La memoria impresa: La Biblioteca Nacional del Perú a través del ex libris
1
Gerardo Manuel Trillo Auqui
Biblioteca Nacional del Perú, Lima, Perú
Contacto: gerardotrillo@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3016-0788
Jhon Elton Delgado Galván
Investigador independiente, Lima, Perú
Contacto: jhondg237@gmail.com
https://orcid.org/ 0000-0003-0312-0078
Resumen
El objetivo de este estudio es brindar una primera aproximación a la historia de la
Biblioteca Nacional a través del ex libris. El devenir accidentado de esta bicentenaria
institución, que ha pasado por guerras y siniestros, hace compleja la reconstrucción de su
recorrido, por lo que el ex libris se muestra como un medio para ahondar en el
conocimiento del desarrollo histórico de la institución. Para conocer el aporte de este tipo
de marcas, resulta necesario dar una aproximación a su estudio, su aspecto conceptual,
los significados que se le pueden atribuir y el coleccionismo generado alrededor de
mismo, ámbitos poco conocidos en nuestra bibliografía nacional. Con ello, nos
aproximaremos a la historia de la Biblioteca Nacional, por medio de la exposición de los
ex libris contenidos en sus colecciones.
Palabras claves: Biblioteca Nacional del Perú, ex libris, coleccionismo, marca de
propiedad.
Abstract
The objective of this study is to provide a first approach to the history of the National
Library through the Bookplate. The eventful evolution of this bicentennial institution,
which has gone through wars and accidents, makes the reconstruction of its route
complex, so the Bookplate is shown as a means to deepen the knowledge of the historical
development of the institution. To know the contribution of this type of brand, it is
1
Fecha de recepción: 02 de agosto de 2020; fecha de aceptación: 16 de octubre de 2020.
necessary to give an approximation to its study, its conceptual aspect, the meanings that
can be attributed to it and the collectionism generated around itself, areas little known in
our national bibliography. With this, we will get closer to the history of the National
Library, through the exhibition of Bookplate contained in its collections.
Keywords: National Library of Peru, Bookplate, Collectionism, Property Mark.
Introducción
La historia de la Biblioteca Nacional del Perú
2
ha sido objeto de numerosos estudios en
sus casi doscientos años de existencia
3
, a pesar de las dificultades que presenta la escasez
de fuentes para su reconstrucción histórica. En ese sentido, nos preguntamos si el ex libris
se puede representar, además de sus características artísticas y técnicas en lo relativo a la
impresión, como una fuente de información que contribuya, junto con otras marcas de
propiedad y componentes heurísticos, con la reconstrucción de la historia institucional de
la biblioteca. Además, con ellos, se puede configurar una memoria impresa de la cultura
peruana.
4
El uso del ex libris no ha sido considerado con anterioridad como fuente de
información para narrar la historia de la biblioteca, dado que los intereses para conocer
sus colecciones, tanto de los estudiosos como de las gestiones institucionales,
respondieron a paradigmas propios de un determinado momento, los cuales no incluyeron
a estas marcas de propiedad, como elementos que podrían aportar en esa labor histórica.
Las gestiones recientes han contribuido con la tarea de reconstruir las colecciones
de la BNP. El proceso de devolución de los libros expoliados durante la guerra del
Pacífico, en los años 2007 y 2017
5
; el Proyecto de Recuperación Patrimonio Bibliográfico
Documental del Incendio de 1943 (2015-2019)
6
; el proceso de valoración y tasación del
material bibliográfico de la BNP y la organización e identificación del material
2
En adelante BNP.
3
Algunos estudios han tratado las ideas ilustradas que impulsaron su creación (Pacífico Otero, 1978); otros,
analizaron la gestión institucional a través de sus directores, como Manuel de Odriozola, Ricardo Palma y
Carlos A. Romero (Gonzales, 2009; Tauro del Pino, 1964; Vargas Ugarte, 1971). Por otro lado, estudios
más recientes han abordado la historia de la BNP a partir de dos eventos trágicos para la institución, como
fue el expolio de libros de la biblioteca durante la ocupación de Lima en 1881 (Guibovich, 2009; Trillo,
2019) y el incendio que sufrió su local histórico en mayo de 1943 (Aguirre, 2016; Trillo y Salvatierra,
2017).
4
Vale precisar que por memoria impresa, entendemos el constructo social y cultural, que materializado en
un objeto como un impreso, confluyen en ellos una relación entre los ciudadanos y su cultura (Halbwachs,
2004; Nora, 2008).
5
En el 2007, se recuperaron 2219 ejemplares, mientras que en el 2017 fueron 730 ejemplares. Para más
detalles sobre la gestión de recuperación, ver Trillo (2019).
6
Entre el 2015 y 2019, se desarrolló en la BNP un proyecto para rescatar los libros y documentos quemados
durante en el incendio de 1943, dicha iniciativa ha logrado rescatar alrededor de cuatro mil documentos de
diferente tipo (Trillo y Salvatierra, 2017, p. 54).
bibliográfico documental de las colecciones particulares
7
, son algunas de las actividades
recientes que han posibilitado la recuperación de información valiosa; de esta manera, se
rescató también diversos ex libris, que nos permiten la publicación de este artículo.
Si bien, la presentación de los ex libris que haremos a lo largo de estas líneas nos
permiten aportar a la historia de la BNP, aún queda mucho por conocer de la creación,
desarrollo y posterior alojamiento de las colecciones que la BNP ha ido adquiriendo; sin
embargo, creemos que este estudio puede servir como base para futuras investigaciones
que nos permitan ampliar el conocimiento de las colecciones de la BNP y de la cultura
libresca en el Perú. Por otro lado, los ex libris que se exponen tienen mucho por decirnos
desde campos artísticos y simbólicos; una tarea que escapa a los objetivos del presente
trabajo.
Ex libris y su estudio
Definiciones y significado
En 1903, Gelli definía al ex libris como: «[…] si dicono quei segni particolari e
permanenti applicati, oppure direttamente tracciati nell'interno della copertina, o sulla
guarda, o sul frontespizio di un volume col fine affermare la propietà» ([…] los signos
particulares y permanentes aplicados, o directamente trazados en el interior de la cubierta,
o en la guarda, o en el frontispicio de un volumen con el propósito de afirmar la propiedad)
(1903, p. 299). Este tipo de definiciones etimológicas siguen vigentes
8
; sin embargo, para
entender todo lo que esta etiqueta estampada representa en la relación hombre-libro,
resulta necesario incluir otro tipo de criterios con el fin de adentrarnos en una definición
más compleja y precisa. El exlibrista De Masi comenta sobre lo señalado por Gelli:
[…] al efecto jurídico de afirmar con una señal la propiedad de un libro, hubiera bastado
el solo nombre o la rúbrica del dueño. Y, sin embargo, tal despojamiento formal no
7
Entre el 2016 y 2018, se catalogaron más de 20 000 manuscritos en la BNP, ver Martínez (2019).
