1
Así que pasen cincuenta años: transfiguraciones de la primera a la última edición de
Conversación en La Catedral (1969-2019)
1
Augusto Wong Campos
Investigador independiente, Lima, Perú
Contacto: wongcampos@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-6159-512X
Resumen
Este artículo explora las ediciones significativas que ha tenido la novela Conversación en La
Catedral de Mario Vargas Llosa en un lapso de cincuenta años (1969-2019), así como parte de
su recepción crítica en publicaciones periódicas y libros monográficos sobre el autor. Cuatro
de las ediciones de Conversación en La Catedral reciben especial atención: la primera de Seix
Barral (1969), la «edición definitiva» de Alfaguara (1999), la edición francesa anotada de la
Pléiade (2016) y la edición de Alfaguara conmemorativa del cincuentenario (2019).
Palabras clave: novela latinoamericana, boom latinoamericano, novela peruana,
Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa.
Abstract
This article explores meaningful editions of Mario Vargas Llosa’s novel Conversation in The
Cathedral in a lapse of fifty years (1969-2019), as well as some of its varied critical reception
throughout the years in periodical and monographic books on the author. Four editions of
Conversation in The Cathedral are given special attention: the first edition by Seix Barral
(1969), the «edición definitiva» by Alfaguara (1999), the annotated French edition by la Pléiade
(2016) and the fiftieth-anniversary edition of the novel by Alfaguara (2019).
Keywords: Latin American novel, Latin American boom, Peruvian novel, Conversation
in The Cathedral, Mario Vargas Llosa.
1
Fecha de recepción: 16 de julio de 2020; fecha de aceptación: 16 de octubre de 2020.
2
Introducción
Conversación en La Catedral es una de las novelas de Mario Vargas Llosa que más exige del
lector y, por esa misma condición de clásico «difícil», de las que más se ha beneficiado de la
exposición mediática que recibe su autor en las últimas décadas. En cada premio, encuesta,
escándalo en que el autor es aquilatado, la mención de Conversación... es una bienvenida
costumbre; así contribuye a que la novela sea conocida primero de nombre, despierte la
curiosidad del lector, busque conseguirla, la lea y con fortuna la relea. Sin embargo, no siempre
fue así, ya que en los primeros años tuvo una difícil vida editorial, entreverada en la obra del
autor junto a las más populares La ciudad y los perros, Pantaleón y las visitadoras o La tía
Julia y el escribidor. Una indagación —no exhaustiva dado el espacio— sobre las
particularidades en las ediciones más importantes, así como la recepción del libro a través de
los años, es cuanto me propongo realizar en las siguientes páginas
2
, a lo que cabría acotar que
el número de reediciones más o menos exitosas no implica ningún juicio de calidad literaria.
Como recordó en su momento Vargas Llosa: «Habría que ser muy tonto para sacar de la
circulación de un libro conclusiones literarias porque, por ejemplo, ¿qué escritor vivo de lengua
española podría competir en este campo con Corín Tellado?» (García Marder, 1970, p. 615).
Después de las «esperanzas cumplidas» que significó La casa verde (1966), más de un
crítico daba por descontado que Vargas Llosa era un escritor de la vanguardia de la literatura
latinoamericana (Martínez Moreno, 1966, p. 9; Rodríguez Monegal, 1966, pp. 62-72). Pero
latinoamericana no significa lo mismo que peruana; así, se puede comprobar que la recepción
de Conversación… puede segmentarse entre lo que se escribió a propósito de ella en medios
peruanos y en medios extranjeros; aunque las reseñas fueron unánimes en considerarla una
novela importante, quedaba por dilucidar cuán importante era en el contexto peruano,
latinoamericano y mundial, una discusión que no ha terminado aunque hoy sea considerada un
clásico y de la que este repaso es apenas una muestra. Como contrapunto, un asunto adicional
que he intentado documentar es «la trayectoria de erratas» que ha tenido Conversación… desde
la primera edición hasta la más reciente de 2019.
Conversación… en 1969: la novela se echa a andar
2
Mis gratitudes a Carlos Aguirre, Javier Munguía y Gerald Martin, por su apoyo y discusión permanentes en el
contraste de datos, impresiones y opiniones en la elaboración de este artículo.
3
La primera edición de Conversación en La Catedral, en dos volúmenes, fue en un sentido
material la encarnación de la idea o creencia de Vargas Llosa de que una novela es tanto mejor
cuando no solo es grande en términos cualitativos sino cuantitativos. A más larga, a más
ambiciosa, tanto mejor. El fin de la década de los sesenta le llegaba a Vargas Llosa con esta
novela que superaba en extensión las dos anteriores que había escrito (aunque sea discutible
decir lo mismo en cuanto a la calidad)
3
. El editor Carlos Barral no era nada indiferente a las
opiniones del escritor peruano, antes bien era tanto o más entusiasta que él, y aunque Seix
Barral nunca había publicado novelas en dos volúmenes, en 1969 batió sus propias marcas
lanzando dos en ese formato: la aparición en noviembre de Conversación… había sido
precedida en julio de una exitosa edición del Tirant lo Blanc en el original catalán (Martorell y
De Galba, 1969b), mientras el propio Vargas Llosa había prologado en treinta y dos páginas la
traducción al español de aquella novela en Alianza Editorial (también en dos tomos), en abril
de ese mismo año (Martorell y De Galba, 1969a)
4
.
La 1.ª edición de Conversación… circuló sobre todo dentro de España (el autor
explicaba a los amigos: «Hicieron una edición que se agotó en un par de días y los bobos [de
Seix Barral] se quedaron sin ejemplares. Ni yo he recibido las copias de autor» (Aguirre, 2019,
p. 773). Su presentación en dos tomos, natural cuando se trata del Quijote, Los miserables, La
guerra y la paz o literatura clásica de gran extensión, fue inusitada para una novela
contemporánea en lengua española; no he encontrado precedentes, aunque bien pueden existir.
Posteriormente, sí se cuentan casos idénticos o similares a la mano: El gran momento de Mary
Tribune (Barral, 1972) de Juan García Hortelano (1928-1992) apareció en dos tomos de manos
del mismo editor de Conversación…, Carlos Barral. La novela 2666 (Anagrama, 2004) de
Roberto Bolaño (1953-2003), se divide en cinco partes que el autor consideró publicar como
libros separados, por razones económicas, pero finalmente salió en un solo volumen por
decisión de los herederos y los editores; sin embargo, la traducción al inglés tuvo una versión
publicada en tres tomos (Farrar, Straus y Giroux, 2008). En el Perú, el caso editorial de
3
La ciudad y los perros tiene cerca de 130 000 palabras; La casa verde, más de 135 000. Conversación… tiene
poco más de 200 000 y solo es superada en la obra del autor por La guerra del fin del mundo (1981), que tiene
alrededor de 238 mil palabras.
4
MVLL confesó haber sido el impulsor de ambos Tirant: «[S]iempre guardaré gratitud a Jaime Salinas, entonces
director de Alianza Editorial, que fue el primer editor al que pude convencer de que encargara una nueva
traducción al castellano del clásico valenciano, y a Carlos Barral, que, poco después, se animó también a hacer
una edición popular de esa obra maestra» (Vargas Llosa, 2008, p. 10). Véase también «Ante la reciente edición
del Tirant lo Blanc» en ABC, Madrid, 26 de abril de 1969.
4
Conversación… ocurrió décadas después con La violencia del tiempo (Milla Batres, 1991) de
Miguel Gutiérrez (1940-2016), que apareció primero en tres tomos y, al año siguiente, en dos
5
.
¿Conversación… es la novela más extensa del boom latinoamericano de los años
sesenta? Aunque entre las contendientes está Rayuela (Sudamericana, 1963) de Julio Cortázar,
que tiene 635 páginas en letra menuda y sería posible hacer de ella dos tomos con su célebre
división entre «Del lado de allá» y «Del lado de acá»
6
, tiene unas treinta mil palabras menos
que Conversación... Tras un somero análisis, se puede concluir que no había necesidad de
publicar Conversación... en dos tomos salvo por la —admirable— voluntad de Barral de
halagar a su autor. Aunque Barral asegurara que tenía que ir «[e]n dos volúmenes para que no
sea un libro monstruoso» y que «han de ser dos volúmenes siameses» (Aguirre, 2019, p. 769),
hubiera bastado mantener el tipo de letra y la caja de texto regulares que utilizaban en la
editorial para resolver el asunto. A la inversa, con Conversación... se aumentó el tipo de letra
y se aumentaron los márgenes de la caja del texto, en ese formato se mantuvo en todas las
reediciones incluso cuando para la 6.ª edición (1972) se les reunió en un solo volumen de 669
páginas. Por otro lado, hasta donde he verificado, Seix Barral no publicó novela alguna que
sobrepasara las quinientas páginas;
7
sin embargo, Conversación..., con el formato agrandado,
daba la impresión de rebasarlas por mucho, haciendo necesaria la división bipartita.
