Presente y futuro de los datos abiertos: análisis y reflexión del caso peruano
1
Albert Moisés Ponce Villegas
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú
Contacto: albert.ponce@unmsm.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-1454-9200
Resumen
Los datos son el petróleo del siglo XXI, aunque su valor como catalizador de mejores
decisiones gubernamentales aún no desenvaina todo su potencial debido a una visión
reduccionista por parte del Gobierno y a la poca apropiación e interiorización de la sociedad.
En el presente ensayo intentamos exponer la utilidad, importancia, los avances y retos de los
datos abiertos. En un primer momento, nos adentramos a explorar las encomiables y
perfectibles prácticas nacionales en materia de datos abiertos durante la crisis de la COVID-
19. Posteriormente, exteriorizamos nuestro flotante rezago en comparación a nuestros aliados
de la Alianza del Pacífico, así como trazamos dos hitos a los que deberíamos aspirar en el
enigmático futuro que nos depara. Finalmente, compilamos algunas sugerencias manifestadas
por organismos internacionales en relación a nuestra región y país que deberíamos tener en
cuenta.
Palabras clave: datos abiertos, Alianza del Pacífico, agenda pos-COVID-19,
transformación digital.
Abstract
Data is the oil of the 21st century, although its value as a catalyst for better government
decisions has not yet drawn its full potential due to a reductionist vision by the government and
little appropriation and internalization of our society. In this essay, we try to show the
usefulness, importance, advances and challenges of open data. At first, we will explore the
commendable and perfectible national practices in open data during the COVID-19 crisis.
Subsequently, we externalize our floating lag compared to our Pacific Alliance allies, as well
as outline two milestones to which we should aspire in the enigmatic future that lies ahead.
1
Fecha de recepción: 17 de julio de 2020; fecha de aceptación: 16 de octubre de 2020.
Finally, we compile some suggestions expressed by international organizations in relation to
our region and country that we should take into account.
Keywords: open data, Pacific Alliance, pos-COVID-19 agenda, digital transformation.
Introducción
Hoy en día, el volumen de información que generamos es inconmensurable. Por citar un par de
ejemplos, en solo un segundo se realizan más de 58 000 búsquedas en el navegador Google y
se envían más de dos millones de correos electrónicos
(Statista, 10 de febrero de 2017). En
consecuencia, podemos coincidir en la denominación que muchos autores le vienen dando a
los datos: «el nuevo petróleo», debido a su riqueza y alta abundancia. Sin embargo, las personas
todavía no asimilamos su valía en su plena dimensión. Una gran mayoría de nosotros brinda
libre acceso de su información sin escudriñar sus posibles fines y usos, pero ¿por qué ocurre
esto? Veamos el caso de una aplicación, al instalarla, uno no se fija en las políticas de
privacidad; seguimos el común denominador de darle clic en «Acepto» o «Continuar».
Difícilmente, prestamos atención a las explicaciones detalladas de cada etapa. Esto es
propio de nuestra naturaleza como humanos y de los sesgos que disponemos. Este último
aspecto ha sido analizado, experimentado y explicado por los precursores de las ciencias
conductuales que, en términos simples, encuentran que actuamos más como humanos que
como sapiens. Es decir, el ideario racional sobre el cual se fundó la economía clásica y demás
doctrinas sociales no es del todo cierta y ha recibido un peso mayor del que debería. Los
humanos generalmente disponemos de atajos mentales que nos hacen la vida más fácil, pero
estos mismos, frecuentemente, son orientados sobre la base de la rapidez y la emoción. En tal
sentido, brindamos nuestra información en un cuasi desconocimiento porque esta está presente,
pero es tan extensa y compleja que omitimos prestarle la debida atención. Eso produce una
valoración disminuida de nuestros datos y, por tanto, una atención mellada y menos
concurrente sobre su aporte y valor a la sociedad. En similar situación se encuentran los datos
públicos; son vistos, generalmente, de manera unidimensional y unidireccional, donde el sector
público los recopila y les da uso para el diseño e implementación de políticas públicas. Aún no
hemos superado esa barrera imaginaria que está implantada sobre estos.
En este ensayo, nos proponemos a abordar y demostrar el valor de los datos abiertos,
su correlación con la actual pandemia a través de los principales eventos acaecidos, así como
una comparación con los países de la Alianza del Pacífico. Finalmente, nos permitimos delinear
retos y caminos de mejora en un mundo pospandemia.