8
Buonocore dice: «Del latín, “de los libros de”. Marca de propiedad y consiste en una etiqueta grabada o
impresa que representa algún asunto alegórico con un lema o pensamiento y el nombre de propietario.
Algunas veces se adhiere después del colofón, otras en la portada y más comúnmente en el reverso de la
etapa superior del libro» (1963, p. 146). Por su parte, Martínez de Sousa, señala en su primera acepción:
«Indicación, en el colofón de un códice, en la que se hacía constar quién era el dueño de la copia». Y en la
segunda acepción: «Cédula, generalmente con un grabado artístico, que se pega al reverso de la tapa de los
libros, que se pega al reverso de la tapa de los libros, o en la portadilla, página de derechos, al final de la
obra, etcétera, para indicar quién es el dueño del volumen (También se llama exbiblioteca)» (2004, p. 405).
Las referencias más recientes en estos términos las brindan Mauricio Schvarzman (2015) y Matilde Tagle
(2017).
hubiera satisfecho la voluntad estética compleja del ex libris. Este reclama una excelencia
artística y una dosis de enigma emblemático y epigramático (2015, p. 13).
El hombre mediante el ex libris no solo crea un vínculo de pertenencia con el libro,
sino que incluye en esta marca de propiedad
9
elementos alegóricos y semblanzas que
permiten, a terceras personas, identificar aspectos propios de la personalidad y trayectoria
del propietario
10
. Por esta razón, también son valorados por su estética y significado, ya
que sus representaciones denotan creatividad y destreza, las que a su vez permiten
plasmar una simbología que identifica al sujeto propietario del libro, aspectos que pueden
estar relacionados a su profesión, afinidades e historia personal. Agrega De Masi sobre el
significado:
La nota común detrás de los ex libris, cualquiera sea su «tipo», es, a la par de su belleza
formal, una erudición implícita en su diseño, en su texto y en el programa iconográfico
integral, que presenta, a los ojos del profano, la apariencia de un enigma. Se trata de la
acutezza recóndita que, según Castiglione (El Cortesano), otorgaba «mayor autoridad a
lo que se escribe y hace que quien lee, esté más atento…» De ahí la necesidad de
interpretación de estos «pequeños grabados». Y esa interpretación la proveen los
especialistas, quienes, a su vez, suelen ser avezados coleccionistas y bibliófilos (2015, p.
16).
El exlibrista argentino, Lozier Almazán, nos da un breve y esclarecedor recorrido
por las principales posturas respecto a lo que significa el ex libris en la relación hombre-
libro. Así señala, siguiendo a Walter Schulte, quien dice que el ex libris es: «[…] el
vínculo más íntimo y artístico que une al libro con su propietario». José Miguel
Valderrama, miembro de la Asociación Andaluza de Exlibristas, destaca por su parte que
«son el lazo afectivo y secreto entre el libro y su propietario». Por otro lado, el estudioso
mexicano José Miguel Quintana, menciona sobre su uso: «[…] la propiedad y la posesión
son innatas en el hombre, que siempre desea sentirse propietario de algo y, una vez
logrado, demostrarlo en forma fehaciente». Por último, recurre a Rafael Alberto Arrieta,
que sobre el significado afirma que es: «[…] una síntesis espiritual de su dueño, y este se
9
Para un desarrollo más complejo del concepto marca de propiedad, ver el estudio de Carreño (2015).
10
Sería de mucho interés que investigaciones posteriores a esta, se enfoquen en poder complejizar el uso
del ex libris para explicar aspectos íntimos de sus propietarios, así como la construcción de discursos y
representaciones que puedan ir adscritos en su materialidad.
complace en seleccionar los elementos que combinará el dibujante» (Citados por Lozier,
2015, p. 22).
Como vemos, la relación que representa el ex libris entre el hombre y el libro
trasciende diferentes campos que van desde lo material a lo afectivo; incluso, podemos
decir que va más allá de una relación bilateral, ya que si nos atrevemos a complejizar el
uso y significado social del ex libris, debemos añadir —siguiendo a Lozier— que este es
el vínculo natural entre el libro, su propietario y, además, es el nexo de estos primeros
con los bibliófilos y los coleccionistas (2015, p. 22). Es esta relación la que genera un rol
trascendente para esta pieza, ya que permitirá conocer la historia de un libro o de una
colección y generará que esta adquiera un nuevo valor, tanto cultural como material.
Entonces, el ex libris es un elemento substancial en el proceso de identificación
de valores materiales y simbólicos, su existencia y empleo resulta ser una herramienta
clave para los procesos de valoración del libro y las colecciones. Identificarlos es una
tarea que debe emprender toda institución que resguarde patrimonio bibliográfico
documental, con el fin de ahondar en el conocimiento de sus colecciones, y, de este modo,
realizar una mejor gestión de sus bienes bibliográficos
11
.
A continuación, presentaremos el estudio del ex libris en la bibliografía moderna
europea, y latinoamericana, para evidenciar la necesidad de iniciar los estudios sobre este
tópico en la bibliografía nacional, la que nos permitirá considerar este tipo de marcas
como una fuente que aporte a la reconstrucción de la historia de las colecciones de la
BNP, y con ella su propia historia.
Su estudio
Si bien es cierto, aparece en sus diversas formas desde la antigüedad, su estudio no lo es
tanto. El acercamiento especializado al ex libris, se inicia en la etapa que Hobsbawm ha
denominado como la Era del Imperio
12
, periodo del «triunfo y la transformación del
capitalismo en la forma específica de la sociedad burguesa en su versión liberal» (2009,
p. 16). En él, se habían superado las revoluciones de 1848, y a su vez, marcaba el inicio
de la depresión de 1870. Dice el historiador británico: «[…] esos regímenes parecían
11
Tagle nos dice al respecto: «El paso del tiempo transforma a éstas en objetos de indudable valor, en una
fuente original para el estudio de las ideas, de las lecturas y de los lectores del pasado. Dar a conocer un
fondo bibliográfico antiguo es una manera de rescatar del olvido la cultura y la memoria del pasado» (2017,
p. 68).
12
Algunas aproximaciones ya habían sido publicadas décadas antes, como las de Parson en 1837, en la
Oxford University Archaeological and Heraldic Society, quien señaló que publicaría un libro dedicado al
tema en 1851, lo que no llegó a ocurrir.
aceptar la hegemonía económica, institucional y cultural de la burguesía triunfante»
(2009, p. 17). Era una época de paz en el mundo occidental, de creciente estabilidad social
para las economías industriales, pero que generaría, como señaló Ferro (1970), la gran
guerra de 1914.