Si Carlos Barral regaló a Vargas Llosa una edición que físicamente se asemejaba a las
novelas decimonónicas que el escritor peruano admiraba, no se debió del todo a iniciativa
propia. Casi un año antes de entregar el manuscrito, Vargas Llosa había prometido cuatro
libros; cuando los entregó, estaba reducido sin piedad a cuatro partes
8
. Barral conservó sin
embargo el proyecto majestuoso para la novela y, en la contratapa de Seix Barral, se señala que
Conversación… «se compone de cuatro libros estilísticamente diferenciados». También
Oviedo, en el ensayo que le dedicó, se refiere a Conversación... como «cuatro libros»,
probablemente por influencia de su trato personal con el autor (1982, p. 211).
5
Diferencio aquí los casos de novelas que, publicadas de una en una en un lapso de varios años, luego fueron
consideradas partes de una sola serie y reunidas, como En busca del tiempo perdido de Marcel Proust o Antagonía
de Luis Goytisolo. En esta línea, en el Perú, la editorial Norma publicó en años consecutivos (2008-2010), en tres
tomos, la novela 80m84rd3r0 (conocida como Bombardero) de César Gutiérrez (también conocido como Czar
Gutiérrez).
6
Quizás es conveniente señalar que la novela más larga de los escritores del boom fuera de la década del sesenta
es una publicada en la década siguiente, Terra nostra (1975) de Carlos Fuentes.
7
Por dar dos ejemplos de nota, La casa verde tiene 430 páginas y Gran sertón: veredas de Guimarães Rosa,
464.
8
En la carta de MVLL a Abelardo Oquendo, 13 de noviembre de 1968, dice: «Tenía ya terminada Conversación
en La Catedral, pero, con muy buen olfato, esperé un tiempo antes de mandársela [a] Barral, y después descubrí
que estaba enferma de elefantiasis. Me he puesto a castigar sin contemplaciones al desaforado retórico que llevo
en el cuerpo, y convertiré los cuatro tomos en dos. Ahora el peligro es que de tanto adelgazar la historia se
volatilice» (Aguirre, 2019, p. 764).
5
Cada volumen de Conversación… venía envuelto en una sobrecubierta transparente de
acetato, característica de algunas colecciones de Seix Barral. Las portadas eran composiciones
del fotógrafo catalán César Malet. Se ignora de cuánto fue el tiraje, pues la editorial no fue
nunca rigurosa en las cifras y por tanto es imposible saber si la 1.ª edición consistió de tres mil
o cuatro mil ejemplares: la página de recuento de ediciones en la 2.ª edición indica que la 1.ª
fue de cuatro mil, pero la 6.ª edición indica que fue de tres mil. Una reseña de fechas cercanas
incluso asegura que fueron seis mil que se agotaron «en escasos días» (Rico, 1970, p. 44).
La colección de Seix Barral en la que apareció Conversación..., Nueva Narrativa
Hispánica, existía desde 1966 y debía su nombre a razones comerciales antes que a criterios
editoriales; era apenas un rótulo para atraer al comprador de novedades. La editorial contaba
además con las colecciones Biblioteca Breve y Formentor (junto a una más derivativa,
Biblioteca Breve de Bolsillo); las novelas previas de Vargas Llosa, La ciudad y los perros y
La casa verde, habían aparecido una en la primera colección y otra en la segunda, e incluso en
años posteriores mudarían de una a otra conforme desaparecía una o permanecía otra. Cuando
Conversación... apareció en Nueva Narrativa Hispánica, la colección ya sumaba títulos de otros
escritores latinoamericanos además de una mayoría de autores españoles; hay que mencionar
que Vargas Llosa fue el único peruano en el catálogo editorial durante la etapa dirigida por
Carlos Barral (1955-1970). Entre los latinoamericanos, se contaban ediciones originales de
novelas (por ejemplo, de los uruguayos Carlos Martínez Moreno y de Jorge Onetti, hijo del
otro Onetti) así como reediciones (Coronación de José Donoso y Ceremonias de Julio Cortázar,
compilación de cuentos reunidos bajo un nuevo título).
La limpieza de la edición preocupó a Vargas Llosa hasta las mismas fechas en que
entraba a la imprenta:
[L]as malditas pruebas de la novela me quitaron un tiempo enorme. Se perdieron las galeradas
que la editorial me envió a Lima, y hubo que sacar otras. Estas tenían millones de erratas. Ahora
acabo de terminar, por fin, con las pruebas de página, y todavía había equivocaciones, palabras
cambiadas, líneas saltadas, etcétera. A última hora, para remate, me decidí a hacerles caso a ti
y a José Miguel [Oviedo] y a poner los diminutivos de acuerdo a las reglas («vocecita» en vez
de vocesita) gramaticales, con lo que puede ocurrir que los tipógrafos se armen un lío tan
monstruoso que el libro salga más envenenado de erratas que las pruebas (Aguirre, 2019, p.
770).
Sus predicciones nefastas iban a cumplirse. La 1.ª edición, como veremos, estuvo
plagada de erratas. La segunda edición salió en dos tirajes, una en enero de 1970 (en la imprenta
6
de Gráficas Diamante) y otra en febrero (en la de Cromotécnica). A fines de enero, Vargas
Llosa ya había revisado esta 2.ª edición y se quejó ante su agente: «[...] la verdad es que es
imperdonable que a pesar de cuatro correcciones en pruebas y una en el libro editado [la 1.ª
edición], todavía aparezca el texto así. Las erratas me visitan en las noches en forma de
monstruosas pesadillas y estropean mi metabolismo diurno y no me dejan trabajar en paz»
(Aguirre, 2019, p. 773). El combate del autor contra las erratas demanda una dilucidación. Las
erratas o lapsus cálami son parte importante en las transfiguraciones que ha tenido
Conversación… de una edición significativa a otra, entre las cuales la más flagrante está, sin
duda, en el cambio de una minúscula a mayúscula en el título mismo (de Conversación en la
Catedral a Conversación en La Catedral)
9
. Nada más inacabable que una fe de erratas, pero
una novela, como todo texto artístico, tiene además hipotéticas erratas de resolución
controvertida: por dar un par de ejemplos, Vargas Llosa escribió «sambo» en vez de zambo y
«huarachas» en vez de guarachas: una fue corregida décadas después mientras la otra
permanece. No son esas las erratas que he contabilizado hasta llegar a unas sesenta en la 1.ª y
en la 2.ª edición, agrupando incluso algunas para abreviar -—por piedad— cuando se repiten
sistemáticamente
10
. Entre la 1.ª y la 2.ª edición, las erratas son prácticamente las mismas
11
y se
mantuvieron intactas durante todas las siguientes ediciones de la novela en Seix Barral hasta
1996 (veintisiete años después), cuando el autor se mudó de editorial. En la siguiente lista, el
número de orden de cada errata es seguido del número de página, la errata y la corrección; en
casos en que la errata se repite en los dos tomos he diferenciado con I y II (he señalado en
negritas las seis que se corrigieron en la 2.ª edición):
1.ª edición, noviembre de 1969.
Volumen I
1. I: 236, en vol. II: 141, 210 (2), 211(2), 255, «docientos» (doscientos); II: 297
«docientas» (doscientas); I: 243(2), 249, vol. II: 128 «trecientos» (trescientos); II: 257
«seicientos soles» (seiscientos)
2. 43 «desaminado» (desanimado)
9
La corrección del título ocurrió por fin en el tiraje de la 4.ª edición, de febrero de 1971, pero una parte de este
tiraje todavía aparece con el gazapo. Un malentendido popular incluso suele llamar a la novela «Conversaciones
en la Catedral».
10
El listado y el número de erratas que brindo en cada apartado no es en ningún caso exhaustivo, pues tiene menos
fines estadísticos que ilustrativos. La «erratología» carece de ciencia, pero es el más noble oficio y, en
Conversación…, el menos practicado.
11
La 2.ª corrige apenas seis e, irónicamente, añade seis más respecto a la 1.ª, todas de orden tipográfico: por un
trasvase, hubo comas que se transformaron en puntos. Ocurre solo en el volumen 2: p., 87 («vio inmovilizarse a
la mujer. y vio sus ojos»), 89, 167, 234, 251, 262.