Argumentación
Durante los últimos cuatro meses, el principal y recurrente tema de conversación entre
familiares y amigos ha sido la crisis producida por la COVID-19. Con el trascurrir de las
semanas, vamos conociendo un poco más de este temible virus, pero ¿qué hace que lo estemos
conociendo cada vez más? Así es, son los datos y la información producida y compartida por
diferentes centros de investigación e investigadores. Por tanto, es correcto señalar que, en
momentos de alta incertidumbre, los datos son el elemento matriz que dota de mayor lucidez a
un difuminado panorama. En efecto, estos son la base sustancial para una mejor gobernanza
tanto en el panorama público como en el privado.
Dentro de estos dos ámbitos, los datos de procedencia gubernamental vienen
adquiriendo una mayor relevancia e investigación debido a sus mayores implicancias sobre la
ciudadanía. Al respecto, una reciente investigación resalta la urgente necesidad de los datos
abiertos en la región Latinoamérica para la investigación de la COVID-19 (Curioso y Carrasco-
Escobar, 2020, p. 1). La información pública debe procurar su presentación en formatos
sencillos y simples, pero no sujetarse netamente a ello, sino también buscar que su
disponibilidad esté presente en distintos formatos, medios y plataformas, con la finalidad de
que la ciudadanía se apropie de la información y le un uso más activo. Con esto nos
referimos a los datos abiertos.
¿Qué son los datos abiertos?
De acuerdo con la Carta Internacional de Datos Abiertos, son aquellos datos digitales puestos
a disposición del público «con las características técnicas y jurídicas necesarias para que
puedan ser usados, reutilizados y redistribuidos libremente por cualquier persona, en cualquier
momento y en cualquier lugar» (ODC, 2015, sumilla).
En este contexto, resulta inevitable hablar del impacto que tiene la pandemia sobre una
variedad de componentes. Esta marcará un antes y un después en nuestra sociedad, pero la
cantidad, forma y desplazamiento de los cambios venideros son difíciles de esbozar. Por lo que
tratar de delinear algo sobre el futuro es sumamente impertinente e inocente. Sin embargo, esta
crisis ha puesto en relieve la importancia de algunos elementos, entre ellos los datos abiertos.
De acuerdo con el Open Data Institute (ODI), los datos abiertos pueden proporcionar
un valor agregado al producto bruto interno (PBI) del 0.5% de manera anual (26 de marzo de
2016). Sin embargo, este aporte económico se vuelve inefectivo si los datos se abren con
medidas restrictivas o se les añade un valor económico de adquisición (26 de marzo de 2016).
Asimismo, Naciones Unidas (2020) señala que el incremento de datos públicos puede generar
un aumento en la productividad y responsabilidad de los organismos públicos.
Datos abiertos de la COVID-19
En este punto, queremos presentar la correlación entre las medidas gubernamentales y los datos
abiertos en la generación de valor público para la ciudadanía. A las pocas semanas de haber
comenzado la cuarentena, el Gobierno anunció una serie de medidas de apoyo financiero
dirigidas a los segmentos de la población más vulnerable, con el fin de paliar el impacto en sus
ingresos. Sin embargo, esta ayuda no llegó a toda la población que la requería. Por lo que el
Gobierno optó por brindar una partida económica a las municipalidades para que puedan
adquirir y repartir canastas con productos básicos. Indudablemente, los municipios son los
espacios administrativos que tienen mayor relación, cercanía y conocimiento de la población
bajo su jurisdicción. Pero con el transcurrir de las semanas, diversos medios periodísticos han
puesto en evidencia algunos casos de corrupción. Esto fue posible gracias a la existencia de
una plataforma exclusiva de Control a la Emergencia Sanitaria COVID-19, de la Contraloría
General de la República (https://bit.ly/3m1aIVe), que informa sobre el grado de avance en las
medidas realizadas frente a la COVID-19.
Adicionalmente, dentro de las otras medidas gubernamentales encontramos a Reactiva
Perú y Fae-Mype, ambos mecanismos de salvataje financiero que buscan evitar la ruptura en
la cadena de pagos por medio de préstamos a intereses bajos para la cancelación de deudas u
obtención de capital de trabajo. Sin entrar a valorar su diseño e implementación, algo por
destacar de ambas medidas es la libertad de información bajo dos formatos: a) resumido y
visual (Reactiva Perú, 2020a) y b) detallado y numérico (Reactiva Perú, 2020b). Estos datos
abiertos han propiciado que unidades de investigación puedan analizar la información y resaltar
algunas posibles incongruencias, como la entrega de préstamos a empresas involucradas en
temas judiciales en curso (Cabral, 8 de agosto de 2020).
