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Bernardo Monteagudo, primer director la Biblioteca Nacional del Perú (1822)
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Roger Saravia Avilés
Investigador independiente, Lima, Perú
Contacto: rogersaravia18@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-9261-4143
Resumen
El presente estudio expone la especial relevancia y relación del prócer sudamericano
Bernardo Monteagudo con la Biblioteca Nacional del Perú. El papel de este personaje no
solo es significativo a nivel político, sino que trasciende esta y se inserta en la labor
cultural del Perú en sus primeros años de vida independiente. El autor hace un estudio de
la vida de Bernardo Monteagudo, explicando su origen controversial; su labor política
como hombre fuerte de don José de San Martín (1821-1822), y, por último, como primer
director de la Biblioteca Nacional del Perú en 1822, para ello recurre a las normas
fundacionales de la biblioteca y a una selecta bibliografía. El artículo finaliza resaltando
la valoración que hizo Carlos Romero, exdirector de la Biblioteca Nacional, el 28 de enero
de 1940, cuando lideró una ceremonia y develó una placa en honor a Bernardo de
Monteagudo.
Palabras clave: Biblioteca Nacional, Bernardo Monteagudo, director, Carlos
Romero.
Abstract
The present study exposes the special relevance and relationship of the South American
hero Bernardo Monteagudo with the National Library of Peru. The role of this character
is not only significant at the political level, but transcends it and is inserted in the cultural
work of Peru in its first years of independent life. The author makes a study of the life of
Bernardo Monteagudo, explaining his controversial origin; his political work as a
strongman of don José de San Martín (1821-1822), and, finally, as first director of the
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Fecha de recepción: 14 de julio de 2020; fecha de aceptación: 16 de octubre de 2020.
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National Library of Peru in 1822, to do this, it uses the library's founding rules and a
select bibliography. The article ends by highlighting the assessment made by Carlos
Romero, former director of the National Library, on January 28, 1940 when he led a
ceremony and unveiled a plaque in honor of Bernardo de Monteagudo.
Keywords: National Library, Bernardo Monteagudo, director, Carlos Romero.
Introducción
El presente trabajo se muestra con un doble objetivo. El primero, consiste en revalorar el
papel del ilustre prócer sudamericano Bernardo Monteagudo, y el segundo, busca resaltar
la figura del mismo como primer director de la Biblioteca Nacional del Perú. Por mucho
tiempo, principalmente después de la segunda mitad del siglo XX, se ha considerado al
clérigo Mariano José de Arce como el primer director de la Biblioteca Nacional; idea que
dentro de nuestra tesis consideramos errada. Dicho error tiene su explicación en el trato
como primer bibliotecario que tuvo José de Arce, y considerar como equivalente o igual
al de primer director de la Biblioteca Nacional del Perú. Del estudio e interpretación de
las normas emitidas en los primeros años de nuestra etapa nacional independiente (siglo
XIX) y de la revisión de la bibliografía selecta, nos ha llevado a concluir que el ilustre
Bernardo Monteagudo, y no José de Arce, fue el primer director de la Biblioteca Nacional
en 1822.
El prócer Bernardo Monteagudo
El origen de nuestro personaje es incierto. De la revisión de las obras que abordan su vida
podemos señalar que no hay armonía para establecer el lugar de origen (nacimiento) y la
identidad de los padres de este. Hay literatura que señala que es hijo de mujer negra y que
nació en Chuquisaca, otras fuentes nos señalan que es hijo de padre español y madre
argentina.
Veamos, Iñiguez señala que Bernardo de Monteagudo «nació en Tucumán en
1875, que fue hijo legítimo de don Miguel Monteagudo, natural de la ciudad de Cuenca
en España, y de la señora argentina doña Catalina Cáceres» (1867, pp. 31-32). Por su
parte, Gelpi y Ferro señala que Monteagudo «es hijo de Chuquisaca y de una mujer
esclava de un canónigo. Su madre se casó después con un soldado español, que tuvo
pulpería en dicha ciudad de Chuquisaca» (1864, p. 79). Ambos autores, del siglo XIX,
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designan distintos lugares de nacimiento a Bernardo de Monteagudo. Asimismo,
mencionan a diferentes padres.
Como si este panorama no fuese ya complicado, Palma en su texto Monteagudo y
Sánchez Carrión, publicado en 1877
2
, añade y expande aún más la controversia del lugar
de nacimiento de Monteagudo.
Ni Lafond, ni Stevenson, ni Pruvonena, ni Miller, enemigos de Monteagudo, están de
acuerdo sobre el lugar donde naciera nuestro protagonista. Buenos Aires, Córdoba,
Tucumán, Mendoza y Chuquisaca se disputan la cuna del gran hombre de Estado, como
se disputaron la de Homero siete ciudades de la Grecia (Palma, 1877, p. 22).