7
3. 48 «a los lejos» (lo)
4. 58 «dio un pitada» (una)
5. I: 68 «el coronel no se rio» (rió); II: 74 «se rio Hortensia» (rió). 165 «reir» (reír); 188
«se rio como a pesar» (rió); 207 «Queta se rio» (rió); 302 «se rio Robertito» (rió); 303
«se rio Robertito» (rió). [Hasta 1999 era norma tildar «rió»]
6. 78 «Cronwell» (Cromwell)
7. 83 «Gonzáles Prada» (González)
8. I: 85 «donde se vive» (dónde); II: 252 «Yo sabía donde vivía» (dónde); 272 «ni donde
sentarse» (dónde)
9. 86 «las tarde» (tardes)
10. 101 «mal pensada» (malpensada)
11. 111 «como un escueto relámpago el cielo nublado» (en cielo nublado)
12. 118 «tu sí sí» (tú)
13. I: 136 «sino por qué habría estado en la cárcel» (si no); II: 53 «O, sino» (si no)
14. 153 «hasta su hijo» [2 veces] (hasta a su hijo)
15. 184 [falta ? al final de] «siendo ladrón conocido»
16. 210 «cansacio» (cansancio)
17. 257 «exhuberancia» (exuberancia)
18. 282 «cabezasos» (cabezazos)
19. 293 «sólo negocio bueno» (solo)
20. 306 repite la línea «¿Tuvo tiempo de echar un vistazo al memorándum»
21. 311 «exhorbitante» [2 veces] (exorbitante)
22. 314 «estoy de muy malhumor» (mal humor)
23. 319 «Qué por qué…» (Que por qué)
24. 329 «Hay de ti que te atrevieras» (Ay de ti)
25. 331 cambio de línea con la siguiente en «piernas tan blancas»
26. 335 «Cómo quieres te entienda» (quieres que te entienda)
27. 335 «Ambrosio miró a Amalia y le guiñó un ojo pero ello le quitó la vista» (ella)
28. 344 «una vaso de agua» (un)
29. 347 «Gritaba, palabrotas» (sobra coma)
Volumen II
30. 11 «inintelegible» (ininteligible)
31. 13 «Sherlok» (Sherlock)
32. 22 «Al encederse el motor» (encenderse)
8
33. 29 «Quién le ha da permiso» (dado)
34. 32 «si quieres saber con quien» (quién); 202 «ni quien es Ministro, ni quien es senador»
(sin tildes en quién); 261 «estabas casado y con quien» (quién)
35. 36 «de tú y voz» (vos)
36. 59 «teléfon blanco» (teléfono)
37. 62 «la misma compresión» (comprensión)
38. 64 «las cosas que tenemos pendientes usted y yo, habrá que olvidarlas» (sobra coma)
39. 69 «teniente» (Teniente)
40. 71 «está demás» (de más)
41. 81 «no se lo tiene detenido» (le)
42. 84 «Los que nos ocupamos de la seguridad, somos los únicos que trabajan de veras en
este Gobierno» (sobra coma)
43. 89 «Qué la va a matar, el contrario» (al)
44. 89 «strip tease» (striptease)
45. 137 «sandiwches» (sándwiches)
46. 145 «engatuzó» (engatusó). 261 «engatuzara» (engatusara)
47. 162 «La Catedral« («La Catedral»)
48. 163 «provocada» (provocaba)
49. 174 «prohibo» (prohíbo)
50. 194 «guiño un ojo» (guiñó); 251 «ladeo» (ladeó)
51. 208 «ígneos, blancos, codicioso» (codiciosos)
52. 229 «había estada alimilando» (había estado asimilado)
53. 229 «Cariltos» (Carlitos)
54. 240 «no la abrazó le sonrió» (no la abrazó ni le sonrió)
55. 256 «almozar» (almorzar)
56. 269 «malagana» (mala gana)
57. 299 «reponerle» (reponerte)
58. 302 «ni les hables de él» (le)
Quien tenga una edición de Conversación... en Seix Barral podrá verificar esta lista,
pues tienen todas, desde la 1.ª edición de 1969 hasta la última de 1996, la misma diagramación
y las mismas erratas: en la página 43 se encuentra a un Santiago «desaminado» (por
9
desanimado, no hay «minas» argentinas en la novela), en la 591(229)
12
Carlitos muda a
«Cariltos» y Amalia en la 618(256) llama a «almozar» a Ambrosio.
Convengamos en que hay erratas «veniales» y «mortales», inocuas e inicuas. Las
erratas inocuas son como ese sonido de fritura de los discos de vinilo o las estrías en las
películas antiguas; el lector en cuanto choca con ellas puede reconstruir sin trauma el sentido
original. Las erratas inicuas en cambio son un muro infranqueable, cul-de-sac contra las
mejores voluntades. En la lista precedente las hay de ambos tipos. La 1.ª edición tenía una
especialmente inicua («había estada alimilando» por «había estado asimilado», corregida en la
2.ª) pero otras muchas, no tan invisibles, se mantuvieron por décadas y algunas todavía
sobreviven cincuenta años después. Para las ediciones que comentaré en adelante me detendré
solo en las inicuas por ser las que desvelaban al autor (y es de suponer a más de un lector), así
como en pequeños errores de redacción del autor. La erradicación de erratas en cada una de las
ediciones a lo largo de cinco décadas ha sido una recuperación de sentido con avances y
retrocesos; su recepción crítica, en cambio, fue más coherente.
Primeras impresiones y críticas
La recepción de Conversación… por parte de los personajes reales que la inspiraron fue de
discrepancia amable con el novelista. Del lado del odriísmo, Esparza Zañartu, el modelo de
Cayo Bermúdez, ni siquiera había comprado el libro, pero su comentario es célebre: «No he
comprado todavía el libro. Él ha debido conversar conmigo antes de escribir para cerciorarse.
Yo le habría dado datos. Algunos amigos me han dicho que habla muy mal de mí» (RPPC,
2014). Del lado de los perseguidos por el odriísmo, fue el propio líder del Partido Aprista,
Víctor Raúl Haya de la Torre, quien le hizo un comentario a Barnechea: «[...] en 1975, Haya,
que acababa de leer Conversación en La Catedral, me dijo: “Trae a tu amigo Vargas Llosa para
enseñarle de conspiraciones. He conspirado toda mi vida y veo que no sabe nada de ellas”»
(2011, p. 116).
En el ámbito de la crítica literaria, por otro lado, un año después de publicarse
Conversación… apareció el primer estudio orgánico de la obra total de Vargas Llosa, escrito
por José Miguel Oviedo (1970; 3.ª edición, 1982). Es un libro indispensable por el esfuerzo de
visión de conjunto y una exhaustiva bibliografía. De Conversación… se ocupa en sesenta
páginas que tienen como acierto más relevante la descripción y análisis del carácter a menudo
12
Entre paréntesis señalo la página del tomo 2 de las ediciones de Conversación... cuando aparecía en dos tomos,
de la 2.ª a la 5.ª edición de 1971.
10
escurridizo y difícil de Zavalita y Ambrosio, los «conversadores» de La Catedral. En un ensayo
breve de calado, Jean Franco analizó a esos mismos personajes señalando que «el lector tiene
una visión más ancha» que aquellos, quienes en su conversación se «cuentan únicamente las
partes más aceptables de su pasado» (Franco, 1971, p. 764). Pero quien probablemente dio la
lectura más acerada fue Jorge Edwards, en un minucioso análisis de la dictadura de Odría
dentro del contexto latinoamericano y su impacto en el drama de los individuos de la novela:
[E]s la novela de una generación frustrada; de una época en que sólo se pudo actuar desde el
mal, como Cayo Bermúdez, o desde la insurrección permanente de la literatura, como Mario
Vargas Llosa. De ahí el peso melancólico del libro, uno de los más duros y desengañados de la
nueva narrativa latinoamericana (Edwards, 1970, p. 92).
Conversación… que no vende: 1970-1973
Es a partir de la 2.ª edición, de dieciséis mil a veintitrés mil ejemplares según las fuentes, que
Conversación... empezó a circular mejor y a comentarse. Aunque satisfecho con la recepción
crítica, se lamentó el autor sobre las ventas:
La aparición de la novela coincidió con un terremoto interno en Seix Barral (...) y esto ha hecho
un daño terrible a la circulación del libro. La primera edición se agotó en pocos días (era muy
pequeña), y cuando iban a sacar la segunda, grande, surgieron los líos, y el Estado le cortó el
papel a Seix Barral. Se perdió una oportunidad excelente, porque la crítica en España ha sido
rapsódica y casi delirante, y en esas semanas se hubieran podido vender muchos ejemplares
(Aguirre, 2019, p. 774).
Una de las críticas «rapsódicas y casi delirantes» apareció en enero en la revista Triunfo,
en la que el reseñista aseguraba que «nunca ha brillado tanto un novelista como organizador de
vidas y situaciones en un cuadro real histórico, comprobable» (Rico, 1970, p. 44). Otra, en el
mismo mes, declaraba inmutable que «[l]a carrera novelística de Mario Vargas Llosa se
configura, pues, como una de las más potentes de la literatura universal» (Conte, 1970, p. 605).