Así también, otro episodio reciente que ha causado mucho revuelo en el acontecer
nacional han sido las exorbitantes diferencias entre los precios de un medicamento de un
establecimiento nacional con el de uno privado. Esta comparación fue posible gracias al
Observatorio de Productos Farmacéuticos (https://bit.ly/2FRCxAc) del Ministerio de Salud,
ahí se puede ver el valor referencial del medicamento y se puede realizar comparaciones del
precio de venta.
En suma, los datos han abierto una ventana de oportunidad para que una ciudadanía
externa, manifestada a través del periodismo de investigación, pueda escudriñar, comparar y
compartir información relevante sobre aspectos sustanciales de esta pandemia, propiciando
cambios o mejoras en los ejemplos señalados. Sin embargo, no todas las acciones han confluido
por ese camino. Dentro de la crisis sanitaria producida por la COVID-19, muy aparte de las
medidas iniciales de aislamiento y distanciamiento social, algunos países —principalmente
asiáticos y solo uno latinoamericano (Oquendo, 21 de mayo de 2020)— lidian y controlan el
nivel de contagio por medio del rastreo y seguimiento de contactos. El éxito de estas medidas
radica en la calidad de datos recopilados que se realizan a las personas. Aunque sin las garantías
adecuadas, la información que podamos proveer podría ser empleada con fines más allá de los
sanitarios (Brown, 17 de mayo de 2020).
Como ya señalé, los datos son insumos relevantes para la toma de decisiones. Para el
caso de la COVID-19, el dato primordial que se debe conocer es la tasa de contagio (el popular
Factor R). Cuando el Factor R es menor a 1, implica que una sola persona posee una capacidad
de contagio menor a uno, por lo que se pueden aligerar las medidas de distanciamiento social
y reabrir la economía. Pero para determinar el R, se requiere información. Sin embargo, a pesar
de su importancia, el Gobierno en sus mensajes diarios sobre los estragos situacionales
producidos por la pandemia solo comparte información parcial, omitiendo dar cuenta del R.
Inclusive uno se podría preguntar, ¿se conoce el R? La pregunta no es menor porque, como he
mencionado, el R permite decidir en qué espacios geográficos se podrían aligerar, mantener o
acentuar medidas de aislamiento social. Más allá de su valor decisorio, también ayudaría
mucho a visibilizar el nivel de avance o retroceso que tiene cada distrito, provincia o región.
Recordemos que este esfuerzo es conjunto y de largo aliento. Si los peruanos conociéramos el
valor del R, moldearíamos nuestro comportamiento en relación con la data proveída y el grado
de superación que vamos realizando sobre nuestro entorno territorial.
En efecto, el conocimiento del R debería ser de interés, de conocimiento público y
provisto por el Gobierno. De no ser así, debería de brindar los insumos esenciales para que la
ciudadanía, similar a los anteriores casos señalados, pueda colaborar en su determinación. A
pesar de la dificultad señalada, es curioso y loable saber que disponemos de esa información
en tiempo real en Rt COVID-19 por departamento en Perú (https://huaynodata.com/), gracias
al aporte ciudadano. No obstante, somos un pequeño volumen que tenemos el privilegio de
acceder a tal información y entender las razones por las cuales siete regiones del país todavía
permanecemos en cuarentena. En este punto, me nacen tres interrogantes, ¿cómo actuaríamos
si conociéramos el valor del R en nuestro entorno?, ¿cuántas personas más se hubieran
involucrado en una cruzada para determinar el R teniendo los datos abiertos?, ¿qué sucedería
si todos los datos de la pandemia fuesen abiertos y qué otros aportes se hubieran producido?
En recientes semanas, el Gobierno, al parecer, internalizó el mensaje sobre la
importancia de la inteligencia colectiva para la solución de problemas públicos. Por lo que,
decidió subir la información requerida a la Plataforma Nacional de Datos Abiertos del
Gobierno peruano (https://bit.ly/31ujhAm). En un artículo de inicios de la pandemia, Harari
señalaba la importancia de la cooperación y la colaboración colectiva para hacer frente a los
retos presentes y futuros que tendremos como humanidad y sociedad (20 de marzo de 2020).
En efecto, la colaboración debe superar las barreras organizacionales que existen y persisten
en el sector público. Una forma de aprovechar la inteligencia colectiva es abriendo los datos
públicos.