Este contexto permitió emerger una visión erudita y metódica del conocimiento,
bajo los postulados positivistas; a su vez admitió la reflexión historiográfica interesada
en las fuentes primarias
13
. Esta búsqueda de fuentes, sumado al desarrollo del
coleccionismo, permite concebir a esas pequeñas etiquetas de papel, no solo como
aquellas que se ubicaban en las bibliotecas para indicar la propiedad, un arte menor o
curiosidad; sino, como fuente de información que merecía su estudio
14
. Así, aparecen
estudios como Les Ex-libris français depuis leur origine jusqu'à nos jours de Jean Aloys
Perrault-Maynand en 1874; A Guide to the Study of Book-plates (ex-libris) de John Byrne
Leicester Warren en 1880
15
; Les Ex-libris et les Marques de possession du livre de Henri
Bouchot en 1891. El crecimiento de la especialidad llevó a desarrollar una primera
bibliografía sobre todo lo publicado al respecto. H. W. Fincham y James Roberts Brown
publicaron en 1892, A Bibliography of Book-plates (ex-libris)
16
, que recopiló ciento
cincuenta y ocho entradas de estudios relacionados publicados en Inglaterra, Alemania y
Francia hasta entonces.
Este crecimiento del interés hizo inevitable la aparición en 1890 de la English Ex-
Libris Society
17
, que para el año siguiente contaba con cerca de trescientos miembros y
una publicación mensual. En 1891, se funda la Exlibris-Verein zu Berlin
18
; mientras que
en Francia, el Dr. Ludovic Bouland, publicó una carta el 14 de marzo de 1892 en La
Curiosite Universelle (N.
o
269), en la cual invitaba a los coleccionistas a formar una
13
Periodo de grandes exploraciones y descubrimientos, para Hobsbawm, se da un florecimiento de la
creación artística, vinculado al incremento de la clase media urbana, que por su estabilidad puede dedicar
más atención a la cultura en general (2009, p. 231).
14
Sobre este periodo dice Schvarzman:
Es hacia la segunda mitad del 1800 que el exlibris comienza a tener una segunda función importante
[
…] la referida
a la imagen gráfica en particular. El aspecto estético devino así en un valor progresivamente independiente, de
modo tal que el Arte del exlibris se transformó en una forma personalizada de ornamento de los libros y también
en objeto de colección para los aficionados al arte gráfico (2015, p. 68).
15
Warren establece una primera clasificación: Armadura temprana: anteriores a la Restauración, resalta las
placas de Nicholas Bacon; Jacobino; Chippendale: rococó, resalta la placa francesa de Convers, y, Corona
y cinta.
16
Una versión previa fue publicada como suplemento del Wester Antiquary, en la edición de abril-julio de
1890.
17
Su boletín se tituló The Journal of the Ex-libris Society.
18
Editaron una publicación denominada Ex-libris Zeitschriff.
sociedad en este sentido (Hamilton, 1892, p. 12). Voto que se concretó el 30 de abril de
1893 con la creación de la Société Française des Collectionneurs d'Ex-Libris en París
19
,
con el Dr. Bouland como presidente fundador
20
.
En el mundo de habla hispana, el primer estudioso fue Mariano Pardo de Figueroa,
bajo el seudónimo de Dr. Thebussem
21
publicó en 1875 un artículo en La Ilustración
española y americana, donde define al ex libris como «[…] al signo, marca ó [sic] letra
que revela el nombre del propietario de un volumen» (1875, p. 215). En este estudio, le
llama la atención la falta de interés con la que se tratan las estampas en las librerías
españolas; señala que muchos ejemplares españoles se pierden al cambiarse las tapas, lo
que los hace más raros. El coleccionismo, para entonces, ya había hecho su trabajo; así
comenta Thebussem: «Comprábanse hace pocos años en los vastos mercados de Londres
y Paris algunas obras antiguas, y solía venderse el ex libris pegado á […] sus guardas en
mayor suma que la abonada por el volumen» (1875, p. 215)
22
.
Ya entrado el siglo XX, se comienzan a difundir las grandes obras que
evidenciaban el auge del coleccionismo y estudio del ex libris. Entre 1901 y 1903, el
Museo Británico publicó un catálogo de treinta y cinco mil piezas, coleccionadas por sir
Augustus Wollaston Franks (1826-1897), reconocida hasta hoy como una de las
colecciones más importante del mundo (Salaverria, 2017). En Londres, se publicó en
1901 la obra de Karl E. Count zu Leiningen-Westerburg, German book-plates: An
illustrated handbook of German & Austrian exlibris, traducción de G. Ravenscroft
Dennis. En Cataluña, aparece en 1903 la Revista Ibérica d Exlibris, seguida del inventario
de ex libris ibéricos, llegaron a emitirse 4 volúmenes hasta 1906
23
.
Así, el estudio del ex libris estaba consagrado; en adelante, las publicaciones sobre
el tema se difundirían con amplitud; de esta manera, llegó hasta América. Por mencionar
algunos casos; en Brasil, en 1912, Manuel Nogueira da Silva publica algunas referencias
sobre el tema en la Gazeta de Notícias, y, en 1919, João Ribeiro escribe sobre la
costumbre de los estudiantes de dejar anotaciones en sus libros (Carvalho Siciliano y Silva
Alentejo, 2018). En la década del treinta, Felipe Teixidor publica un sólido estudio sobre
19
Editaron inmediatamente Archives de la Societé française de collectionneurs d'ex-libris.
20
En el s. XIX aparecieron grandes coleccionistas como Irene Dwen Andrews Pace, su colección se ubica
actualmente en la Universidad de Yale con más de 150 000 materiales (Foard, 2012).
21
El seudónimo resultaba del anagrama de la palabra embustes con el añadido de Th para distanciarse del
hispanismo, que evidenciaba su carácter polémico y exótico (León, 2018).
22
Según el autor, en París, las estampas se vendían por entonces a quince o veinte francos (1875, p. 215).
23
En Portugal, el primer estudio fue hecho por el Dr. Sousa Viterbo en 1900; luego, Joaquín de Araujo,
cónsul de Portugal en Génova, con el título Archivo de ex libris portugueses.
el ex libris en México
24
, identificó quinientas diez estampas (1931). El interés se fue
incrementando en diversos países de América. El 13 de agosto de 1940, se fundará la
Sociedade dos Amadores Brasileiros de Ex-libris [Sociedad de Aficionados Brasileños
de Ex-libris] (Lessa, 1942), que como señala Steve Botey, «[…] abrió [una] nueva era en
la historia exlibrista […]» (1949, p. 1). Dos años después, se llevaría a cabo la Primera
Exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes en Brasil, y su primer estudio
especializado sería en 1944 con el trabajo de Igor Dolgorukij (Carvalho Siciliano y Silva
Alentejo, 2018). En 1953, se creó la Asociación Argentina de Exlibristas, con un activo
desempeño en exposiciones como en publicaciones
25
. En 1988, la Biblioteca Luis-Ángel
Arango en Bogotá, a raíz de una exposición de la colección personal de Benoît Junod,
reconocido exlibrista y por entonces consejero de la Embajada Suiza en Colombia,
convocó a un concurso, donde artistas locales diseñaron ex libris. Ambas colecciones
fueron publicadas en un interesante catálogo (Biblioteca Luis-Ángel Arango, 1988).