Hasta los primeros años del siglo XX, era difícil señalar el verdadero lugar de
nacimiento de Monteagudo; peor aún, era harto difícil consignar quienes eran sus
auténticos padres. Todo ello fue motivo para que en 1905 se intente una publicación
concluyente con el objetivo de solucionar parte de este problema. Es así que aparece el
libro intitulado La cuna de Monteagudo, del boliviano Abecia, en dicho texto el autor
señala lo siguiente:
Exhibimos un documento incontrovertible, una partida de matrimonio, y matrimonio que
se realizó precisamente en una época en la cual nació Bernardo de Monteagudo. Este
documento que lo conocíamos hace años, ha sido puesto de relieve, esculpido podemos
decirlo por el testamento de Miguel de Monteagudo. Es por eso que afirmamos con íntima
convicción, que el llamado tribuno de Tucumán es uno de los grandes hombres que ha
producido Chuquisaca, cuya gentil figura irradiará más á [sic] medida que pase el tiempo
( 1905, p. 17).
Abecia afirma que el lugar de nacimiento de Monteagudo es la ciudad de
Chuquisaca, la fuente que utiliza para lanzar dicha afirmación es la partida de matrimonio
de los padres de don Bernardo, este documento de unión conyugal fue suscrito en la
ciudad de Chuquisaca. De esta manera, Abecia sigue la tesis de Iñiguez referente a los
padres del prócer, ya que este señala como padres de Monteagudo al español Miguel de
Monteagudo y a la argentina Catalina Cáceres; pero señala a Chuquisaca como su lugar
2
Este documento de carácter histórico será publicado posteriormente, por segunda vez, en el libro Mis
últimas tradiciones peruanas y cachivachería (1906) de Ricardo Palma. Al título original, se le adhiere el
nombre del libertador, así esta segunda publicación se llamó Bolívar, Monteagudo y Sánchez Carrión.
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de nacimiento. Sin embargo, consideramos que lo último es débil, toda vez que argumenta
que el matrimonio de los padres de Monteagudo se realizó en Chuquisaca y que por tal
motivo su nacimiento tuvo que producirse en esa misma ciudad. Su razonamiento es: los
padres de Monteagudo se casaron en Chuquisaca y es por ello que nuestro prócer nació
en dicha ciudad; razonamiento carente de una prueba concreta de conexión entre el
matrimonio de los padres y el nacimiento de don Bernardo.
Por otra parte, la tesis que establece que el lugar de nacimiento de Monteagudo
fue la ciudad de Tucumán, se apoya documentalmente en la carta que nuestro personaje
emitió el 27 de agosto de 1809 al cura de Sica-Sica, el patriota tucumano don José Antonio
Medina, a quién con tono cordial llama «primo, paisano y amigo» (Leguizamon, 1917, p.
57).
Baste lo dicho hasta aquí para señalar que el origen de Bernardo Monteagudo
todavía, en la actualidad, es aún incierto. Es difícil afirmar, exactamente, en que ciudad
nació y quienes fueron realmente sus padres. Sería muy útil para dilucidar el tema de la
cuna de Monteagudo, y el de la identidad de sus padres, la aparición de su partida de
bautismo; dicho documento, lamentablemente hasta la actualidad, está en situación de no
hallado.
Ahora bien, abordemos otro tema controversial sobre la persona de Bernardo
Monteagudo: su aspecto racial. En la actualidad, se conocen dos imágenes totalmente
opuestas de él; la primera, muestra a Monteagudo con una marcada tez de piel clara
(figura 1), y la segunda, lo muestra de tez oscura y con el cabello ensortijado (figura 2).
Frente a esta realidad, salta la pregunta: ¿Cuáles fueron las verdaderas características
raciales de don Bernardo de Monteagudo?
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Figura 1 Figura 2
Para contestar a la interrogante referente a las características raciales de
Monteagudo, mencionaremos que no hay mejor fuente para responder que la
manifestación de un contemporáneo suyo, mejor aún si este fue amigo del prócer:
Mariano Billinghurst
3
. A don Mariano, quien vivió varias décadas después de la muerte
de Monteagudo, se le mostró la imagen del texto de Mariano Pelliza (figura 1), a lo que
señaló que «en nada se parecía al hombre que él había conocido» (Páez, 2012, p. 1). Dicho
esto, podemos afirmar que la imagen es apócrifa.
Ahora bien, es cierto que Mariano Billinghurst no afirma precisamente que
Monteagudo sea mulato o zambo. Para dilucidar ello recurrimos al testimonio del viajero
francés Lafond, quien estuvo en Lima en 1822, que hace el siguiente comentario acerca
de Bernardo de Monteagudo:
[…] de raza mezclada, tenía en toda su plenitud el carácter pérfido y cruel del zambo y la
imaginación ardiente y ambiciosa de la mayoría de los mulatos, casta media, que sólo
aspira a librarse del yugo de los blancos para gobernar a su vez la clase negra y dar lugar
a sus instintos de dominación y de orgullo. Monteagudo es el tipo de hombre que surge
espontáneamente en los tiempos de la revolución, como para personificar los más
3
Billinghurst es el amigo que recogió el cadáver de Bernardo de Monteagudo horas después de su
asesinato el 28 de enero de 1825.