A los pocos días de la divulgación de la data del Gobierno, un grupo de ciudadanos se
organizó para analizar, comparar y evaluar su calidad, y concluyeron en la necesidad de
información más pormenorizada y detallada (Chávez Amaya, 26 de mayo de 2020). No
obstante, el tenerla abierta es un avance significativo que debe quedar y perdurar en la
mentalidad de actuales y futuros funcionarios públicos. Incluso, se podrían tener en cuenta las
características de algunas plataformas de la región como DataViva (http://dataviva.info/en/),
plataforma que comparte información de todo Brasil sobre locaciones, ocupaciones,
actividades económicas, productos, alianzas comerciales, universidades y cursos básicos. La
información es gratuita y desagregada, se puede descargar todo el conjunto de datos (datasets)
o incluso crear gráficos combinando las variables de la plataforma. Otro caso para tomar en
consideración es Data Chile (https://es.datachile.io/), plataforma que integra quince secciones
de ámbitos como salud, educación, demográfico, tecnológico y socioeconómico, que provienen
de más de diez organismos. Algo que se destaca de la plataforma es su lema «Piensa los datos
como historias y no como archivos».
En tiempos como este, donde se exige e invita a la ciudadanía a comportarse en busca
del bienestar colectivo, también debe entenderse que la comunidad externa puede aportar y
colaborar a la resolución de los problemas públicos, al menos de forma parcial. A través de
estos ejemplos, hemos querido extraer los principales beneficios que trae consigo los datos
abiertos: transparencia, rendición de cuentas minuciosas, colaboración, participación y
empoderamiento ciudadano. Para cosechar estos beneficios ya existen determinados
lineamientos; al respecto, la Carta Internacional de Datos Abiertos es muy explícita y las
delimita en seis consideraciones a) abierto por defecto, b) oportuno y exhaustivo, c) accesible
y utilizable, d) comparable e interoperable, e) debe propiciar el desarrollo inclusivo y la
innovación y f) debe mejorar la gobernanza y el compromiso ciudadano (ODC, 2015, ítem
número 10).
Ergo, los datos abiertos deben ir anclados sobre la base de un entendimiento distinto y
amplio sobre la forma de gobernar que hoy prepondera en el sector público. Incluso uno ya
puede observar propuestas que toman en consideración los beneficios derivados de los datos
abiertos como la gobernanza colaborativa (Zurbriggen y Gonzáles Lago, 2014) o la gobernanza
inteligente (Criado, 2016).
Datos abiertos en países de la Alianza del Pacífico
Después de definir los beneficios que trae consigo los datos abiertos por medio de algunos
ejemplos contextuales; en esta parte, nos abocamos a evaluar y comparar los avances que
tenemos en la agenda de datos abiertos sobre los países miembros de la Alianza del Pacífico.
Tabla 1
Índice de Datos Abiertos (IDA) en países de la Alianza del Pacífico
México
Colombia
Chile
Perú
Puesto
11
14
22
55
Score
65%
64%
52%
29%
Variables con 0% de avance
3
2
4
5
Fuente: Elaboración propia. Información tomada de Global Open Data Index. Open
Knowledga Foundation (s/f).
En cifras provenientes del Índice de Datos Abiertos, el cual analiza quince variables
nacionales entre las que destacan la calidad del agua, compras públicas o gasto gubernamental,
Perú es el país de peor desempeño dentro de los países integrantes. La brecha entre Perú y los
demás países es sumamente amplia y esta se mantiene en otro indicador clave como es el
Barómetro de Datos Abiertos (BDA), el cual mide tres eslabones: a) nivel de preparación; b)
nivel de implementación; e c) impacto de los datos abiertos.
Tabla 2
Barómetro de Datos Abiertos (BDA) en países de la Alianza del Pacífico
México
Colombia
Perú
Puesto
11
24
48
Ubicación por cuadrante (1-4)
1
1
3
Elaboración propia. Información tomada de Los datos abiertos en América Latina y el Caribe,
Muente-Kunigami, A., y Serale, F., 2018.
De acuerdo con el barómetro, México y Chile tienen un alto grado de avance en la
preparación e implementación de políticas de Gobierno abierto. Solamente, les queda pendiente
una agenda de consolidación. En un segundo nivel, se encuentra Colombia, que necesita un
mayor esfuerzo en su implementación. Finalmente, en un tercer nivel, se ubica Perú, que
requiere un mayor esfuerzo no solo en la implementación, sino también en el diseño.
En ambos indicadores, nuestro país se muestra muy rezagado. Necesita mejores y
mayores esfuerzos para, al menos, intentar equiparar las condiciones en las que ahora se
encuentran nuestros vecinos regionales. Para entender el reto en toda su dimensión, debemos
tener en cuenta que muchos países de la región ya vienen adoptando un considerable número
de recomendaciones de la Carta Internacional de Datos Abiertos (Ramírez-Alujas, 2019). Es
decir, la carrera por los datos abiertos es una competencia en curso y para ganarla o tentar los
primeros puestos requerimos de un desempeño prolijo, articulado y ambicioso.