Entre los estudios especializados mexicanos más recientes, podemos señalar el
trabajo de Ernesto de la Torre Vilar titulado Ex libris y marcas de fuego (2000) y el de
Elvia Carreño Marcas de propiedad en los libros novohispanos (2015), ambos destacan
el aporte que México hizo a la historia del libro con la marca de fuego. Este término, a la
vez, evidencia una definición más amplia, la de marca de propiedad, con la que se ha
definido a un conjunto de adiciones que adquiere el libro en el tiempo
26
, y que demuestra
una relación de propiedad, pero que a la vez nos muestra otro tipo de vínculos: el aprecio,
la historia y las prácticas de lectura, que hacen al libro; como señala Carreño: «[…] el
medio por el cual el hombre, sin necesidad de vivir, sigue existiendo y comunicándose»
(2015, p. 129). Un reciente trabajo nos resulta de mucha utilidad, es el libro Ex libris, su
misteriosa seducción (2015) de Bernardo Lozier Almazán, que incluye además un valioso
estudio preliminar de Óscar Andrés de Masi, reconocido exlibrista, que orienta en parte
este estudio
27
.
24
Teixidor reconoce que el primero en tratar el tema en México fue Nicolás León en un artículo titulado
«Ex libris simbólicos y artísticos de los bibliófilos mexicanos», que apareció en el Boletín del Instituto
Bibliográfico Mexicano, en los números 2 y 6, años 1903-1907.
25
La asociación fue fundada por María Magdalena Otamendi de Olaciregui, quien donó su colección de
veintiséis mil piezas a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Argentina (Biblioteca Nacional Mariano
Moreno, 2017).
26
Estas marcas, pueden ser los ex libris, sellos, marcas de fuego, blasones o escudos, supralibros, exdono,
exbiblioteca, apostillas.
27
Es llamativo que el estudio del ex libris en el Perú no se haya desarrollado; razón por la cual, este trabajo
tiene como un objetivo más, el permitir plantear un derrotero de investigación, así como el de plantear más
dudas e interrogantes sobre el exlibrismo peruano, que existe desde mucho antes, como se demostrara en
las páginas siguientes, pero que no ha merecido su investigación.
El ex libris en la Biblioteca Nacional: patrimonio, exlibrismo y biblioclastia
Como se ha visto, en el Perú, a diferencia de lo que venía sucediendo en otros países, no
se tiene registro de investigaciones que hayan tenido como objeto de estudio al ex libris.
Por ello, resulta necesario tener identificadas estas marcas, las que muchas veces no
podremos conocer, debido a la disociación e inevitable destrucción de bibliotecas
particulares. En la BNP, se ha podido tener registro de algunas colecciones coloniales y
republicanas gracias al hallazgo de dos peculiares álbumes de etiquetas, los cuales
parecen ser un intento primitivo de coleccionismo de ex libris en el Perú, y los que hoy
nos permiten adentrarnos en la investigación de este campo.
Los álbumes de etiquetas
El cuantioso acervo bibliográfico que custodia la BNP se debe en parte a las diversas
colecciones particulares adquiridas en diferentes momentos de su historia. Estas
colecciones, al ser producto de iniciativas personales, guardan peculiaridades
documentales que describen los gustos, pasiones y la vida privada de sus poseedores. En
ellas encontramos libretas personales, álbumes fotográficos familiares, correspondencia
privada, obras de arte, entre otros bienes, que nos proporcionan mayores luces sobre el
propietario y el momento que le tocó vivir
28
. En el Fondo Antiguo de la BNP
29
, resaltan
dos álbumes de etiquetas, únicos por su rareza. Estos contienen un conjunto marcas de
procedencia como ex libris, ex donos, ex bibliotecas y diversas etiquetas o sellos; sin
embargo, no se ha podido identificar su origen ni procedencia. Gracias a estos álbumes,
podemos conocer colecciones que solo se sabía por referencias, como la biblioteca de la
Compañía de Jesús y la de Hipólito Unanue. A la vez, nos permite identificar otras
colecciones nacionales e internacionales, de las que no se conocía algún registro en los
fondos bibliográficos de la biblioteca. Sin duda, los álbumes El fondo peruano en la
Biblioteca Justo y el Boletín de la Biblioteca Nacional del Perú, junto a otros ex libris
ubicados en diferentes colecciones, son una fuente para una aproximación al
conocimiento del exlibrismo en la BNP, e incluso en el Perú.
28
Las palabras de Schvarzman sobre el ex libris decimonónico resultan de suma utilidad aquí: «Los ex
libris de esa época nos revelan el gusto de su dueño, su profesión, su credo cultural, sus pasiones, sus valores
y virtudes, y también sus defectos, convirtiéndose así, en un Documento Intelectual de Identidad» (2015,
p. 68).
29
En adelante, para referirnos a los álbumes de etiquetas del Fondo Antiguo, utilizaremos las siglas AEFA.
El ex libris impreso más antiguo identificado en el Perú
Antes de iniciar un recorrido de la historia de la BNP a través de estas marcas, debemos
señalar que entre los ex libris, que contienen los álbumes de etiquetas, destaca el de José
Agustín Pardo de Figueroa (1695-1747), funcionario colonial que residió un tiempo en
España y México, y llegó a ocupar el cargo de corregidor del Cusco (1742-1744). Según
Mendiburu, su biblioteca, formada tras su paso por Europa y América, la llevó al Cusco
con el fin de brindarla libremente a quienes la quisieran consultar, pero su repentina
muerte frenó esta iniciativa, lo que ocasionó que sus libros se perdieran de forma
lamentable (1934, pp. 335-338). La fecha de impresión es de 1733, por lo que se trataría
del ex libris impreso, perteneciente a un peruano, de mayor antigüedad que se tiene
registrado en la BNP.
No se ha podido identificar algún ejemplar de la biblioteca de Pardo de Figueroa
en la BNP, pero la aparición de este tipo de etiqueta evidencia la elaboración de ex libris
heráldicos
30
, que eran empleados por parte de la nobleza y elite colonial peruana, un uso
propio de la época Barroca, que se dejó de utilizar para fines del siglo XVIII. Luego,
llegaron los ex libris tipográficos
31
, utilizados por la Compañía de Jesús, José de San
Martín, Hipólito Unanue y otros personajes que veremos a continuación.
Figura 1
Ex libris de José Agustín Pardo de Figueroa
Nota: En la parte inferior del ex libris se lee el nombre del creador, Pablo Minguet (1715-1778), quien fue
un famoso editor español, grabador de sellos, láminas y firmas. Tomado de Reglas y advertencias generales
30
El ex libris heráldico representa el escudo de arma o blasón del propietario.