Retrato apócrifo de Monteagudo, elaborado
para el libro Monteagudo, su vida y sus
escritos, escrito en 1880 por el historiador
argentino Mariano Pelliza.
Retrato para el cual posó Monteagudo en
Panamá en 1822. La única copia existente
de este cuadro es propiedad del argentino
Lizondo Borda desde 1926.
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monstruosos excesos; especie de vampiros del que nuestra patria ha sido presa con
demasiada frecuencia en la primera época de su emancipación política; aunque
Monteagudo no tenía la pasión ciega y la furia gratuita de un Danton (Lafond, 1844, pp.
336-337).
Este testimonio nos sirve para dilucidar el tema del carácter racial de Monteagudo
y dejar por sentado que la tez racial de don Bernardo era como se muestra en la figura 2
de este artículo
4
. Lamentablemente, no podemos precisar, exactamente, si nuestro prócer
fue zambo o mulato debido al desconocimiento real de quienes fueron sus padres, pero sí
que era una persona de tez oscura.
Sobre su vida académica, sabemos que estudió en la ciudad de Córdoba, tiempo
después también lo hizo en la Universidad de Chuquisaca (Alto Perú). En junio de 1808,
se graduó como abogado con la tesis promonárquica titulada Sobre el origen de la
sociedad y sus medios de mantenimiento. «Pero vertiginosamente, al calor de los
acontecimientos europeos que precipitarán las decisiones en América, sus lecturas y sus
ideas se irían radicalizando» (Pigna y Fain, s.f., p. 4).
En Chuquisaca, le tocó vivir un contexto político muy interesante; por una parte,
a nivel internacional, el descalabro del Gobierno español por las acciones militares y
políticas que desarrolla Napoleón Bonaparte en la península ibérica; y, a nivel regional,
presenció la supervivencia de la echada a menos administración virreinal altoperuana.
En mayo de 1809, en Chuquisaca, se desarrolla un movimiento rebelde que contó
entre sus líderes a Monteagudo, el movimiento se oponía a la administración virreinal de
Chuquisaca. Debido a esta participación, fue apresado. No está documentado si su
proceso judicial finalizó con sentencia firme, de lo que si no hay duda es que logró escapar
de prisión en noviembre de 1810 para desplazarse a tierras argentinas.
En Argentina obtuvo reconocimiento por su actividad de abogado defensor y de
periodista. Se decidió por fundar un periódico en el que difundió ideas ilustradas, lo llamó
Mártir o Libre, en este periódico vertió todos sus odios contra el poder político español.
«Su tema favorito, la anulación completa de la influencia monárquica en América, que
trataba con tanta lucidez, era estimulado por una general adhesión de la parte más
ilustrada de la sociedad argentina» (Iñiguez, 1867, p. 49).
4
Al respecto revisar el texto de Páez, C. (2012). El verdadero retrato de Monteagudo. En Boletín online
de la Academia Nacional de la Historia de Argentina, 1(3).
7
Bernardo Monteagudo pasará del litigio judicial y el periodismo a la concreta
acción política, formará parte el derrocamiento del Primer Triunvirato y la instalación del
Segundo (1812), la misma que convocará al Congreso Constituyente que se conoce como
la Asamblea del Año XIII, en este pleno Constituyente Monteagudo participará como
diputado por Mendoza.
En 1814, apoyó a Carlos María de Alvear como director supremo de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, dicho cargo lo ejerció durante casi un año. A su caída, en 1815,
Monteagudo decidió viajar a Europa, allí vivió dos años. Es en ese continente donde se
hizo partidario de la forma de gobierno de la monarquía constitucional.
Regresa a la Argentina en 1817. Se encuentra con don José de San Martín, quien
estaba en preparativos para la campaña política-militar sobre Chile. Monteagudo decide
acompañarlo. Es así que el prócer estará presente en uno de los principales actos
fundacionales de Chile emancipado: el de proclamación de la independencia. El papel de
Monteagudo es muy importante en los preparativos de este acto ya que se le atribuye la
redacción del Acta de Declaración de la Independencia de Chile. En este solemne
documento, nuestro personaje depositó su sapiencia como hombre de derecho y gran
ilustrado. Es bueno señalar algunas líneas de tan importante e histórica acta:
La fuerza ha sido la razón suprema que por más de trescientos años ha mantenido al nuevo
mundo en la necesidad de venerar como un dogma la usurpación de sus derechos y de
buscar en ella misma el origen de sus más grandes deberes. Era preciso que algún día
llegase el término de esta violenta sumisión: pero entretanto era imposible anticiparla: la
resistencia del débil contra el fuerte imprime un carácter sacrílego a sus pretensiones, y
no hace más que desacreditar la justicia en que se fundan. Estaba reservado al siglo 19 el
oír a la América reclamar sus derechos sin ser delincuente y mostrar que el período de su
sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad (Monteagudo, 1818, párr. 2).