La recepción de Conversación… siguió siendo entusiasta. En febrero, días después de
la carta citada de Vargas Llosa, una reseña en el diario madrileño ABC describía el libro como
«de una riqueza idiomática comparable a la de García Márquez» y sentenciaba que «[n]os
encontramos quizá ante la muestra más depurada del estilo de Vargas Llosa y, en definitiva,
ante su gran novela» (ABC, 6 de febrero de 1970, p. 60). Una más siguió en marzo en un tono
similar en el diario La Vanguardia de Barcelona (Marco, 1970, p. 41). La labor de crítico-
profeta que había cumplido José María Valverde con La ciudad y los perros cuando la llamó
11
«la mejor novela en lengua española desde Don Segundo Sombra», le tocó en el caso de
Conversación… al escritor Terenci Moix:
Curiosamente, entre las críticas elogiosas que han ido apareciendo a raíz de la publicación del
último libro de Mario Vargas Llosa, no se ha llegado al riesgo que implica una afirmación ya
necesaria: nos encontramos ante la novela más importante que en lengua española
(sudamericana o de aquí) se haya publicado en los últimos cincuenta años (Moix, 1970, p. 12).
Los medios de prensa peruanos fueron acogedores si bien menos rapsódicos
13
. Mario
Castro Arenas (29 de marzo de 1970) dio una lista de precedentes peruanos temáticos de la
novela mientras Edmundo de los Ríos tituló su reseña «A Conversación le sobra la cuarta
parte» y explicaba (no sin falta de razón): «Las circunstancias de la última parte deberían de
estar concentradas, comprimidas como datos complementarios en la tercera parte. Hasta ahí la
novela es asombrosa». Luis Alberto Sánchez, en La Prensa (julio de 1970), decretaba que la
obra de Vargas Llosa todavía tenía techo: «es inevitable convenir que son pocos los que a los
34 años han logrado ya, más que la fama, ganancia efímera y contable, haber liquidado la etapa
de tanteos y hallarse listo, equipado y ágil, para una travesía de mayor aliento»
14
.
Entre 1971 y 1972 aparecieron tres libros multiautorales sobre Vargas Llosa que dieron
cuenta de Conversación… El primero, un Homenaje (Giacoman y Oviedo, 1971), recicló en
desorden reseñas publicadas en otros medios. El segundo, Agresión a la realidad, contiene un
texto de Alonso, «Sí a Conversación a La Catedral», en el que inadvertidamente se toman por
decisiones artísticas lo que son meras erratas en Conversación…
15
Pero el que interesa resaltar
es el tercero, Asedios a Vargas Llosa, editado por Luis A. Díez, quien hace una defensa
encendida de Conversacióne incluye tres estudios, pues «su indiscutible importancia y la
suma de sus logros parecen haber corrido en razón inversa al interés crítico despertado: el más
tenue y reducido —hasta el momento— de todas las obras de este autor» (Díez, 1972, p. 10).
La novela no vendía bien, sin embargo. Al parecer algún contacto con Monte Ávila,
que Carlos Barral aprovecharía más tarde con su propio sello Barral Editores, pudo beneficiar
a Conversación… pero acabó frustrado. José Miguel Oviedo se lamentaba ante el autor por los
conflictos entre los accionistas de Seix Barral que culminaron en la salida del propio Carlos
13
Juan Gargurevich recopila una buena muestra de la recepción de Conversación... en la prensa peruana. Véase
Gargurevich, 2005, p. 80 y ss.
14
Cito los textos de Castro Arenas, De los Ríos y Sánchez del archivo personal de recortes de prensa de Vargas
Llosa, que no cuenta con todos los datos hemerográficos y que tampoco he podido encontrar por otros medios.
15
El artículo es involuntariamente divertido cuando atribuye la errata de incluir una h después de la x en
«exuberancia» y «exorbitante» al «sincretismo lingüístico, muy de aquellas inmensas tierras inquietantes de
mestizaje, grandezas y miserias» (Alonso et al., 1972, p. 28), etcétera.
12
Barral: «Espero que el plan para sacar Conversación en Caracas funcione y que el libro salga
de ese limbo editorial al que ha sido condenado entre amistades y mercaderes sin olfato»
(Aguirre, 2019, p. 776).
Vargas Llosa recordaría décadas después que «[l]a novela no tuvo éxito, sobre todo si
se compara con otros libros míos, precisamente por la dificultad» (Vargas Llosa, 2017, p. 108).
La información sobre los números de ejemplares (contradictoria de edición a edición) pudo
deberse menos a llevar «en público» las cuentas con la agencia Carmen Balcells —que
representaba los derechos de autor de Vargas Llosa— que, a fines publicitarios, pero a partir
de la 7.ª edición (febrero de 1974) se omite cualquier mención del tiraje y así hasta la 14.ª y
última en la colección Nueva Narrativa Hispánica (noviembre de 1981)
16
. Las ediciones que
siguieron, en la colección Biblioteca Breve (1983-1996)
17
, tampoco dieron información alguna
sobre el número de ejemplares.
Un indicio que abona a la idea de que la novela «no vendió mucho» es que a
Conversación... le tomaba agotar una edición a golpes de diez mil ejemplares por tirada, y no
llegó a los cien mil de la 1.ª edición de Pantaleón y las visitadoras (mayo de 1973) sino hasta
la 9.
a
edición, cinco años después de la 1.ª
18
. Es más, para diciembre de 1973, Pantaleón... ya
llevaba tres ediciones y su éxito como novedad implicaba, previsiblemente, una postergación
en las ventas de los libros anteriores del autor. Al parecer, a la sección comercial de Seix Barral
se le ocurrió entonces «inventarle un premio» a Conversación...
Las dos novelas de Vargas Llosa previas a Conversación... habían recibido premios
relevantes. Como publicidad cultural además de comercial, el premio Biblioteca Breve a La
ciudad y los perros y el premio Rómulo Gallegos a La casa verde propulsaron su difusión y
comentario. Incluso el primer libro de Vargas Llosa, Los jefes (Editorial Rocas, 1959), fue
publicado precisamente gracias a la obtención de un pequeño premio. Conversación... no tuvo
palmarés oficial pero quizás sea el único libro de Vargas Llosa al que le anunciaron un premio
sin recibirlo. Lo asegura un suelto del diario La Vanguardia, de Barcelona, en julio de 1973:
Una vez más el honroso premio Halpérine-Kaminsky, que en el país vecino galardona a la mejor
traducción literaria aparecida durante el año anterior, ha recaído en obra escrita en castellano.
16
Las quince ediciones de Conversación… en Nueva Narrativa Hispánica son de los años siguientes: 1969, 1970
(dos), 1971 (dos), 1972, 1973 (con el nombre «Segunda tirada»), 1974 (dos), 1976, 1978, 1979, 1980 y 1981
(dos).
17
Las siete ediciones de Conversación… en Biblioteca Breve son de los siguientes años: 1983 (dos), 1985,
1987, 1989, 1993 y 1996. Conversación… apareció por lo menos una vez en la colección Biblioteca de Bolsillo,
en México (1992), pero no he tenido acceso a informaciones sobre esta edición.
18
En la 6.ª edición se indicaba que se había impreso de la novela un total de sesenta y nueve mil ejemplares, con
diez mil ejemplares por cada tiraje desde la 4.ª hasta la 7.ª edición.
13
Se trata de «Conversaciones en la Catedral» [sic], la voluminosa y bien trabada novela del
peruano Mario Vargas Llosa. Sus traductores son Bernard Sesé y Sylvie Léger; y el editor,
Gallimard. (La Vanguardia, 26 de julio de 1973).
Hay errores de bulto insólitos en la nota: la traducción francesa de Conversación... no
había aparecido «el año anterior» sino ese mismo año, en marzo de 1973; el premio existía,
pero se había concedido al poeta Philippe Jaccottet por su traducción de La femme du dimanche
de Carlo Fruttero y Franco Lucentini (Bibliotèque Nationale de France, 1974, p. 427). El año
anterior tampoco se había premiado «una vez más» a una obra en castellano, sino a la traductora
Louise Servicen «pour l'ensemble de son œuvre» [por el conjunto de su obra]; además, solo
figuraban títulos en inglés, alemán e italiano, como de Naipaul, Mann, Bernhard, Pirandello,
etc. (Bibliotèque Nationale de France, 1973, p. 324). Cabe así la conjetura de que la noticia
solo se proponía ayudar a las ventas de Conversación…: en ese mismo mes de julio de 1973,
se había impreso una «segunda tirada» de diez mil ejemplares (en propiedad, una 7.ª edición,
aunque no se le llamó así). En 1970 y 1971, Conversación... había tenido dos ediciones por
año; en 1972, apenas una, y para 1973, otra vez con una sola edición, la angustia habría ejercido
su dominio…, que incluso los llevó a vender ediciones anteriores (la 2.ª y luego la 6.ª) en
versiones reempastadas en tapa dura y cantos dorados
19
. (En cuanto a la siguiente novela de
esa década, La tía Julia y el escribidor, de 1977, el éxito de ventas fue rotundo como con
Pantaleón…: Seix Barral publicó un aviso en La Vanguardia el 8 de diciembre de 1977
presumiendo de la venta de cien mil ejemplares en un mes).