31
Los ex libris tipográfico son menos elaborados e incluyen el nombre o alguna signatura relacionada al
propietario.
de Pablo Minguet (1754 y 1774): Estudio de sus diferentes ediciones y análisis de las pautas para la
interpretación de la guitarra (p. 59), por Ventura Quintana, S., 2020.
Los ex libris jesuitas
La biblioteca de la Compañía de Jesús, tras ser expulsada del virreinato del Perú en 1767,
fue custodiada primero por la Universidad de San Marcos y después, por orden de José
de San Martín, entregada a la recién inaugurada Biblioteca Pública de Lima en 1821
(Palma, 1884). Hoy resulta complejo poder identificar los volúmenes que formaron parte
de la biblioteca jesuita en las actuales colecciones de la BNP; empero, los ex libris
manuscritos que aparecen en diversos tomos del fondo antiguo brindan pistas sobre el
origen de dichos libros. Así, aparecen ejemplares que originariamente se encontraron en
el antiguo colegio de San Pablo de la Compañía y que terminaron en la Biblioteca
Nacional. Uno de ellos es el titulado Veronensis Fratris Eremitae Augustiniani Imperium
Romanum de Onofrio Panvinio, publicado en Venecia en 1558:
Figura 2
Veronensis Fratris Eremitae Augustiniani Imperium Romanum
Nota: Se puede leer que es de Onofrio Panvinio, publicado en Venecia en 1558. Tomado de Reglas y
Advertencias Generales de Pablo Minguet (1754 y 1774): Estudio de sus diferentes ediciones y análisis de
las pautas para la interpretación de la guitarra (p. 59), por Ventura Quintana, S., 2020.
Figura 3
Detalle del ex libris manuscrito
También encontramos algunos ejemplares con sellos de taco de la antigua
Biblioteca de San Pablo, que además llevan marcas de fuego en el corte superior:
Figura 4
Sello de San Pablo
Figura 5
Marca de fuego de San Pablo
Nota: Ubicado en la Colección de Libros Quemados de la Biblioteca Nacional del Perú.
Además, en los álbumes de etiquetas del Fondo Antiguo, encontramos un ex libris
impreso, que lleva las características propias de las estampas del siglo XVIII, debió
pertenecer a la biblioteca de la que lleva el nombre inscrito:
Figura 6
Estampa de la biblioteca de los padres de la compañía de Jesús
Los ex libris de la independencia
Al fundar la Biblioteca Nacional como la primera institución cultural de la república, José
de San Martín materializó las ideas de la Ilustración, las que formaron parte de su
formación, y que diversos intelectuales del siglo XVIII demandaban
32
. Reafirmado su
postura con la promoción de las ideas y las letras, donó alrededor de setecientos
volúmenes de su colección personal a la Biblioteca Nacional (Tesler, 2014, pp. 20-24).
Este acto fue replicado por otros personajes ilustres, que, siguiendo los pasos del
Libertador, donaron ejemplares de sus propias bibliotecas; entre ellos, se encontraron
Hipólito Unanue, José Joaquín de Olmedo, Bernardo de Monteagudo, entre otros. Con
estas colecciones, junto con la de la Compañía de Jesús, de la Universidad San Marcos,
entre otras, se inauguró la Biblioteca Nacional el 17 de setiembre de 1822, contó en ese
momento con 11 256 volúmenes (Guibovich, 2009, p. 91; Valderrama, 1971, p. 7). Los
ex libris que estos personajes dejaron en sus libros son evidencia del acto de colaboración
emprendido con el fin de poner los cimientos de la cultura letrada en la república peruana.
Tal vez, entre los libros más emblemáticos de este periodo inicial podamos contar los de
la biblioteca personal del mismo San Martín, gran lector, y convencido de la necesidad
de liberar el pensamiento
33
. Reconocemos algunos de sus ejemplares por la estampa que
llevan adherida, caracterizada por tener una ornamentación sencilla, con borlas que
circunscriben el borde
34
.
Figura 7
32
Es conocido el caso de Eusebio de Llano y Zapata, quien, en una comunicación con el arzobispo de
Charcas en 1758, sugería la necesidad de establecer una Biblioteca Pública en la Real Universidad de Lima,
señalando las dificultades que enfrentaban los que escribían sobre América por la ausencia de una biblioteca
pública que sirviese a los hombres de letras que la quisiesen consultar (Tauro del Pino, 1951, p. 5).
33
Para un análisis de los temas encontrados en la colección de San Martín, ver Caillet-Bois, T. (1978).
34
El exlibrista argentino Lozier Almanzán, ha destacado la semejanza con aquellas marcas grabadas de la
Universidad Mayor de Córdoba (2015, p. 58). Este ex libris, además, nos muestra una faceta del libertador,
la del lector. El historiador chileno Vicuña Mackena nos dice al respecto: «[…] pasaba los días enteros sin
soltar los libros de sus manos, embebido en lecturas serias, que gustaba comentar en sus conversaciones»
(Lozier Almazán, 2015, p. 59).
Ex libris de José de San Martín
Nota: Colección Devueltos por Chile, BNP. Código: 4000000053. Tomado de Collection
complette des travaux (tomo 2), por Mirabeau, H., 1971, De l'imprimerie de la veuve
Lejay.
Pero, también encontramos el ex libris manuscrito, donde figura su apellido, tal
como firma en algunos documentos:
Figura 8
Portada con ex libris manuscrito en la parte media inferior
Nota: Colección Devueltos por Chile, BNP. Código: 4000000795. Tomado de Le
dictionaire des arts et des sciences (tomo 2), por Académie Française, 1731, Chez Jean
Baptiste Coignard.
Figura 9
Detalle del ex libris manuscrito
Otro ex libris identificado es el del médico Hipólito Unanue, intelectual y político,
colaborador del Mercurio Peruano (1791-1795), periódico producido por la Sociedad
Amantes del País. Fue uno de los que firmó el Acta de Independencia en el Cabildo de
Lima en 1821. El ex libris de Unanue solo se conocía por medio de los álbumes de
etiquetas del Fondo Antiguo, pero tras la devolución de libros que hiciera el Gobierno
chileno en 2017, se han logrado identificar otros ejemplares con dichas etiquetas, las que
muestran dos variantes en las orlas, así como en la tipografía empleada
35
.
Figura 10
Ex libris de Hipólito Unanue 1
Nota: Ubicado en AEFA.
Figura 11
Ex libris de Hipólito Unanue 2
Nota: Colección Devueltos por Chile, BNP. Código: 4000001645. Tomado de Operum
omnium physico-medicorum (p. XX), por Hoffmann, F., 1753, Apud Fratres de Tournes.