El acta de la independencia de Chile se firmó en febrero de 1818. Hasta esta etapa
de la vida del prócer Monteagudo, se puede decir de él que fue un personaje muy
importante para la independencia de Sudamérica. Fue legislador en Argentina e ideólogo
en Chile. Su siguiente destino sería el Perú.
En setiembre de 1820, las tropas sanmartinianas desembarcan en suelo peruano
(Pisco). Meses después, este grupo humano se traslada a Huaura, en este lugar
8
Monteagudo retoma su papel de periodista e ideólogo y funda el periódico El Pacificador
del Perú
5
, cuyo objetivo primordial fue el de difundir ideas libertarias.
En los primeros días de julio de 1821, las tropas españolas lideradas por el virrey
José de la Serna abandonan la ciudad de Lima. Don José de San Martín, a petición de los
habitantes de Lima, ingresa a la ciudad con sus tropas. El 15 de julio se firma el Acta de
Declaración de la Independencia del Perú y el 28 del mismo mes se proclama la
independencia en diferentes plazas del Cercado de Lima.
¿Cuál es el papel de Monteagudo después de la proclamación de la independencia
del Perú? Veamos, Monteagudo fue el principal artífice de los actos políticos y
administrativos de la etapa siguiente a la proclamación de la independencia del Perú, a
esta etapa se la conoce como el Protectorado (1821-1822)
6
. Al respecto, el historiador
argentino Bartolomé Mitre nos das luces de la labor de Monteagudo en el Gobierno
protectoral: «La obra reformadora del Perú, que lleva el nombre de San Martín, fue grande
y fecunda; pero mero adorno de su corona de libertador es la obra de sus ministros, y
principalmente de Monteagudo, que concibieron las reformas y las plantearon» (1890, pp.
119-120).
Es sabido que en el Protectorado de San Martín se decretaron normas a favor de
las clases sociales menos favorecidas (libertad de vientres para los esclavos, la abolición
del tributo indígena, entre otros). Asimismo, se establecieron instituciones culturales
como la Escuela de Preceptores y la Biblioteca Nacional. Estas normas e instituciones
fueron ideadas y fundamentadas por el célebre Bernardo Monteagudo.
Monteagudo traía una experiencia previa de Argentina, como colaborador del
Gobierno del Río de la Plata había participado en los debates para la emisión de normas
para el nuevo gobierno, todo ello le sirvió para poder concretar las reformas que impulsó
el Gobierno del Protectorado. «Estas ideas con sus fórmulas y fundamentos teóricos, eran
importaciones de la revolución argentina de que Monteagudo había sido colaborador en
el Río de la Plata» (Mitre, 1890, p. 222).
Además, es importante señalar que don José de San Martín en su estadía en Lima
sufrió los achaques propios de las enfermedades que padecía
7
, al extremo de estar en cama
5
Del periódico El Pacificador del Perú (1821), solo se emitieron 13 números, los mismos que se
imprimieron en la Imprenta de J. A. López y Compañía desde el 10 de abril hasta el de setiembre de
1821.
6
Don José de San Martín no se proclamó rey ni presidente del Perú; optó por el título ambiguo de protector
del Perú.
7
Al respecto véase: Dreyer, Mario S. (1982). Las enfermedades del general don José de San Martín.
Academia Nacional de Ciencias, Buenos Aires; y Buroni, José Raúl, Rivas Pérez, Diego, y Buroni, María
9
los días y semanas posteriores a la declaración de la Independencia, como presume la
historiadora O’phellan: «San Martín debió pasar largas temporadas recluido en el Palacio
de la Magdalena, ubicado en las afueras de Lima, debido a sus problemas de salud,
dejando las riendas a Monteagudo» (2017, p. 305). Entonces, podemos afirmar que
Monteagudo fue el verdadero artífice y ejecutor de los actos del Protectorado. El poder
legal recaía en San Martín (con el cargo de protector), pero ante sus limitaciones físicas,
por sus enfermedades, será Bernardo de Monteagudo quien administre, en concreto, el
poder del Gobierno protectoral recién constituido en Lima. Para darle legitimidad, San
Martín, lo nombró primero ministro de Guerra y Marina del Perú (agosto-octubre de
1821) y luego ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Perú (octubre de 1821-
julio de 1822).
A nivel político, el papel de Monteagudo como gobernante es debatible. Si bien
pregonaba un gran discurso antihispano, exageraba en el mismo al ejecutar actos lesivos
contra los peninsulares. Dichos actos iban desde las confiscaciones hasta el destierro de
los peninsulares. Al respecto, podemos señalar lo que el mismo Monteagudo afirma en
sus memorias: «Cuando el ejército Libertador llegó a las costas del Perú , existían en
Lima más de diez mil españoles distribuidos en todos los rangos de la sociedad ; y por los
estados que paso el Presidente del Departamento al Ministerio de Estado , poco antes de
mi separación , no llegaban á seiscientos los que quedaban en la capital» (1823, p. 10).