No obstante, a pesar de que las cifras sean negativas, hay una variable en las que
tenemos ciertas similitudes. Según el Open Data Inception (https://opendatainception.io/), los
países de la Alianza del Pacífico cuentan con más de ciento veinte portales de datos abiertos
de manera conjunta y la cantidad entre unos y otros es muy pareja. Eso indica que disponemos
de un avance parejo en la parte de oferta de plataformas de datos, aunque muchos de ellos
provienen de las mismas instituciones. Por ejemplo, Perú cuenta con veintinueve portales, pero
estos nacen solo de catorce instituciones.
Evidentemente, requerimos una cantidad que crezca, sí, pero tal número debe ser
producto de la comunión y confluencia de un mayor número de instituciones en los tres niveles
del Gobierno. Para su logro, podemos aprovechar el estrecho vínculo que disponemos con
nuestros vecinos regionales y extraer aprendizajes, adecuarlos a nuestro contexto e
implementarlos iterativamente. En ese sentido, un primer hito para nuestro país debe estar
centrado en emparejar nuestros números con el de nuestros vecinos estratégicos.
Posteriormente, un segundo hito, debe estar centrado en una mayor institucionalidad, así como
la convocatoria de un mayor número de actores y sectores (Muente-Kunigami y Serale, 2018).
Avances de los datos abiertos en sus eslabones superiores
Para poder profundizar el análisis de los datos abiertos, nos desplazamos hacia un plano
superior de estos. En tal sentido, de manera breve, reseñaremos los avances que disponemos
sobre los eslabones superiores de los datos abiertos: gobierno abierto (open government),
gobierno digital (e-government) y govtechs.
Gobierno abierto
Según la Carta Iberoamericana de Gobierno Abierto (CIGA), de la cual somos firmantes, el
gobierno abierto reposa en cuatro pilares: transparencia, rendición de cuentas públicas,
participación ciudadana, colaboración e innovación pública (CLAD, 7 y 8 de julio de 2016).
Respecto al mismo, Perú junto a otros setenta y ocho países forman parte de la Alianza para el
Gobierno Abierto (AGA) (https://bit.ly/31oMf4k). De manera bianual, cada país presenta sus
planes de acción. Al 2019, se contaba con más de cuatro mil compromisos implementados, y
un 25% corresponde a países de nuestra región (Ramírez-Alujas, 2019, p. 8). Para el caso
peruano, desde que somos parte de la iniciativa, hemos presentado tres planes de acción: el
primero, con cuarenta y siete compromisos; el segundo, con diecisiete compromisos, y el
último, con dieciocho compromisos. En suma, ochenta y dos compromisos. Dicho de otra
forma, nuestros compromisos representan menos del 2% en la región, tal cifra debe
preocuparnos ya que solo tres países han asumido más del 30% (Ramírez-Alujas, 2019, p. 7).
Claramente, hay una concentración de compromisos, principalmente circunscritos a la
integridad pública y a la mejora de servicios. Podemos objetar que un número no debe ser
materia de evaluación o comparación. No obstante, debe invitarnos a reflexionar sobre la
connotación y el mensaje que los Gobiernos buscan transmitir.
Finalmente, para mejorar el ecosistema de gobierno abierto, la OCDE (2019b)
recomienda una mayor y mejor transparencia, comunicación, desarrollo de mecanismos de
evaluación holísticos y coordinados, así como el fortalecimiento de espacios ciudadanos.
Adicionalmente, Ramírez-Alujas (2019) destacaba la importancia de desarrollar evaluaciones
de impacto.
Gobierno digital
Referido al gobierno digital, una forma de calcular es por medio de la Encuesta de Gobierno
Digital (Naciones Unidas, 2020), la cual mide el grado de avance de sus países miembros a
través de tres componentes: servicios online, infraestructura para las telecomunicaciones y
capacidad humana. Los países son agrupados en cuatro niveles: muy alto, alto, medio y bajo.
En términos globales, el gobierno digital ha visto un salto en los dos últimos años, pasó de un
0.55 a un 0.60 en el presente año. Nuestra región ha mostrado una evolución positiva de 0.59
a 0.63. Sin embargo, África y Oceanía son regiones con un mayor avance.