35
Los ejemplares devueltos por el Gobierno chileno en el 2007 y 2017, se pudieron identificar gracias a las
marcas de fuego y sellos que la BNP colocó en sus ejemplares a partir de 1836 (Trillo, 2019).
En el mismo grupo de libros devueltos, encontramos un ejemplar que lleva inscrita
en el lomo de su encuadernado y escrita en la portada del libro las siglas J. J. O. Estas
podrían corresponder al poeta José Joaquín Olmedo, quien, según Palma, también habría
donado sus libros a la biblioteca (Palma, 1908, p. 6). Sin embargo, queda pendiente una
investigación más exhaustiva para corroborar, o no, esta primera impresión
36
.
Figura 12
Siglas J. J. O. en el lomo del libro
Nota: Fondo Antiguo de la BNP. Tomado de Las Obras en versos de Don Francisco de
Borja (p. XX), por Borja, F, 1663, Amberes: la imprenta plantiniana de Balthasar Moreto.
Figura 13
Siglas J. J. O. en la portada del libro
Figura 14
Detalle de las siglas J. J. O.
36
El ejemplar además lleva el sello de 1836, por lo que queda claro que este libro estuvo en la BNP en los
primeros años de su fundación.
Durante este periodo inicial aparece el ex libris de José María Galindo, catedrático
del Colegio de Medicina de San Fernando durante 1808-1812, donde además llegó a
ocupar el cargo de vicerrector. Vale mencionar que el director y protomédico general del
colegio fue el mismo Unanue (Delgado y Rabí, 2007, p. 135).
Figura 15
Ex libris de José María Galindo
Nota: Ubicado en AEFA.
Otro ex libris que encontramos en los álbumes es el de Juan Antonio Montenegro
y Ubaldi (1782-1854), oriundo de Moquegua, abogado de la república de Bolivia y el
Perú, cura primero y vicario foráneo de Moquegua, autor de Noticias de Santa Catalina
de Guadalcázar de Moquegua y de otras obras, por las que se le considera el primer
historiador moqueguano (Pinto, 2000, pp. 613-614). Su biblioteca personal era
considerada como la más importante de Moquegua, según el testamento que dejó, su
colección constaba de mil trescientos veintiuno ejemplares (Valcárcel, 2014).
Figura 16
Ex libris de Juan Antonio Montenegro
Nota: Ubicado en AEFA.
Otro ex libris identificado es el del doctor José Pezet y Monel; médico, periodista
y político peruano
37
. El doctor Pezet, fue uno de los firmantes del Acta de Independencia
del Perú y miembro del Congreso Constituyente de 1822; además, fue director de El
Peruano Liberal, publicado en 1813, así como de otros periódicos (Pamo, 2009, pp. 62-
64).
Figura 17
Ex libris de José Pezet y Monel
Nota: Ubicado en AEFA.
Asimismo, se rescata el ex libris de Agustín Rato, presbítero que, entre 1833-1834,
fue vicerrector del Seminario Conciliar de Santo Toribio (Paredes, 1834, p. 80).
Figura 18
Ex libris de Agustín Rato
Nota: Ubicado en AEFA.
37
José Pezet y Monel fue padre de Juan Antonio Pezet, quien llegaría a ser presidente del Perú entre 1863
y 1865.
Se debe señalar que en estas primeras décadas destaca la labor de Francisco de
Paula González Vigil, personaje crucial para el incremento de los fondos de la Biblioteca
Nacional, la que dirigió durante treinta y cinco años (1836-1839 y 1845-1875).
38
En la segunda mitad del siglo XIX, aparecen otras colecciones, entre ellas
ubicamos el ex libris de Manuel Nicolás Corpancho. Poeta y diplomático peruano;
miembro del grupo la Bohemia Literaria, que integraban Ricardo Palma, Luis Benjamín
Cisneros, entre otros. Fue ministro plenipotenciario en Ecuador y México, tuvo una
imprenta llamada Tipografía Nacional, en la que imprimió Estadística general de Lima
de Manuel Atanasio Fuentes (1858), Abel o el pescador americano de Carlos A. Salaverry
(1857), entre otros textos (Núñez, 1982, p. 107).
Figura 19
Ex libris de Manuel Nicolás Corpancho
Nota: Ubicado en AEFA.
Esta primera etapa en la historia de la Biblioteca Nacional se cierra
indiscutiblemente con la guerra del Pacífico, la que significó la pérdida del valioso
patrimonio bibliográfico documental que resguardaba la institución. El daño fue
devastador, como imagen, Palma nos señala que al asumir la dirección a fines de 1883,
solo encontró setecientos treinta y ocho volúmenes de los 56 127 volúmenes que poseía
en 1879 (1884, p. 4). La colección más afectada fue la del general José de San Martín.
Las gestiones del tradicionista permitieron recuperar libros en mercados, de manos de
coleccionistas, del Gobierno chileno, entre otros
39
. Logra reabrir la biblioteca el 28 de
julio de 1884, con un total de 27 894 volúmenes (Palma, 1884). La gestión de
38
Una de sus adquisiciones más llamativas fue la colección de Miguel Fuentes Pacheco, que ascendía a
7792 ejemplares (Guibovich, 2009, p. 91). Palma en su memoria de 1908 señala que fueron 7777 volúmenes
(1908, p. 4).
39
Para profundizar sobre la gestión de Ricardo Palma en la recuperación de libros tras la guerra contra
Chile, ver Trillo, G. (2019).
reconstrucción emprendida por el Bibliotecario Mendigo continuó en los años siguientes,
con importantes adquisiciones de colecciones de particulares, como las de Mariano Felipe
Paz Soldán, Félix Cipriano Coronel Zegarra, Fernando Casós, y otros
40
.
Mariano Felipe Paz Soldán (1821-1886), fue un importante jurista, ministro en
diversas ocasiones de diferentes ramos y un historiador connotado, con importantes
publicaciones sobre la independencia y la república peruana (Pareja, 1994, T. VIII, p. 32-
35). Su biblioteca fue adquirida por la BNP en 1888.
Figura 20
Ex libris manuscrito de Mariano Felipe Paz Soldán
Nota: Fondo Antiguo, BNP. Código: 4000003710). Tomado de Vocabulario de la lengua
aymara (p. XX), por Bertonio, L., 1612, Francisco del Canto.
Félix Cipriano Coronel Zegarra (1846-1897), abogado, diplomático y político
peruano. Participó en el combate del 2 de Mayo y fue uno de los fundadores de la
Academia Peruana de la Lengua en 1887 (Hampe, 1994, T. III, p. 214). Su colección
denominada Miscelánea Zegarra fue adquirida por la BNP en 1897.
Figura 21
Sello de Félix Cipriano Coronel Zegarra
40
Estas colecciones aportaron valioso material bibliográfico documental, como el Vocabulario de la lengua
Aymara, por Ludovico Bertonio (1612) de la colección Paz Soldán y diversos folletos e impresos coloniales
y republicanos, comprendidos en 235 ejemplares empastados, denominados Miscelánea Zegarra.