Lo anterior nos muestra un Monteagudo empoderado y antihispano a carta cabal, esta
actitud jacobina le acarreará muchos detractores. Aunado a ello, Monteagudo no tenía
reparos en proclamar su férrea defensa a la idea de instaurar una monarquía constitucional
para el Perú, esto le generó más anticuerpos.
Para Monteagudo la monarquía constitucional es el único sistema viable para el
Perú, los peruanos habíamos vivido tres siglos como súbditos de la corona española, tres
siglos acostumbrándonos a obedecer a un señor-rey; si de la noche a la mañana le damos
a los peruanos el poder de elegir y de participar en el gobierno (propio de las democracias
esenciales) llevaríamos al Perú a una anarquía. El peruano no estaba preparado para ese
cambio radical, no ejerció el poder político por tres siglos y si de forma instantánea se le
conceden los derechos ciudadanos (de elegir y ser elegido) sería un error que podría
desencadenar en la anarquía. Los defensores de la monarquía concebían que el Gobierno
peruano debería pasar por estadios; de la monarquía inicial a una república democrática
Laura. (2008). Las enfermedades de los ojos del general San Martín. Instituto Nacional Sanmartiniano,
Buenos Aires.
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consolidada, esta transición tenía que ser gradual y no de la forma tan rápida como se
pretendía y finalmente se hizo. No es tema de discusión de este escrito, pero parecería
que Monteagudo y muchos promonárquicos tuvieron razón, el Gobierno en el Perú pasó
por etapas críticas (anarquía) a lo largo de todo el siglo XIX.
Abordemos ahora el ámbito cultural, que es el tema central de nuestro trabajo, la
actividad de Monteagudo es a favor de la creación de instituciones ilustradas. En primer
lugar; importa el sistema pedagógico lancasteriano, que será utilizado en la recién fundada
Escuela Normal de Preceptores; promueve la creación de la Sociedad Patriótica, y, por
último, instaura la primera Biblioteca Nacional. Él mismo nos señala:
La Sociedad patriótica de Lima y la Biblioteca Nacional son las primeras empresas que
ha realizado el Gobierno en medio de la escasez del Erario y casi al frente del enemigo.
Para que las ciencias y las artes se generalicen en un pueblo, es necesario que los hombres
ilustrados formen una masa común del caudal de sus ideas, que ellas se comuniquen y
analicen delante del público, y que el ejemplo de los hombres que piensan excite la
emulación de los demás (1823, pp. 14-15).
Ahora centrémonos en el tema neurálgico del presente escrito, la labor de
Bernardo Monteagudo frente a la creación de la Biblioteca Nacional del Perú y su cargo
como primer director de esta.
Bernardo Monteagudo promotor y director de la Biblioteca Nacional del Perú
(1822)
Como ya se señaló, don José de San Martín pasó parte de su periodo protectoral enfermo.
Es por ello que en los inicios de nuestra vida independiente Monteagudo será el real
gobernante del país. En ese contexto (1821-1822), el papel de Bernardo Monteagudo será
fundamental para la implementación de la primera biblioteca nacional, como lo vamos a
explicar a continuación.
El 28 de agosto de 1821, exactamente un mes después de la proclamación de la
independencia, don José de San Martín decretó la creación de la Biblioteca Nacional del
Perú.
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Figura 3
Decreto del 28 de agosto de 1821, en el cual se establece la creación de la Biblioteca
Nacional
Así vemos que en el numeral 2 del decreto del 28 de agosto señala que será el
ministro de Estado en el Departamento de Gobierno el que se encargue de todo lo
necesario para su planificación. En agosto de 1821, este cargo lo ostentaba Juan García
del Río. Sin embargo, cabe precisar que el cargo en relación con la Biblioteca Nacional
del Perú que se le otorga es de planificador y no de director. García del Río no cumplió
con el mandato del decreto debido a que, entre otras cosas, se le envió a Europa como
ministro plenipotenciario. Asimismo, es bueno señalar que fue ministro de Gobierno
hasta el 25 de octubre de 1821; hasta esa fecha, y aún meses después, no se había iniciado
las gestiones para concretar el inicio de las labores de la Biblioteca Nacional. La ejecución
de la norma del 28 de agosto no se materializaba, la orden de establecer la biblioteca pasó
a segundo plano, esto debido a los problemas políticos-militares que representaba y
generaba la presencia del virrey José de La Serna en la zona andina peruana. En virtud de
ello podemos afirmar que, desde el 28 de agosto de 1821 hasta el 8 febrero de 1822, no
se hizo nada por la implementación de la Biblioteca Nacional del Perú. Será Bernardo
Monteagudo quien retome el proyecto e inicie las actividades con el objetivo de concretar
la inauguración de esta casa cultural.