Tabla 3
Encuesta de gobierno digital en países de la Alianza del Pacífico
País
Servicios online
Capacidad humana
Infraestructura
Ranking
Chile
0.8529
0.5930
0.7606
34
México
0.8235
0.6337
0.5910
61
Colombia
0.7647
0.6719
0.6122
67
Perú
0.7529
0.6911
0.6122
71
Fuente: Elaboración propia. Información tomada de E-Government Survey 2020 Digital
Government the Decade of Action for Sustainable Development, United Nations, 2020.
En un análisis centrado en la Alianza del Pacífico, Chile ha tenido un desenvolvimiento
destacado en los dos últimos años. Pasó del segundo al primer cuartil (muy alto), el cual se
encuentra liderado —en la región— por los EE. UU. con 0.93; mientras que Perú, Colombia y
México, se encuentran en el segundo cuartil (alto).
Así también, la encuesta resalta que el gobierno digital juega un rol clave en el
cumplimiento de los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente los
relacionados a los objetivos 4, 5, 8, 9 y 10, que incluyen la alfabetización de datos e inclusión.
La COVID-19 producirá una detención o retroceso en el cumplimiento de algunos ODS.
Tabla 4
Índice de Objetivos de Desarrollo Sostenible en países de la Alianza del Pacífico
Avance
México
Colombia
Chile
Perú
Con avance adecuado
0
0
2
0
Con rezago moderado
1
3
3
3
Con rezago significativo
12
8
11
9
En situación crítica
4
6
1
5
Fuente: Elaboración propia: Información tomada de Índice ODS 2019 para América Latina y
el Caribe, por CODS, 2020.
Como se observa en el gráfico, antes del acontecimiento de la COVID-19, los países
pertenecientes a la Alianza del Pacífico no estaban avanzando de manera sustantiva y necesaria
en el cumplimiento de los ODS. En un futuro pospandemia este cumplimiento probablemente
se resentirá y será necesaria la priorización de algunos cuantos.
En ese sentido, los principales retos para la región son la baja prioridad en los Gobiernos
de turno, la ausencia de capacidades institucionales y el carente liderazgo (Naciones Unidas,
2020), por lo que se sugiere el desarrollo de alianzas regionales, tal como se viene dando en
otras regiones como Europa (Parlamento Europeo, abril de 2020) o África (Rukundo, J., 21 de
octubre de 2020), para la digitalización de funciones esenciales del sector público, así como la
adopción de estrategias nacionales y regionales.
En paralelo, la OCDE para el caso peruano brinda recomendaciones para la mejora del
gobierno digital en tres frentes: gobernanza, capital humano y datos abiertos (2019a). Dentro
del abanico de sugerencias, quisiéramos resaltar la creación de un fondo exclusivo para
proyectos de gobierno digital, el desarrollo de un espacio formativo sobre competencias
digitales en el sector público, el fomento de iniciativas basadas en datos y el mejoramiento de
la información del portal de datos abiertos.
Govtechs
Finalmente, en relación con los govtechs, al ser un concepto emergente, tomamos lo delimitado
por la Comunidad Andina de Fomento (CAF):
Ecosistema en el que los gobiernos cooperan con nuevas empresas, pymes y otros actores que
utilizan inteligencia de datos, tecnologías digitales y metodologías innovadoras para
proporcionar productos y servicios para resolver problemas públicos […]. Proponen nuevas
formas de asociaciones público-privadas para absorber las innovaciones digitales y las ideas de
datos para aumentar la efectividad, eficiencia y transparencia en la prestación de servicios
públicos (como se citó en Zapata, Stirling, Pasquarelli y Shearer, 2020, p. 14).
En ese sentido, estos autores han desarrollado un índice que mide el nivel de madurez
de los ecosistemas govtech en países de Latinoamérica, España y Portugal. El índice está
compuesto por tres pilares, siete dimensiones y veintiocho indicadores. España y Portugal,
países de la Unión Europea, son los países con mayor puntaje, seguidos por Chile, Brasil,
México y Uruguay. De un total de dieciséis países analizados, el Perú se encuentra en el puesto
diez con un puntaje de 4 sobre 10, muy por detrás de los países de la Alianza del Pacífico: Chile
(3), México (5) y Colombia (7). Además, el estudio encuentra que solo la mitad de los países
evaluados cuentan a las govtechs dentro de sus estrategias de gobierno digital.
Así también, en un análisis desarrollado por IE School of Global and Public Affairs,
sobre las 100 mejores govtechs en seis países de Iberoamérica para la provisión de servicios
públicos, gestión pública e integridad, infraestructura digital y calidad democrática (Aetecno,
2020), fueron evaluados tres de los cuatro miembros de la Alianza del Pacífico.
