtenidos en los cuatro años siguientes, dando 

un total de aproximadamente 14 mil volúmenes recuperados de la primigenia 

Biblioteca Nacional, lo cual constituye la cuarta parte de sus fondos originales. 

Ello, aunque no disculpa el accionar del ejército invasor en contexto de guerra, 

debe ayudar a corregir aquella idea de que todo lo salido de la Biblioteca Nacio-

nal en 1881 fue a parar al vecino país del sur.

De esta manera creemos haber contribuido al esclarecimiento de uno de los 

tópicos más mentados de la historia cultural peruana, en conmemoración de 

los 200 años de vida institucional de la Biblioteca Nacional del Perú.  


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