Tampoco hay que descartar dificultades de orden político como factores influyentes en
el «enfriamiento» en la recepción de Conversación...: aunque la revista Casa de las Américas
publicó un fragmento de la novela (enero-febrero de 1971, pp. 97-112), fue también de las
últimas apariciones de Vargas Llosa en las publicaciones culturales de Cuba. El enfriamiento
progresivo entre Cuba y Vargas Llosa, desde que en 1968 criticara en una columna la adhesión
de Fidel Castro a la invasión soviética de Checoslovaquia, y luego postergara por años «dar
explicaciones» a los entonces compañeros de La Habana, ralentizó, hasta paralizarlos,
proyectos relacionados al peruano en la isla como un curso sobre novela que se había
comprometido a dar y una «recopilación de textos» sobre su obra en la colección Valoración
Múltiple de Casa. La desafiliación pública de la Revolución cubana, que empezó para Vargas
Llosa en 1971 con el conocido «caso Padilla», le ganó la desafección e inquina de buena parte
19
Estos reempastados no fueron privativos de Conversación… También los hubo con otras novelas del autor, que
incluso fueron juntadas «en combo», como en el caso de dos ganadoras del Biblioteca Breve, La ciudad y los
perros y Los albañiles de Vicente Leñero.
14
de los sectores de izquierda; entre ellos, por supuesto, el universitario más inclinado a leer una
novela compleja y de contenido político como Conversación...
20
. Los «comisarios» de la
cultura en la isla coincidieron, favorable pero tibiamente, respecto a las calidades de la novela.
El director de la revista Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, comentó: «Los dos
tomos son muy buenos, pero la primera —de las cuatro partes— es excelente» (Aguirre, 2019,
p. 776). En la misma línea se pronunció otro factótum de Casa, el uruguayo Mario Benedetti,
en 1975:
Vargas Llosa que en lo político ha ido cada vez más volcándose a la derecha, en sus libros no
ha evolucionado en igual sentido. Sus libros están a la izquierda de su persona (...) De los cuatro
libros que componen Conversación en La Catedral, el primero me parece estupendo ya que
pone sobre el tapete un mundo de posibilidades que Vargas Llosa desperdicia en los libros
posteriores (Carballo, 2007, pp. 267-268).
Cuando la novela fue publicada en inglés, en 1975, Levine hizo una reseña de
Conversaciónen que reconocía las exigencias de su lectura, pero esperaba que el lector no
se dejara vencer por ellas (1975, p. 250)
21
. Wood asimismo escribió otra reseña de la novela, y
a pesar de que consideraba los recursos técnicos algo gratuitos, concluía que la historia
terminaba volviéndose transparente al lector (1975, pp. 27-28)
22
.
Durante los siguientes años, aparecieron diversos libros generales que se presentaban
como introducciones a la obra de Vargas Llosa, entre los que hay que mencionar los valiosos
trabajos de Gnutzmann (1992) y Castro-Klarén, quien apuntó sobre Conversación...: «Aunque
20
Julio Cortázar, que se mantuvo fiel a la Revolución cubana, se lo dijo a Vargas Llosa en estos términos: «En
Quito, en Lima, en Cuzco, los inevitables periodistas y jóvenes nos “imaginan” peleados a muerte, y
concretamente hacen referencias a duras “polémicas” entre y yo. No es difícil rastrear la mecánica de esto.
Traté de dejar bien claro la situación, señalando convergencias y divergencias, pero es obvio que la tensión política
lleva más y más a una manipulación de los escritores conocidos. En el Perú los jóvenes (no todos, desde luego) te
critican duro por las mismas o parecidas razones que se ensañan conmigo en la Argentina» (Cortázar, 2012, p.
343).
21
«It would be a pity if the enormous but not insurmountable difficulties of reading this massive novel prevent
readers from becoming acquainted with a book that reveals, as few others have, some of the ugly complexities of
the real Latin America». [«Sería una lástima si las dificultades para leer esta inmensa novela, que son enormes,
pero no infranqueables, disuadieran a los lectores de conocer un libro que revela como pocos algunas de las
horrendas complejidades de la verdadera América Latina»].
22
«The complexity here is a false complexity, it seems to me: nothing complex is happening, simple events are
merely being related as if they belonged to a jig-saw puzzle (...) Complexity just vanishes into limpid clarity by
the time you turn the last page». [«La complejidad aquí es una complejidad falsa, me parece: nada complejo
ocurre, salvo que escenas sencillas se narran como si pertenecieran a un rompecabezas (...) La complejidad se
desvanece en claridad límpida para cuando llegamos a la última página»].
15
es cierto (...) que Vargas Llosa no es un innovador de la lengua, como lo fueron Vallejo o
Arguedas, su contribución es, no obstante, nueva e importante, porque inaugura en sus novelas
el uso de toda la gama del habla popular, evitando al mismo tiempo caer en el costumbrismo»
(1988, p. 74). Con propósitos más ambiciosos, en la línea del libro canónico de Oviedo, en
2001, Williams publicó el estudio Vargas Llosa: Otra historia de un deicidio. El capítulo
dedicado a Conversación… tiene aciertos como observar que «[e]l hecho de que Ambrosio, el
“proletariado” que supuestamente se beneficiaría de la revolución que Jacobo, Aída y Santiago
discuten, no pueda distinguir entre el aprismo y el comunismo, no es sólo irónico, sino también
humorístico» (2001, p. 166). Asimismo, sus reservas sobre la conclusión de la novela hacen
eco de aquellas que expresó Edmundo de los Ríos:
El primer capítulo de la parte III es una aproximación melodramática a la muerte de Hortensia.
Este toque de melodrama es más ampliamente desarrollado en la parte IV: la historia en
potencia de un dictador propuesto en la primera página de la novela («¿En qué momento se
había jodido el Perú?») ha llegado a ser, al fin y al cabo, la narrativa del matrimonio de Santiago
con la modesta Ana, los problemas con la vida que tiene Ambrosio en Pucallpa, y cosas por el
estilo (Williams, 2001, p. 174).
Otro estudio significativo y orgánico de las novelas de Vargas Llosa es Tentación de la
palabra de Efraín Kristal. Aunque había aparecido originalmente en inglés en 1998, una
versión puesta al día y en español se publicó recién en 2018. En su contribución a los estudios
de Conversación…, Kristal rastrea, entre las fuentes de la novela, una situación familiar y una
técnica en el diálogo presentes a su vez en ¡Absalón! ¡Absalón! (1936) de Faulkner (2018, pp.
152-153). De otro lado, extrapola el descubrimiento de la homosexualidad del padre de Zavalita
a los melodramas mexicanos «en los que algún joven de clase alta [también] descubre el lado
sórdido de sus padres» como en Aventurera (1949) de Alberto Gout (Kristal, 2018, p. 155).
Hay que observar que estos destacados libros de crítica, aun siendo recientes,
acostumbran a citar ediciones de Seix Barral. Sin embargo, desde hace casi veinticinco años
las novelas de Vargas Llosa se publican por Alfaguara. Prosigo entonces al comentario de las
peripecias de Conversación… en esta editorial.
Conversación… en 1999: nido de erratas
En sus memorias, Vargas Llosa confiesa que, al cumplir los cincuenta años en 1986, tenía entre
sus proyectos «hacer una edición corregida de mis novelas» (1993, p. 34). Es el primer indicio,
tal vez, de lo que acabarían siendo las llamadas «ediciones definitivas» de sus obras, que
16
aparecieron con ese vistoso rótulo entre 1997 y 2001 (con reediciones sucesivas) cuando fueron
editadas por Alfaguara. Al firmar con su nueva editorial en 1996, Vargas Llosa explicó que
«salgo de Seix en términos muy amistosos. Ha sido un divorcio por mutuo disenso y doy las
gracias a Alfaguara por el cariño con que me reciben» (Mora, 1996). El entonces director de
Alfaguara, Juan Cruz, anunció las reediciones de la obra previa del autor: «Será una edición
limpia, con el único aditamento de la corrección de posibles erratas de otras ediciones y sin
aparato crítico» (Ibidem).
En abril de 1997, Alfaguara publicó en estreno Los cuadernos de don Rigoberto y en
octubre apareció la primera «edición definitiva» de una novela de Vargas Llosa, La ciudad y
los perros. En febrero de 1999, le siguió La casa verde. En marzo, Conversación…, con un
prólogo ex profeso en que el autor hizo una confesión que luego se ha reproducido mucho:
«Ninguna otra novela me ha dado tanto trabajo; por eso, si tuviera que salvar del fuego una
sola de las que he escrito, salvaría esta» (Vargas Llosa, 1999, p. 9)
23
.