Tabla 5
Lista de los mejores govtechs en seis países de Iberoamérica
Temática
México
Colombia
Chile
Provisión de servicios públicos
0
4
7
Gestión pública
2
1
2
Infraestructura digital
1
1
0
Calidad democrática
4
3
2
Fuente: Elaboración propia: Información tomada de Las cien mejores govtechs que dan
soluciones a los grandes retos de los Gobiernos, por Aetecno, 2020 (https://bit.ly/34dm2rn).
Finalmente, el estudio recomienda un «mayor fomento de iniciativas de datos abiertos,
mayor inversión en iniciativas de contratos abiertos y el establecimiento de un espacio
formativo que propicie la mejora de habilidades digitales en los servidores públicos» (Zapata,
Stirling, Pasquarelli y Shearer, 2020, p. 9).
Retos venideros: los datos abiertos
En recientes declaraciones, el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros
Adhanom Ghebreyesus, señaló que el camino de regreso hacia una anhelada normalidad es
sumamente difícil en el futuro cercano. Por tanto, una cuestión que se volverá una estrategia
complementaria o principal será el tema tecnológico. Estas semanas han demostrado que el
teletrabajo, la educación virtual, las reuniones virtuales y muchas actividades más pueden
realizarse por ese medio, incluso hay evidencia que resalta que el teletrabajo puede hacer más
productivo algunos sectores con contacto directo con los clientes (Liang, Roberts, Ying, Cao,
Qi y Sun, 2015). Dentro del último reporte del Observatorio de Innovación en el Sector Público
(OPSI) de la OCDE (2020) destaca la transformación digital como una de las tendencias
inmediatas.
En efecto, consideramos que las conversaciones iniciales sobre estos temas irán
madurando y posicionándose de una manera más rápida. Sin embargo, esta agenda de
transformación digital atrae retos que debemos tener en cuenta. En relación con los datos
abiertos, destacamos cuatro cuestiones para abordar lo más pronto posible: e-participación
(participación digital), habilidades digitales, privacidad y calidad de los datos.
Respecto al primero, término emergente delimitado por Naciones Unidas —nos lo
apropiaremos— como «el proceso de involucramiento a los ciudadanos en las políticas, la toma
de decisiones, el diseño y la prestación de servicios por medio de las tics» (2020, p. 153). Tal
estudio, halló un incremento en las consultas electrónicas en más de 50% de los países
evaluados. Sin embargo, el informe destaca que, en términos generales, la participación digital
permanece baja. Además, señala que esta forma de participación no debe ser entendida como
un tema exclusivamente tecnológico de desarrollo de e-plataformas, foros, petitorios o
encuestas. Es esencial, sí, pero también debe entenderse y asimilarse su correlación con otros
pilares de la gobernanza como la cultura organizacional o la institucionalidad. Finalmente,
sobre la región destacamos los casos de Consulta Pública (Argentina) y la Urna de Cristal
(Colombia), como plataformas de referencia y de extracción de aprendizajes. El gran volumen
de datos que generamos diariamente supone una complejidad respecto a su manejo. La
digitalización que ya venimos viviendo supone retos sobre el capital humano que la maneja.
Al respecto, instituciones multilaterales vienen señalando la importancia del desarrollo de
habilidades tecnológicas en el sector público (OECD, 2019a; Zapata, Stirling, Pasquarelli y
Shearer, 2020). Por ello, consideramos que debemos disponer de dos visiones: preventiva e
inmediata. La primera, debería estar concentrada en los futuros funcionarios públicos. En ese
sentido, el Gobierno, junto a otros sectores y actores de la sociedad, debe de buscar la
incorporación en los currículos educativos la enseñanza de habilidades del siglo XXI. Por citar
un ejemplo, un informe de Deloitte (2017) señala que las habilidades para una era digital deben
orientarse a habilidades de contenido, de proceso, de sistema, técnicas, sociales, de resolución
de problemas y de gestión de recursos. A pesar de que nuestra conectividad en la región dispone
de una brecha alta
2
, esta crisis ha abierto una oportunidad para nuestro país. El caso más
prometedor es el del Ministerio de Educación (Minedu), que, a inicios de la pandemia, anunció
la adquisición de más de un millón de tablets para estudiantes y docentes con miras a cerrar la
brecha digital entre las personas más desfavorecidas de nuestro país. La oportunidad radica en
la posibilidad de comenzar el cierre de brechas en habilidades tecnológicas a temprana edad.
Mientras más temprano ataquemos los problemas, mejores resultados generaremos en el futuro.