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Monteagudo fue el sucesor de Juan García del Río. Fue en su periodo como
ministro de Gobierno que decide iniciar las gestiones para a la inauguración de la
Biblioteca Nacional. En ese contexto, se emite el dispositivo legal del 8 de febrero de
1822, firmado por Torre Tagle por orden de Bernardo Monteagudo.
Figura 4
Decreto del 8 de febrero de 1822, en el cual se establece, una vez más, la creación de la
Biblioteca Nacional.
Frente a lo señalado surge la interrogante: ¿Por qué Torre Tagle firma con el tenor
de «por orden de su excelencia», en este caso Bernardo de Monteagudo? Debemos decir
que, en enero de 1822, San Martín viaja a Guayaquil para entrevistarse con Simón
Bolívar. Antes de partir, el Libertador designó a Torre Tagle como delegado supremo
(encargado del Protectorado), es así que los ministros emiten normas por intermedio de
él.
Asimismo, podemos resaltar que este decreto es promulgado como si fuese una
segunda fundación legal de la Biblioteca Nacional. Veamos, el primer numeral del
decreto del 8 de febrero de 1822 señala que «Se establecerá una biblioteca pública con el
nombre de BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ […]». Comparemos esto último con
el primer numeral de la norma refrendada por San Martín el 28 de agosto de 1821, la
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misma que dice «Se establecerá una Biblioteca Nacional en esta capital para el uso de
todas las personas que gusten concurrir a ellas». De la lectura de ambas podemos concluir
que, por abrogación de la ley, la segunda creación de la Biblioteca Nacional sería el 8 de
febrero de 1822.
El análisis del decreto del 8 de febrero es muy importante, toda vez que este señala
en su numeral octavo que el «Ministro de Estado encargado de la ejecución del Decreto
será el Director Nato de la Biblioteca Nacional». El ministro de Estado encargado de la
ejecución de ese dispositivo legal fue Bernardo de Monteagudo; es por ello que
afirmamos que este prócer fue el primer director de la Biblioteca Nacional del Perú.
Además, en el documento legal que estamos comentando, se menciona que
Mariano José de Arce será el primer bibliotecario de los dos designados. En este decreto,
en ningún momento se le denomina primer director de la biblioteca, este título fue mal
utilizado a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Al estar aclarado que Bernardo de Monteagudo fue el primer director de la
Biblioteca Nacional del Perú, pasemos ahora a señalar sus actividades como titular de
esta entidad cultural. El historiador peruano Leguía y Martínez nos muestra a un
Monteagudo ágil y preocupado por iniciar las labores de la Biblioteca, así nos comenta:
La Biblioteca debería establecerse en el Colegio de La Libertad, o sea en el mismo
edificio que ocupa actualmente, entre la Iglesia de San Pedro y la calle de la Cascarilla;
y, mientras aquel trasladábase a otro local apropiado, se pondrían expeditas tan sólo
algunas piezas, ya señaladas por el ministro Monteagudo como las más necesarias para el
objeto (1972, p. 621).
De lo anterior, se desprende que Monteagudo ya oficiaba como director de la
Biblioteca Nacional dirigiendo y movilizando algunas piezas de la que sería después la
primera institución cultural del Perú independiente. Solo un funcionario con el cargo de
director podía disponer la movilidad de bienes públicos. El mismo Leguía y Martínez nos
señala las actividades a desarrollar para el pronto y óptimo funcionamiento de la
biblioteca:
Y sabemos asimismo que, veintiún días después de instaurada la Delegación Suprema,
Torre Tagle y el nuevo Ministro del ramo, Monteagudo, habían resuelto instalar el
14
mencionado instituto
8
en el local del colegio de La Libertad, que es el mismo en que
funciona hasta el día; aprontar en este último las piezas necesarias para el objeto, mientras
se determinaba el edificio a que debiera trasladarse el plantel enunciado; constituir al
ministro en director nato del novísimo establecimiento
9
; nombrar para él dos
bibliotecarios, que lo fueron el Dr. D. Mariano Arce y el presbítero don Joaquín Paredes,
con la denominación de «primero» y «segundo», respectivamente; designar, además, dos
conservadores y dos amanuenses, cuyas funciones y dotaciones, como las de sus jefes, se
señalarían en decreto separado y en el correlativo reglamento (1972, p. 412).
Es lamentable comentar que Monteagudo, a pesar del gran esfuerzo que realizó
para concretar el funcionamiento de la Biblioteca Nacional del Perú, no pudo estar
presente en el acto inaugural de esta. Así, contribuyó desmesuradamente para hacer
realidad esta institución, pero no pudo personalmente inaugurarla. Como es sabido, por
causas más políticas que culturales, Monteagudo abandonará la ciudad el 30 de julio de
1822 a bordo de La Limeña. Su destino sería la ciudad de Panamá.