Esta edición de 1999 de Conversación... es físicamente única, comparada a lo que se
hizo antes o después, con un diseño de portada monocromático que armonizaba tipografías
rojas y amarillas, obra de Óscar Mariné con fotografía de Ricardo Dávila Wood, y papel de un
grosor semejante al de infolios
24
. Lamentablemente, la limpieza del texto mismo de la novela
es menos impresionante o lo es en proporción inversa: si bien Alfaguara corrigió mucho en
ediciones subsiguientes, la primera de 1999 debe ser la más calamitosa que se haya hecho de
Conversación… con no menos de 85 erratas, la mayoría de una vulgaridad o infantilismo que
causan pasmo: entre las detectadas se cuentan dieciocho palabras truncadas («Arquipa» por
Arequipa), veinticuatro palabras trocadas («mamita» por manita), treinta y seis
agramaticalidades (desde palabras sin tilde a comas sobrantes y hasta falta de concordancia) y
otras tantas de incierta clasificación. Daré ejemplos de las erratas inicuas sin dejar antes de
mencionar que la fijación del texto se atribuyó a Alex Zisman, quien en 1981 se había
encargado con Luis A. Lagos del cuidado de La guerra del fin del mundo (con una treintena de
23
Las respuestas del autor han cambiado dependiendo tal vez de la circunstancia y el humor. El 19 de noviembre
de 2001, durante el conversatorio Las Guerras de este Mundo, organizado por la PUCP, cuando le preguntaron
por la novela con la que se quedaría, dijo:
¿[Elegir] entre Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo? No acepto pues, esa disyuntiva tan cruel.
Cómo va uno digamos a traicionar lo que ha significado años de trabajo, de ilusión, algo que forma parte de su vida,
cómo se va uno a desprender de eso. Desde luego que yo me niego a elegir si me lo plantean de esa manera. En lo más
secreto de mi consciencia, cuando nadie me oye ni me ve, puedo decir «Bueno, me quedo con esta», pero públicamente
no lo diré jamás porque me sentiría un traidor (Transcripción de la grabación en video.)
24
Cabe especificar que me refiero a la edición española. Las reimpresiones en otros países utilizaron un papel
regular, más delgado.
17
erratas). Zisman figura como solo responsable de las nueve «ediciones definitivas»
25
incluyendo Conversación… pero, mientras se le iba eliminando de los créditos edición tras
edición (para la colección Biblioteca Mario Vargas Llosa de 2004 ya había desaparecido su
responsabilidad o culpabilidad), Alfaguara fue limpiando en silencio las erratas gruesas hasta
sobrevivir solo una décima parte, que comentaré en la edición del cincuentenario. Conviene
señalarlo puesto que son las versiones de Alfaguara las que se encuentran hoy en librerías de
nuevo en reemplazo de las de Seix Barral. Sin embargo, vale la pena detenerse en erratas y
errores de tipo inicuo que introdujo la aberrada edición primigenia de Alfaguara y que
continuaron vivas y coleando, saltando de edición en edición, hasta por lo menos 2018 (casi
veinte años). Daré tres ejemplos.
Con el tiempo laberíntico de la novela y sus personajes numerosos, hay que conocerla
—prácticamente releerla apenas se la ha leído— para notar que en el primer capítulo el amigo
de Santiago, Popeye, no se «recibirá» de arquitecto, como se lee en Alfaguara 1999-2018
(Vargas Llosa, 1999, p. 20), sino que ya se había recibido, lo que motiva que Santiago se diga:
«Quién iba a decir que Popeye se recibiría de arquitecto» [cursiva nuestra]. En el capítulo III,
se describe la primera aparición de la esposa de Cayo así: «La puerta se abrió gruñendo y se
adelantó una mujer: una indiota con la cara negruzca y llena de lunares, don». La mención de
una indiota que hace el personaje Ambrosio fue convertida por el sobrecorrector en «idiota»
(Vargas Llosa, 1999, p. 60). Son cambios sutiles o, mejor dicho, traiciones sutiles al texto que
el lector encontrará difícil identificar. Pero, entre todos ellos, el error más severo fue la
mutilación de un «bocadillo» de diálogo. Donde el original dice [pongo en cursiva las líneas
recortadas]:
-A la Herradura a tomar milk-shakes con hot-dogs, papá —dijo Santiago.
-A la Rueda Chicago que han puesto en el Campo de Marte, papá —dijo el Chispas.
-Vamos a la Herradura —dijo don Fermín—. El flaco es el que ha hecho la primera comunión,
hay que darle gusto a él (Vargas Llosa, 1969, p. 82).
Se lee en Alfaguara 1999-2018:
-A la Herradura a tomar milk-shakes con hot-dogs, papá —dijo el Chispas.
25
«Edición definitiva» fue el rótulo que apareció en nueve tomos de la obra de Vargas Llosa en Alfaguara entre
1997 y 2001, con reediciones. Vargas Llosa escribió una columna sobre Zisman titulada «Mi único alumno»
(1992), donde recuerda que «leía con una agudeza y buen gusto que yo he visto en pocos críticos» y que «además
de entenderla, amaba de veras la literatura» (Vargas Llosa, 2012, p. 530).
18
-Vamos a la Herradura —dijo don Fermín—. El flaco es el que ha hecho la primera comunión,
hay que darle gusto a él (Vargas Llosa, 1999, pp. 91-92).
Las líneas cercenadas hacen ininteligible el diálogo, pues además el «flaco» es
Santiago, el hijo predilecto de don Fermín, como sabe cualquiera que haya leído el libro. Todas
las ediciones de Alfaguara de 1999 a 2018 (incluidas las de bolsillo) tienen esta omisión, que
solo sería reparada en la edición del cincuentenario. De todos modos, insisto en la salvedad de
que unas 54 erratas de las 85 de 1999 habían sido ya corregidas en la edición de la Biblioteca
Vargas Llosa que empezó el 2004, aunque es verdad que treinta por corregir no sea poco (y a
2020 algunas todavía perviven). Se comprenderá mejor el leitmotiv del autor cuando protestaba
que las erratas «me visitan en las noches en forma de monstruosas pesadillas».
Estos inconvenientes aparte, a fines del siglo XX, la obra de Vargas Llosa y
Conversación… en particular tenían la condición de clásicos de la literatura latinoamericana.
Octavio Paz, acaso el más grande ensayista latinoamericano de la época, lo dijo así: «[Vargas
Llosa] [n]o sólo es un observador lúcido e independiente de nuestra historia contemporánea
sino que es el autor de una obra maestra en un género difícil. Me refiero a su novela
Conversación en La Catedral, que es una visión realmente profunda de nuestras sombrías
realidades políticas» (1985, p. 280). En unas décadas, Vargas Llosa seguiría a Paz en la
obtención del Premio Nobel, así como en la inclusión de sus libros en la colección de
«inmortales» de la Pléiade, de la cual me ocuparé a continuación.
Conversación… en 2016: la edición francesa
La obra de Vargas Llosa ha carecido de fortuna respecto a ediciones críticas. En rigor, en lengua
española carecía de alguna hasta que, en junio de 2020, Cátedra publicó una de La ciudad y los
perros a cargo de Dunia Gras. Sin embargo, a pesar de los valiosos aportes que contiene, la
fijación del texto ha quedado lejos de ser aceptable, desde no menos de cincuenta erratas hasta
errores en las notas al pie en la definición de peruanismos (Aguirre, 2020).
La fortuna le ha sonreído en cambio en la traducción francesa. Si la obtención del
Premio Nobel fue una consagración publicitaria del escritor ante todos los públicos, incluyendo
los que ni siquiera leían libros, la noticia de una edición de sus novelas en la colección de la
Pléiade de Gallimard (Vargas Llosa, 2016) conllevó no solo una consagración bibliográfica
como escritor «inmortalizable» sino la primera edición sistemáticamente anotada de libros
suyos, con una introducción informada, cronología y notas robustas. Ocho novelas fueron las
escogidas. De Conversación…, se encargaron Stéphane Michaud y Anne Picard.
19
En 1973 había aparecido una versión de la novela traducida por Sylvie Léger y Bernard
Sesé con el título Conversation à La Cathedrale en la colección Du Monde Entier de Gallimard.
El 2015 apareció una nueva traducción con el título del bar castellanizado, Conversation à La
Catedral, obra de Albert Bensoussan y Anne-Marie Casès. Este es el texto que se tomó como
base para la edición de la Pléiade. En cuanto a su historia con las erratas inventariadas,
lamentablemente heredó a la «idiota» esposa de Cayo y la mutilación de líneas de Alfaguara;
26
pero, entre las compensaciones, corrigió al mismo autor que en todas las ediciones en español
llamaba «El origen de la familia, de la sociedad y del estado» (Vargas Llosa, I, 1969, p. 119)
al libro de Engels que en realidad se titula El origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado (Vargas Llosa, 2016, p. 885).