No obstante, debemos entender que la sola entrega de tablets y otros dispositivos tecnológicos
a nuestros compatriotas no indica que de por se cierre la brecha. Requerimos de una
intervención más integral. Es aquí donde debe primar la visión preventiva. Al respecto,
consideramos necesaria la creación de espacios formativos que permitan el desarrollo de
habilidades digitales en los funcionarios públicos, principalmente para los que no son nativos
digitales debido al menor know-how sobre herramientas y estrategias asociadas a lo digital.
Para su logro, podemos explorar estrategias provenientes de la economía del comportamiento
2
Según Muente-Kunigami y Serale (2018), la brecha entre banda ancha y móvil es de 48%.
para el diseño de incentivos que inviten a una mayor participación. Un ejemplo —que me
gustaría destacar— es el de Argentina, en donde la Academia de Diseño, con sede en Buenos
Aires, financiada por el Laboratorio de Gobierno de Argentina (LABGobAr), enseña
habilidades esenciales y necesarias en el ámbito gubernamental, como el diseño centrado en el
ser humano, políticas basadas en la evidencia y gobierno abierto. Con el fin de llegar a más
funcionarios, esta academia decidió gamificar la experiencia.
Otro reto que generan los datos es el de la privacidad y su calidad. El escándalo desatado
por Cambridge Analytica es una muestra de lo que un mal manejo de datos puede generar en
la sociedad, inclusive pueden tener efectos desestabilizadores sobre la democracia. Proteger
los datos no solamente implica anonimizarlos. Por ejemplo, Rocher, Hendrickx, y De Montjoye
(2019), analizaron quince atributos de datos y hallaron que anonimizar los conjuntos de datos
de forma convencional no garantiza su protección y privacidad, ya que los reidentifican en un
99.98%. Por tanto, es de suma importancia que los datos sean lo más desagregados posibles y
estén administrados lo más transparentemente posible. Recordemos, como señalamos al inicio,
los datos son el nuevo petróleo de nuestra sociedad y muchas veces su recopilación se da de
manera gratuita por intermedio de aplicaciones, las cuales venden o transmiten la data hacia
otras sin un conocimiento explícito de nosotros. Debemos establecer candados para el manejo
de datos en el sector público para que su fin sea exclusivamente el bienestar del ciudadano. Eso
no quiere decir que no deban ser interoperables de una institución a otra, sino que las reglas de
juego deben estar claras tanto en el plano legal como en el ético.
Finalmente, la calidad de los datos es importante para tomar una decisión. La data puede
estar disponible, pero si esta es mala, los análisis, extrapolaciones y decisiones no serán las
más eficientes. En ese sentido, un ejemplo claro de desconfianza hacia los datos es el Censo
del 2017, que contó con muchas personas no censadas. Este evento generó desconfianza en la
ciudadanía con respecto al valor de los hallazgos (RPP Noticias, 22 de octubre de 2017). No
buscamos señalar que los datos de nuestro país son malos, sino que debemos aprender de los
escasos episodios que pueden mellar la credibilidad de estos; por ende, de su valor. Esto
teniendo en cuenta que en nuestro país existe un alto nivel de desconfianza
3
, por lo que
debemos comprender la importancia de los datos claros, específicos y correctos.
Conclusiones
3
La Encuesta Mundial de Valores (2018), encuentra que para el 96% de peruanos es muy difícil confiar en los
demás.
Con gran parte del globo y la región en recesión, los recursos fiscales serán escasos y,
subsecuentemente, las prioridades gubernamentales serán acotadas. En este ensayo hemos
tratado de exponer las diversas oportunidades que brindan en términos económicos, sociales y
decisorios, los datos abiertos, así como traslucir la brecha existente con países vecinos y socios
comerciales de la Alianza del Pacífico. A pesar de contar con una Estrategia Nacional de Datos
Abiertos, aún queda mucho trecho por recorrer y esfuerzo por contribuir. A la más que segura
agenda de transformación digital que supondrá un mundo pospandemia, eslabones como
gobierno abierto, gobierno digital o govtechs, se fundan sobre la base de los datos abiertos. En
ese sentido, hay pilares fundamentales que se relacionan unos con otros y que son esenciales
potenciar como nuestra infraestructura y cobertura digital, capital humano o gobernanza. No
obstante, esto debe partir por un cambio de mentalidad. El futuro pospandemia no será el
mismo. En consecuencia, como señalaba John Maynard Keynes: «Lo difícil no es desarrollar
nuevas ideas, sino escaparse de las ideas viejas». Escapemos de los viejas y abracemos un
mundo de temáticas que generan valor a la comunidad y sociedad. Los datos son una de esas
conversaciones que deben ser, al menos, discutidas en los foros académicos y de toma de
decisiones.
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