Nota: Colección Coronel Zegarra, BNP. Código: 1000062797. Tomado de Don Juan de
Espinoza Medrano, o sea, el doctor Lunarejo: Estudio biográfico (p. XX), por Matto, C.,
1887, Imprenta de Carlos Prince.
El siglo XX de la Biblioteca Nacional
Lamentablemente, en el siglo XX la BNP tendrá que volver a sufrir una afección más a
sus colecciones; el incendio de la institución en 1943, donde el fuego y el agua, utilizada
para contener las llamas, mermaron sus fondos bibliográficos. Esta tragedia cultural
agudizó la integridad de las colecciones y cualquier registro o inventario que evidencie
su procedencia
41
. En el incendio se perdieron valiosos incunables, libros coloniales,
colecciones raras de periódicos y revistas, además de manuscritos irremplazables
(Aguirre, 2016, p. 112).
42
Tras el incendio, se realizó una campaña nacional e
internacional que contribuyó a su reconstrucción. Diversas instituciones se organizaron
para entregar bienes bibliográficos a la Biblioteca Nacional. A Lima llegaron donaciones
provenientes de Argentina, Chile, Venezuela, Estados Unidos, entre otros países. La
campaña se desarrolló a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y nutrió a la BNP de
gran variedad de bibliografía latinoamericana y mundial. Representó en un acto de
solidaridad global, que se ve plasmado en los numerosos ex libris que se encuentran en
dichos ejemplares donados, convirtiéndolos en testigos de este importante acontecimiento
que marcó la segunda reconstrucción de la Biblioteca Nacional.
La Biblioteca Nacional volverá a resurgir gracias a la gestión de destacadas
figuras como Jorge Basadre, quien lideró la recuperación y la obtención de fondos para
la adquisición de las colecciones, como la del expresidente argentino Agustín Pedro Justo,
considerada por entonces como una de las bibliotecas americanistas más importantes del
mundo
43
.
Los herederos de Justo, a su partida en enero de 1943, pusieron en venta su
biblioteca, al año siguiente, y, a pesar de recibir una oferta de la Universidad de Texas, la
familia prefería que la colección permaneciera en la Biblioteca Nacional de Argentina
41
Entre los manuscritos rescatados por el Proyecto de Recuperación Patrimonio Bibliográfico Documental
del Incendio de 1943, se ha podido identificar un inventario de libros del siglo XIX, que por sus
características podría tratarse de la colección de Miguel Fuentes Pacheco, el cual sería el inventario más
antiguo de una colección que custodie la BNP. Aún pendiente por investigar.
42
En palabras de Carlos A. Romero, director de la biblioteca por entonces, se perderían «cien mil volúmenes
empastados, cuatro mil sin empaste y cuarenta mil manuscritos» (Trillo y Salvatierra, 2017, p. 45).
43
Para una aproximación al contenido peruanista de la colección, ver el artículo de Rodríguez (1945) y
Recuerdos de un bibliotecario de Basadre (1975).
(Buonocore, 1963b, p. 309). Sin embargo, el Gobierno argentino, por motivos políticos,
no mostró mayor interés en adquirirla. En medio de esta circunstancia, el padre Rubén
Vargas Ugarte tuvo conocimiento de la situación en 1945 y la comunicó a Jorge Basadre,
así se iniciaron las gestiones para lograr su adquisición (Salazar Bondy, 1946). La
Biblioteca de Justo posee una cantidad considerable de ex libris de diversos personajes,
propia de la configuración de una biblioteca de un bibliófilo, que valora las joyas
bibliográficas y las rarezas.
44
En esta colección también encontramos el ex libris de su
hijo, Liborio Justo (1902-2003), político argentino de tendencia trotskista, fundador de la
Liga Obrera Revolucionaria, quien usó el seudónimo de Quebracho para firmar sus textos
políticos.
45
Figura 22
Ex libris de Agustín P. Justo
Nota: Ubicado en: Grotius, H. (1651). De jvre belli ac pacis libris tres. Amsterdami:
Joannem Janssonium. (Fondo Antiguo, BNP. Código: 4000003138).
Figura 23
Ex libris de Liborio Justo
44
Vale mencionar que Justo contaba con la colaboración del famoso librero Julio Suárez, quien lo abastecía
de las más selectas obras americanistas.
45
La posición política de Liborio no permitió que la Universidad de Texas se haga con la biblioteca, una
anécdota nos muestra su temperamento: En 1936, durante la presidencia de su padre, tuvo un peculiar
encuentro con Franklin D. Roosevelt, presidente de Estados Unidos, a quien, en una visita a la Argentina,
le gritó: «¡Muera el imperialismo yanki […]!» (Bruschtein, 2003).
Nota: Ubicado en diversos ejemplares de los fondos bibliográficos de la BNP. Vale mencionar
los ex libris que aparecen en los ejemplares de la Biblioteca Justo, aparecen en varios ejemplares,
por lo que no precisaremos en cuáles.
Además, dentro de esta biblioteca encontramos la de otros coleccionistas, como
la de Estanislao Zeballos (1854-1923), jurista, historiador, novelista argentino; quien,
ejerció los cargos de diputado, legislador y canciller de su país (Lacoste, 2003).
Reconocemos dos tipos, la estampa en linotipo en tinte rosa, y el sello de taco ovalado.
Figura 24
Ex libris en sello de E. S. Zeballos
Figura 25
Biblioteca del Dr. Estanislao S. Zeballos
Otros ejemplares adquiridos por el presidente Justo fueron los libros provenientes
de la colección particular de Eduardo Paulo da Silva Prado (1860-1901), quien fue un
periodista, escritor y abogado brasileño, además de ser uno de los fundadores de la
Academia Brasileña de Letras y del Instituto Histórico y Geográfico de Brasil (Prado,
2002).
Figura 26
Ex libris de Eduardo Prado
Las colecciones particulares en la BNP
En el presente artículo hemos hecho mención a las diferentes colecciones particulares
46
que la BNP ha adquirido a lo largo de su historia. En la segunda mitad del siglo XX,
destacamos la gestión del ingeniero Cristóbal de Losada y Puga (1948-1961), quien logró
la adquisición de ejemplares pertenecientes a personajes ilustres de la cultura y política
peruana. Entre estas, destaca la del notable antropólogo francés Paul Rivet (1876-1958),
académico que estudió a los pueblos indígenas del Ande. Su biblioteca fue adquirida por
el Ministerio de Educación en diciembre de 1957 y está constituida por más de mil
novecientos impresos entre libros y folletos, en ella resaltan ejemplares escritos en
quechua y aimara (Biblioteca Nacional del Perú, 1959).