Respecto a las 215 notas que explican el texto, una de las más importantes es la
argumentación para fijar el presente de la novela en 1967. En ese presente, Santiago se
pregunta: «¿preferías la huelga bancaria, Zavalita, la crisis pesquera o Israel?» (Vargas Llosa,
I, 1969, p. 17). Según la nota de la Pléiade (Vargas Llosa, 2016, p. 1809), los dos primeros
eventos reflejan la crisis de una inflación galopante que, en septiembre de 1967, durante el
gobierno de Belaunde, devaluó la moneda en 40% por el aumento en el gasto público, después
de años de expansión económica favorecida por el libre mercado, la inversión privada y un
aumento exponencial de las exportaciones mineras y de la harina de pescado. Y en cuanto a
Israel, el libro evocaría su protagonismo en la guerra de los Seis Días (5-10 de junio de 1967),
que precipitó una crisis internacional.
27
Otras notas valiosas a mencionar son el inventario descriptivo de lo que puede llamarse
la «bibliografía» que cita la novela, desde libros de Politzer y Husserl, Kafka y Malraux, a
revistas como el Reader’s Digest o Mundial. Las notas aclaratorias sobre la realidad de lugares
y personas son a menudo estupendas aunque con algunos errores: si se agradecen las
26
La nueva traducción en la Pléiade tomó como fuente la edición de Obras completas en Galaxia Gutenberg y
Círculo de Lectores de 2004, que sigue a la de Alfaguara, y así leemos:
-On va à La Herradura prendre des milk-shakes avec des hot-dogs, papa, dit Chispas.
-D’accord, à La Herradura, dit don Fermín. C’est le Gringalet qui a fait sa première communion, il faut lui faire
plaisir (Vargas Llosa, 2016, p. 851).
La primera traducción al francés, sin embargo, tuvo la suerte de traducir de Seix Barral, en tal edición el pasaje
está completo:
-A la Herradura pour boire des milk-shakes avec des hot-dogs, papa, dit Santiago.
-A la Grande Roue qu’on a installé sur le Champ-de-Mars, papa, dit le Chispas.
-Allons à La Herradura, dit don Fermín. C’est le biquet qui a fait sa première communion, c’est à lui qu’il faut faire
plaisir (Vargas Llosa, 1973, p. 69).
27
Sin ser definitivo, estos argumentos son más persuasivos, por lo menos, que el cálculo hecho a ojo de buen
cubero por Oviedo y Williams, que fechan el presente de la novela en 1963. Véase Oviedo, 1982, p. 253.
20
explicaciones sobre «cacógrafo» como un galicismo de uso balzaciano o las relaciones de la
«Polla» hípica con la familia Prado, desbarran al llamar al miraflorino Cream Rica «uno de los
cafés del centro de Lima», al victoriano El Porvenir «un barrio del Callao» o cuando mencionan
que la Policía Nacional del Perú todavía cuenta con una «Policía de Investigaciones del Perú»
(PIP) disuelta desde hace casi treinta años
28
.
De cualquier modo, la existencia de esta edición en la Pléiade es una incitación a
meditar sobre cuánto puede y merece hacerse alrededor de la obra de Vargas Llosa. En ese
mismo 2016, Alfaguara se limitó a conmemorar los ochenta años de edad de Vargas Llosa con
una reedición de ocho de sus novelas. Conversación… apareció en tapa dura con una portada
ilustrada por Fernando Bryce que identificaba a los Cayo Bermúdez del Perú con la última
celebridad de esa estirpe, Vladimiro Montesinos. Aunque se eliminaron algunas erratas de
ediciones previas, todavía sobrevivieron algunas que en buena parte serían erradicadas en la
edición del cincuentenario que comento a continuación.
Conversación… en 2019: cincuenta años y contando
La más reciente edición de Conversación… apareció en octubre de 2019 (Vargas Llosa, 2019),
cincuenta años después de la 1.ª edición. Trajo como principal novedad un apéndice que es un
recorrido por la gestación de la novela a partir de materiales epistolares y periodísticos en una
«narración a varias voces», obra del historiador Carlos Aguirre (autor también de una
«biografía» de La ciudad y los perros), y del que he citado generosamente en este trabajo. El
volumen trajo asimismo un breve texto de Vargas Llosa, que reitera lo dicho en el prólogo de
1999. Además, corrige un puñado de erratas que la novela traía desde Seix Barral y versiones
previas de Alfaguara. Entre las erratas heredadas de Seix Barral por fin corregidas están el
título equivocado del libro de Engels (Vargas Llosa, 2019, p. 134); Amalia que ya no tutea a
Hortensia cuando discuten («nunca me habías insultado», Vargas Llosa, II, 1969, p. 113) y dice
por fin «nunca me había insultado» (Vargas Llosa, 2019, p. 526), y la vivienda de Cayo cerca
del «Bertoloto» por Bertolotto. De las erratas heredadas de Alfaguara, la mujer de Cayo dejó
de ser «idiota» para ser restituida a indiota y el infausto pasaje mutilado del Chispas en la Rueda
de Chicago fue también reparado. Sin embargo, los errores en un par de tiempos verbales de
decir, esenciales en la construcción misma de la novela, se mantienen imbatibles a 2019: una
la introdujo Alfaguara en 1999 («dice Ambrosio» en Vargas Llosa, I, 1969, p. 178, aparece
28
La explicación de cacógrafo se encuentra en la nota 114 (p. 1819), la de la Polla en la nota 2 (p. 1825), la de
Cream Rica en la nota 42 (p. 1811), la de El Porvenir en la nota 12 (p. 1821) y la de la PIP en la nota 31 (p.
1825).
21
como «dijo Ambrosio» en Vargas Llosa, 2019, p. 204) y otra se niega a enmendarse desde la
de Seix Barral («dijo Queta» aparece como «dice Queta» en Vargas Llosa, II, 1969, p. 269, y
2019, p. 701). Sobrevive un «ay no te acuerdas» (Vargas Llosa, 2019, p. 95) de Zavalita que
en el original es «ya no te acuerdas» (Vargas Llosa, I, 1969, p. 81), así como topónimos escritos
incorrectamente por el autor («el Frontón» en vez de El Frontón, «la Parada» en vez de La
Parada, etc.). Con todo, la edición reciente de Conversación… es la que más nos acerca a una
limpieza «definitiva» del texto, con apenas trece erratas identificadas
29
.
A modo de conclusión
Conversación en La Catedral es una novela que hoy no provoca miedo ni indiferencia sino
reverencia, que ha dejado de citarse solo en el medio universitario y periodístico para llegar a
los lugares menos pensados: el tenor Juan Diego Flórez la mencionó en una entrevista sobre
sus éxitos como «uno de mis libros favoritos» (Huertas, 2009, p. 29) y varias novelas
latinoamericanas y peruanas la han homenajeado de un modo o de otro, como Tinta roja de
Alberto Fuguet, Flores amarillas de Raúl Tola o (un homenaje brillante en el título) Los últimos
días de La Prensa de Jaime Bayly. El cubano Leonardo Padura la relee de principio a fin cada
vez que empieza la redacción de una novela y en la película Regreso a Ítaca, que lleva libreto
suyo, los personajes se recitan de memoria líneas de Conversación... como otros lo hacen con
Shakespeare o Cervantes.
Es verdad que, entre el entusiasmo general, hay todavía insuficiencias y vacíos en la
crítica sobre Conversación... Entre los múltiples asuntos que la novela plantea, podría
mencionarse la ausencia de una discusión más «actual», por llamarla de algún modo, de la
relación entre don Fermín y Ambrosio. ¿Qué es lo que causa náusea y pesadumbre a Santiago
en la gran «revelación» de la novela, el homosexualismo de su padre o el posible sicariato que
lo involucra? Kristal señala que la fuente es el melodrama mexicano de los años cuarenta:
mucha agua ha corrido desde esos años, y es posible que sea cada vez más difícil asombrarse
de alguna «sordidez» (pp. 154-155) en la homosexualidad (o bisexualidad) de Fermín, o
entender dónde está lo «encanallado» (Oviedo, 1982, p. 235) en el asunto
30
. La «decencia
escandalizada» de Santiago y de su familia bien podrían transformarse en prejuicios de época,
y la actitud de Ambrosio, entre la empatía y la compasión por su jefe, en una respuesta ordinaria
29
Quizás convenga dar la lista de las erratas más gruesas en la edición de 2019, aparte de las mencionadas:
«Bustamente» por Bustamante (p. 43), «Arbaláez» por Arbeláez (478), «Magadalena» por Magdalena (514),
«las señora» por la señora (515) y «de verás» por de veras (643).
30
Oviedo también llama equivocadamente «pederasta» a Fermín (Oviedo, 1982, pp. 219, 222): «A Santiago le
parece que saber que su padre era pederasta es el acontecimiento decisivo de su frustración».