Monteagudo en Panamá escribe el texto Memoria sobre los principios políticos
que seguí en la administración del Perú, y acontecimientos posteriores a mi separación,
la misma que será publicada en 1823. En este texto hace un comentario casi nostálgico
sobre la Biblioteca Nacional: «La Biblioteca que esta próxima á [sic] abrirse presentará
a la juventud peruana medios sobreabundantes para enriquecer su inteligencia y dar
expansión a su exquisita sensibilidad» (1823, p. 15).
En teoría política, los cargos de poder deben siempre tener un sucesor inmediato, los
Gobiernos no pueden tener vacíos de poder; es por ello que inmediatamente después de
la salida de Monteagudo, el cargo de ministro de Gobierno será asumido por Francisco
de Valdivieso, será este quien ostente el cardo de segundo director de la biblioteca y
además será el encargado de su inauguración.
San Martín, al regresar de Guayaquil, se entera de este nuevo escenario político y
decide seguir con el trabajo ya iniciado por Monteagudo. Es así que, el 31 de agosto de
1822, emite el reglamento de funciones de la Biblioteca Nacional; dicho documento
señala, en su primer artículo, que «el gefe [sic] superior y director nato de la biblioteca
nacional, será el ministro de Estado. En el segundo numeral menciona Habrá por ahora
8
Se ha encontrado en la bibliografía de la época que a la Biblioteca Nacional también se le llamó Instituto
Nacional, esto debido a las demás instituciones culturales que funcionaban en el mismo edificio de la
biblioteca.
9
Resaltado del autor.
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dos Bibliotecarios que serán los gefes [sic] inmediatos de este establecimiento […]».
Nótese que, en esta norma, el protector San Martín discrimina los cargos de director y de
los bibliotecarios. En este contexto, el nuevo director de la biblioteca Nacional será
Francisco de Valdivieso y el primer bibliotecario Mariano José de Arce.
El 14 de setiembre de 1822, se emitió el decreto de los preparativos para la
ceremonia de inauguración de la Biblioteca Nacional del Perú. En este dispositivo legal,
se señala que «el ministro de Estado como director nato y gefe [sic] superior» dará el
primer discurso. En este caso será Francisco de Valdivieso el encargado del discurso,
porque —como ya hemos señalado— Bernardo de Monteagudo ya había dejado el
cargo
10
. La ceremonia de inauguración fue el 17 de setiembre de 1822.
La hipótesis central de nuestro trabajo es que don Bernardo de Monteagudo fue el
primer director de la Biblioteca Nacional del Perú, esto debido a que el ejercicio del
ministerio de Gobierno se ejecutaba junto con el de director de la Biblioteca Nacional del
Perú. Eran dos cargos ostentados por una sola persona; así, ambos cargos recaían en un
solo funcionario público.
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Bernardo Monteagudo fue ministro de Estado en el departamento de Gobierno del Perú desde el 25 de
octubre de 1821 hasta el 26 de julio de 1822; y director de la Biblioteca Nacional del Perú del 8 de febrero
al 26 de julio de 1822.
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Figura 5
Decreto del 31 de agosto de 1822
En la práctica científica, las hipótesis o proposiciones que son elaboraciones
mentales deben ir acompañadas del sustento probatorio. En comunión con ello, debemos
afirmar que nuestra hipótesis tiene asidero en las normas decretadas en los primeros meses
de nuestra independencia, las mismas que están señaladas líneas arriba. Asimismo, hemos
recurrido a los siguientes textos con el objetivo de reforzar nuestra posición.
El texto titulado Calendario y guía de forasteros de Lima para el año de 1826,
publicado por la imprenta del Estado, en este señala que el director del Instituto
Nacional (también así se le llamó a la Biblioteca Nacional en sus primeros años)
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es el señor ministro de Estado en el Departamento de Gobierno y Relaciones
Exteriores.
El Calendario y guía de forasteros de Lima para el año de 1830, acá señala como
director nato de la Biblioteca Nacional al ministro de Gobierno.
Por último, el Calendario y guía de forasteros de la república peruana para el
año de 1841, donde señala que el jefe superior y director de la Biblioteca Nacional
es el ministro de Instrucción Pública, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos, esto
quiere decir que, para la década del 40 del siglo XIX, el cargo de director de la
Biblioteca Nacional recaía en el ministro de Instrucción (Educación en la
actualidad), y ya no en el de Gobierno.
Todo lo anterior nos faculta poder afirmar que nuestra hipótesis, en la que
señalamos que Bernardo de Monteagudo fue primer director de la Biblioteca Nacional
del Perú y ministro de gobierno de forma paralela, es cierta.
El exdirector Carlos Romero y la ceremonia en honor a Bernardo Monteagudo
(1940)
La revalorización del papel de Bernardo Monteagudo en la fundación de la Biblioteca
Nacional no es nueva. Nuestro prócer ya había sido tomado en cuenta en el siglo XX por
Carlos Romero, el mismísimo director de la Biblioteca Nacional, quien asumió la
dirección de esta en el periodo de 1928-1943.