Por otro lado, la BNP, reconoció a Paul Rivet, otorgándole un ex libris a la
colección que lleva su nombre, por el estudio de los pueblos quechua y aimara.
Figura 27
Ex libris de Paul Rivet elaborado por la BNP
46
Entendemos a la colección particular como el agrupamiento artificial de documentos de diversa índole
y procedencia reunidos de acuerdo a una característica común (Díaz Rodríguez, 2008, p. 7).
Nota: Ubicado en la colección Paul Rivet de la BNP. Este ex libris, fue diseñado por la
BNP, con el fin de servir para la identificación y organización de la colección.
Un caso especial es la adquisición de la biblioteca que perteneció al notable
historiador Raúl Porras Barrenechea (1897-1960), entregada en diciembre de 1960 en
calidad de donativo a la Biblioteca Nacional (García, 1982; Trillo, 2017). En los
ejemplares de esta biblioteca, se ha adherido el ex libris del historiador iqueño, en este
podemos notar el trazo que, desde la perspectiva del observador, enfoca enmarcado una
de las esquinas del patio de Letras de la Casona de San Marcos, aquella desde la que se
puede apreciar la torre o campanario de la antigua Iglesia de San Carlos. Además, lo
acompañan trazos que dibujan en la esquina inferior izquierda el segundo escudo de San
Marcos, con una leve inclinación, en cuya inscripción bordeada dice: «Academia S. Marci
Vrbis Regvm in Perv». En la parte superior Porras colocó en mayúsculas «EX-LIBRIS»,
y en el segundo renglón, la frase con su característica letra; «Fugit irreparabile tempus»,
que en latín quiere decir «El tiempo huye irreparablemente».
47
La frase completa dice:
«Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus» [Pero huye entre tanto, huye
irreparablemente el tiempo] (Geórgicas III, p. 284)
Palabras que podríamos interpretar de diversas maneras, pero que nos indica en
primer momento el enfrentamiento de Porras hacía del devenir del tiempo, el cual,
«irreparablemente» se marcha, abandona, «huye», y no podremos salvar. Entonces, todo
tiempo no aprovechado es tiempo perdido; lo que nos evidencia ese fuerte compromiso
que tenía Porras con las actividades que desempeñó en su vida; trabajando desde muy
joven, investigando, estudiando y produciendo conocimiento.
Figura 28
47
Es probable que Porras haya tomado esta frase de uno de los versos de las Geórgicas del poeta latino
Virgilio, considerando que en su colección podemos encontrar ejemplares de esta obra en diversas ediciones
de 1778, 1867 y 1914.
Ex libris de Raúl Porras Barrenechea
Nota: Colección Porras Barrenechea, BNP. Tomado de Primera parte de los Comentarios
reales, que tratan, del origen de los Yncas, reyes, que fueron del Perú (p. XX), por
Garcilaso de la Vega, 1609, Officina de Pedro Crasbeeck.
Tras la gestión de Losada y Puga, muchas otras colecciones particulares serían
integradas a la BNP, enriqueciendo el acervo bibliográfico de la institución. Algunas que
llegaron, durante las últimas décadas del siglo XX e inicios del XXI, son las colecciones
de Luis Alayza Paz Soldán (1883-1976)
48
, Manuel Cisneros Sánchez (1904-1971)
49
,
Alfonso Barrantes Lingán (1927-2000)
50
, Aurelio Miró Quesada Sosa (1907-1998)
51
,
Magda Portal
52
y Pablo Macera (1929-2020)
53
. Las colecciones particulares no solo han
favorecido en el incremento material de los fondos bibliográficos de la BNP, sino que su
adquisición y puesta al servicio ha permitido a los usuarios tener acceso a una gran
variedad de títulos especializados sobre diferentes materias y, a su vez, permiten
adentrarse al conocimiento del desarrollo profesional y social del personaje. Estas
colecciones han contribuido al crecimiento y fortalecimiento de la BNP dentro del campo
cultural nacional e internacional.
48
Jurista, historiador y diplomático limeño. La colección está compuesta por impresos, manuscritos, libros,
folletos y publicaciones periódicas tanto nacionales como extranjeras. La biblioteca fue donada a la BNP
en 1963 (Biblioteca Nacional del Perú, 1963).
49
Político y abogado peruano. La colección fue entregada por su esposa Teresa Blondet a la BNP en febrero
de 1978. Está conformada por más de cinco mil volúmenes.
50
Abogado y político, fue alcalde de Lima en 1983. La colección está compuesta por material bibliográfico,
hemerográfico, archivístico, audiovisual y material especial (medallas, recuerdos y diplomas).
51
Periodista, literato y maestro universitario. La colección fue donada por la familia Miró Quesada.
52
Una parte de su colección personal fue donada a la BNP en el 2012, por medio de la Universidad de
Texas Austin, institución que recibió la colección en 1980 (Portal, 2017, p. 9).
53
Notable historiador peruano. En el 2015 donó en vida su biblioteca personal, su colección está compuesta
por más de 30 mil volúmenes bibliográficos.
Figura 29
Ex libris de Manuel Cisneros Sánchez
Nota: Ubicado en la colección Cisneros Sánchez de la BNP.
Comentarios finales
La actual riqueza bibliográfica documental de la BNP es producto del trabajo de hombres
y mujeres de nuestra república que han contribuido en la fundación, reconstrucción y
fortalecimiento de la memoria del Perú. Podemos agradecer su aporte a la cultura nacional
dando a conocer las colecciones que dejaron en la institución, historia que puede
escribirse con diversas fuentes, una de ellas es el ex libris, así como las diferentes marcas
de propiedad.
Como se ha mencionado, el ex libris no es solo una etiqueta o marca adherida a
un bien bibliográfico con el fin de establecer un sentido de pertenencia o posesión, sino
que su empleo va acompañado de una carga simbólica que permite adentrarse en aspectos
propios del ser humano. A partir de su estudio, se puede conocer los intereses, afinidades,
trayectoria e historia de sus propietarios.
Creemos que todo centro de documentación o biblioteca, tiene la misión de
conocer su historia institucional y la de sus colecciones. De esa forma, no solo se
incrementa su estimación social como entidad, sino que es un paso fundamental para la
organización y la adecuada custodia de sus fondos. Tener identificados y registrados los
bienes bibliográficos por sus ex libris y diferentes marcas de propiedad, es una tarea clave
para su mejor valoración y poder desempeñar con ello diversas estrategias para enriquecer
nuestro patrimonio.
Con el presente trabajo, además de aproximarnos a la historia de la Biblioteca
Nacional a través del ex libris, se ha tratado de iniciar una tarea pendiente en la cultura
libresca del Perú, el estudio del ex libris y del exlibrismo.
Más que dar respuestas a interrogantes, esperamos que este trabajo genere
diversas preguntas y motive investigaciones que permitan conocer mejor el patrimonio
bibliográfico documental en el Perú.
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