22
en la actualidad. Lo comentó el propio Vargas Llosa cuando se refirió a los hábitos desinhibidos
de unos personajes en Paradiso de Lezama Lima:
[M]e tiene perfectamente sin cuidado que los hombres forniquen al derecho o al revés, y
siempre me ha parecido una forma alevosa de la estupidez que se juzgue o mida a una persona
o a una obra artística por la actitud que adopte frente al «problema» homosexual (que a no
me parece problema en absoluto, ni social ni moral, sino un asunto de gusto personal, que
debería ser resuelto libremente por cada cual como mejor le convenga) (Vargas Llosa, 1967, p.
89).
Que Vargas Llosa no tiene prejuicios sexuales está claro para quien conozca su obra;
que el drama de algunos de sus personajes puede envejecer o leerse de otro modo con los años,
merecería investigarse. La vida sexual atormentada de don Fermín merecería quizás quedar
consignada como propia de una época represiva superada o por superarse. Lo cual plantearía
luego una interrogante: si Zavalita es un antihéroe, ¿es su padre Fermín un héroe trágico? Cae
una vez por conspirar contra Cayo; cae dos veces por su fama de «Bola de Oro».
La novela tiene todavía larga vida y muchos estudios por hacerse. Los avances y
retrocesos de edición en edición que he consignado no han perjudicado su prestigio ni reducido
los lectores que se acercan a ella, y la opinión favorable por parte de la crítica se ha mantenido
por décadas estable (aun se diría que demasiado estable hasta lo inmóvil). Para el
cincuentenario, el autor escribió que «[e]l libro tuvo pocos lectores al principio, pues se le
consideraba largo y difícil. Sin embargo, en este medio siglo ha ido ganando lectores en todo
el mundo» (Vargas Llosa, 2019, p. 9). Y años antes ampliaba sobre ello: «Curiosamente ha ido
ganando lectores con el tiempo, se ha ido reeditando y ahora está más viva que otros libros
míos. Ha ido conquistando poco a poco a los lectores. Eso me alienta mucho. Si se hace una
valoración de las cosas que yo he escrito, este libro debería figurar como uno de los principales»
(Vargas Llosa, 2017, p. 108). Este repaso ha querido ser una mínima contribución a esa
valoración.
23
Referencias
Aguirre, C. (2019). La novela del guardaespaldas. En Mario Vargas Llosa, Conversación en
La Catedral. Edición especial 50° aniversario (pp. 743-777). Alfaguara.
Aguirre, C. (2020). La edición crítica de La ciudad y los perros (Cátedra, 2020): Una
oportunidad perdida. Recuperado de https://bit.ly/342TrVD
Alonso, M. R., Armas, J. J., Fuentes, C., Gallagher, D., Lafforgue, J. Loayza, L., Luchting, W.
A., Ortega, J. y Rodríguez Monegal, E. (1972), Agresión a la realidad: Mario Vargas
Llosa. Inventarios Provisionales.
Anónimo (6 de febrero de 1970). Libros Nuevos: Conversación en La Catedral. ABC,
p. 60.
Barnechea, A. (2011). Perú, país de metal y de melancolía: Memorias de una educación
política. Fondo de Cultura Económica.
Bibliotèque Nationale de France (21 de marzo de 1973). Nouvelles du livre. Bibliographie de
la France, (12), p. 324.
Bibliotèque Nationale de France (10 de abril de 1974). Prix littéraires. Bibliographie de la
France (15), p. 427.
Bolaño, R. (2006). 2666. Anagrama.
Bolaño, R. (2008). 2666. Farrar, Straus and y Giroux.
Carballo, E. (2007). Protagonistas de la literatura hispanoamericana. Alfaguara.
Castro-Klarén, S. (1988). Mario Vargas Llosa: Análisis introductorio. Latinoamericana
Editores.
Conte, R. (2004). Vargas Llosa y la novela total. Informaciones de las Artes y las Letras. En J.
Marco y J. Gracia (coord.), La llegada de los bárbaros: La recepción de la literatura
hispanoamericana en España, 1960-1981 (pp. 601-609). Edhasa.
24
Cortázar, J. (2012). Cartas, Vol. 4 (1969-1976). Alfaguara.
Díez, L. A. (ed.) (1972). Asedios a Vargas Llosa. Editorial Universitaria.
Edwards, J. (junio de 1970). El gusano de la conciencia. Amaru, (12), p. 92.
Franco, J. (julio-diciembre de 1971). Lectura de Conversación en La Catedral. Revista
Iberoamericana, (76-77), pp. 763-768.
García Hortelano, J. (1972). El gran momento de Mary Tribune. Barral.
García Marder, A. (2004). Vargas Llosa y el exilio del escritor latinoamericano. En J. Marco y
J. Gracia (coord.), La llegada de los bárbaros (pp. 613-621). Edhasa.
Gargurevich, J. (2005). Mario Vargas Llosa: Reportero a los quince años. Pontificia
Universidad Católica del Perú.
Giacoman, H. F. y Oviedo, J. M. (1971). Homenaje a Mario Vargas Llosa. Las Américas.
Gnutzmann, R. (1992). Cómo leer a Mario Vargas Llosa. Ediciones Júcar.
Gutiérrez, M. (1991). La violencia del tiempo. Editorial Milla Batres.
Huertas, M. (2009). Los reyes del mambo: Diez historias para entender el éxito en el Perú.
Planeta.
Kristal, E. (2018). Tentación de la palabra: Arte literario y convicción política en las novelas
de Mario Vargas Llosa. Fondo de Cultura Económica.
Levine, S. J. (23 de marzo de 1975). A massive novel of Peruvian realities. The New York
Times, p. 250.
Marco, J. (5 de marzo de 1970). Una novela de desengaño político. La Vanguardia, p. 41.
Martínez Moreno, C. (21 de junio de 1966). Vargas Llosa confirma su talento. La Mañana,
Montevideo, p. 9.
Martorell, J. y De Galba, M. J. (1969a). Tirant lo Blanc (J. F. Vidal Jové, trad.). Alianza.
Martorell, J. y De Galba, M. J. (1969b). Tirant lo Blanc. Seix Barral.
25
Moix, T. (26 de agosto de 1970). Conversación en La Catedral, entre las grandes novelas de
este siglo, Tele/exprés, p. 12.
Mora, R. (2 de diciembre de 1996). Alfaguara contrata toda la obra de Vargas Llosa. El País.
Recuperado de: https://bit.ly/3ky61Sy
Oviedo, J. M. (1982). Mario Vargas Llosa: La invención de una realidad (3.ª ed.). Seix Barral.
Paz, O. (1985). Pasión crítica. Seix Barral.
Rico, E. G. (24 de enero de 1970). Vargas Llosa: una gran novela política. Triunfo (399), pp.
44-45.
Rodríguez Monegal, E. (septiembre de 1966). Madurez de Vargas Llosa. Mundo Nuevo (3),
pp. 62-72.
RPPC (22 de enero de 2014). Entrevista de César Lévano a Alejandro Esparza Zañartu.
Publicado en Caretas. Lima, 14 de agosto de 1970. Copy Paste Ilustrado. Recuperado
de https://bit.ly/31z8JzS
Vargas Llosa, M. (octubre de 1967). El derecho y el revés (Diálogo sobre Lezama Lima con
Emir Rodríguez Monegal). Mundo Nuevo (16), pp. 89-90.
Vargas Llosa, M. (1969). Conversación en la Catedral (vol. 2). Seix Barral.
Vargas Llosa, M. (1970). Conversación en la Catedral. (2.ª ed., vol. 2). Seix Barral.
Vargas Llosa, M. (enero-febrero de 1971). De Conversación en La Catedral. Casa de las
Américas (64), pp. 97-112.
Vargas Llosa, M. (1973). Conversation à La Cathedrale (trad. de S. Leger y B. Sesé).
Gallimard.
Vargas Llosa, M. (1999). Conversación en La Catedral: Edición definitiva. Alfaguara.
Vargas Llosa, M. (1993). El pez en el agua: Memorias. Seix Barral.
Vargas Llosa, M. (2008). Carta de batalla por Tirant lo Blanc. Alfaguara.
26
Vargas Llosa, M. (2012). Piedra de toque II (1984-1999). Galaxia Gutenberg y Círculo de
lectores.
Vargas Llosa, M. (2016). Œuvres romanesques (vol. 1). Gallimard.
Vargas Llosa, M. (2017). Conversación en Princeton con Rubén Gallo. Alfaguara.
Vargas Llosa, M. (2019). Conversación en La Catedral: Edición especial 50.° aniversario.
Alfaguara.
Williams, R. L. (2001). Vargas Llosa: Otra historia de un deicidio. Aguilar.
Wood, M. (20 de marzo de 1975). Masquerades. The New York Review of Books, pp. 27-28.