el ex libris en México
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, identificó quinientas diez estampas (1931). El interés se fue
incrementando en diversos países de América. El 13 de agosto de 1940, se fundará la
Sociedade dos Amadores Brasileiros de Ex-libris [Sociedad de Aficionados Brasileños
de Ex-libris] (Lessa, 1942), que como señala Steve Botey, «[…] abrió [una] nueva era en
la historia exlibrista […]» (1949, p. 1). Dos años después, se llevaría a cabo la Primera
Exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes en Brasil, y su primer estudio
especializado sería en 1944 con el trabajo de Igor Dolgorukij (Carvalho Siciliano y Silva
Alentejo, 2018). En 1953, se creó la Asociación Argentina de Exlibristas, con un activo
desempeño en exposiciones como en publicaciones
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. En 1988, la Biblioteca Luis-Ángel
Arango en Bogotá, a raíz de una exposición de la colección personal de Benoît Junod,
reconocido exlibrista y por entonces consejero de la Embajada Suiza en Colombia,
convocó a un concurso, donde artistas locales diseñaron ex libris. Ambas colecciones
fueron publicadas en un interesante catálogo (Biblioteca Luis-Ángel Arango, 1988).
Entre los estudios especializados mexicanos más recientes, podemos señalar el
trabajo de Ernesto de la Torre Vilar titulado Ex libris y marcas de fuego (2000) y el de
Elvia Carreño Marcas de propiedad en los libros novohispanos (2015), ambos destacan
el aporte que México hizo a la historia del libro con la marca de fuego. Este término, a la
vez, evidencia una definición más amplia, la de marca de propiedad, con la que se ha
definido a un conjunto de adiciones que adquiere el libro en el tiempo
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, y que demuestra
una relación de propiedad, pero que a la vez nos muestra otro tipo de vínculos: el aprecio,
la historia y las prácticas de lectura, que hacen al libro; como señala Carreño: «[…] el
medio por el cual el hombre, sin necesidad de vivir, sigue existiendo y comunicándose»
(2015, p. 129). Un reciente trabajo nos resulta de mucha utilidad, es el libro Ex libris, su
misteriosa seducción (2015) de Bernardo Lozier Almazán, que incluye además un valioso
estudio preliminar de Óscar Andrés de Masi, reconocido exlibrista, que orienta en parte
este estudio
27
.
24
Teixidor reconoce que el primero en tratar el tema en México fue Nicolás León en un artículo titulado
«Ex libris simbólicos y artísticos de los bibliófilos mexicanos», que apareció en el Boletín del Instituto
Bibliográfico Mexicano, en los números 2 y 6, años 1903-1907.
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La asociación fue fundada por María Magdalena Otamendi de Olaciregui, quien donó su colección de
veintiséis mil piezas a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Argentina (Biblioteca Nacional Mariano
Moreno, 2017).
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Estas marcas, pueden ser los ex libris, sellos, marcas de fuego, blasones o escudos, supralibros, exdono,
exbiblioteca, apostillas.
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Es llamativo que el estudio del ex libris en el Perú no se haya desarrollado; razón por la cual, este trabajo
tiene como un objetivo más, el permitir plantear un derrotero de investigación, así como el de plantear más
dudas e interrogantes sobre el exlibrismo peruano, que existe desde mucho antes, como se demostrara en
las páginas siguientes, pero que no ha merecido su investigación.