El director Romero, el 28 de enero de 1940, promovió y lideró una ceremonia en
honor a Bernardo Monteagudo en el local que hoy conocemos como la Gran Biblioteca
Pública de Lima (local de la Av. Abancay del Cercado de Lima). Esta ceremonia se llevó
a cabo a raíz de la Moción de Orden aprobada por la Cámara de Diputados de la República
del Perú, aproximadamente un mes antes (27 de diciembre de 1939). En esta singular
ceremonia estuvieron presentes, entre otros: Carlos Romero (director de la BNP), Carlos
de la Puente (diputado autor de la moción), Pedro M. Oliveira (ministro de Educación) y
Carlos Quintana (embajador de Argentina).
Esta ceremonia fue cubierta por el diario El Comercio, y al día siguiente se publicó
el discurso de honor de Carlos Romero, el director de la Biblioteca Nacional del Perú,
entre sus primeras palabras manifestó: «Para esta ceremonia tiene doble significación:
primero, rendir homenaje a Monteagudo organizador de la Biblioteca de Lima, y segundo
18
marcar el principio de una nueva era, era del desenvolvimiento y modernización para la
Biblioteca» (29 de enero de 1940, párr.2)
11
.
Si bien está claro que Romero resalta la figura del primer director de la Biblioteca
Nacional: Bernardo Monteagudo, salta la pregunta: ¿A qué se refería Romero cuando
menciona que la ceremonia marca el principio de una nueva era para la biblioteca?
Romero se expresa de esa manera porque, para esa fecha, ya estaba proyectada la
construcción del nuevo edificio de la biblioteca; por ello, no solo aprovecha la ceremonia
para rendir culto a Monteagudo, sino que de paso da a conocer lo que será la nueva
Biblioteca Nacional.
También, es bueno rescatar que Romero en su discurso menciona las tres etapas o
eras de la historia de la Biblioteca Nacional. La primera, desde su creación física en 1822
hasta su destrucción por tropas chilenas; la segunda, desde la etapa de la reconstrucción
hasta el domingo 28 de enero de 1940 (fecha de la ceremonia que estamos comentando),
y la tercera, que se inicia el mismo 28 de enero. Sobre esto, el director Romero
textualmente dijo:
[…] la tercera [etapa de la Biblioteca Nacional] a partir del día de hoy en adelante, pues
regidos los destinos del país por Manuel Prado robusta rama de un frondoso árbol de
intelectuales, estoy seguro que el Presidente [sic] cumplirá magníficamente la promesa
hecha a la nación de construir un nuevo edificio para la Biblioteca Nacional dotándola de
todos los adelantos modernos, y que la haga digna de la cultura nacional (29 de enero de
1940, párr.3).
De lo comentado por Romero, podemos manifestar que ya había un compromiso
previo del presidente Manuel Prado para la construcción de un nuevo edificio de la
Biblioteca Nacional. Lo lamentable es que Romero no pudo ver hecho realidad esa
promesa bajo su administración, porque si bien el nuevo edificio fue construido, esta
construcción se llevó a cabo después del incendio de mayo de 1943, siendo Jorge Basadre
el nuevo director de la Biblioteca Nacional y no él.
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19
Figura 6
Placa de Bernardo Monteagudo
Nota: Biblioteca Nacional, placa develada el 28 de enero de 1940. En la actualidad, está
alojada en la parte interna de la puerta de entrada de la Gran Biblioteca Pública de Lima.
©Gerardo Philco.
La Sala Monteagudo
Romero no solo promovió y lideró la ceremonia en memoria de Monteagudo en enero de
1940, sino que fue más allá. En su discurso, dejó por sentado que el nuevo edificio de la
Biblioteca Nacional del Perú iba a tener una sala con el nombre de nuestro prócer. Así lo
citamos: «Entonces esta placa que ahora inauguramos se transformará en un busto que
será colocado en la sala destinada a los libros peruanos y a la cual se le dará el nombre
de Sala Monteagudo»
12
(1940, párr.4). Como vemos, Romero le colocaría el nombre de
Sala Monteagudo no a cualquier sala, si no a la sala destinada a los libros peruanos, la
misma que podría ser considerada como la sala más importante de la Biblioteca Nacional
del Perú.
12
Resaltado del autor.
20
¿Lo proclamado por Carlos Romero se concretó? Lamentablemente no, el
incendio y posteriormente la designación de la nueva dirección de la Biblioteca dejaron
en el olvido esta importante idea y promesa del exdirector.
De lo dicho, podemos afirmar que la revalorización de la figura de Monteagudo
fue manifiesta hasta los primeros años de la década de los 40 del siglo XX. Esta fue
opacada por la hecatombe cultural que sufrió la Biblioteca Nacional debido al incendio
de mayo de 1943. A partir de dicho evento, la figura de Monteagudo fue invisibilizada.
Se señaló en su lugar a Mariano José de Arce como primer director de la Biblioteca
Nacional, afirmación que logramos contradecir con la presentación de este escrito.
Para finalizar, pensamos que no hay mejor momento para revalorizar el papel de
Bernardo de Monteagudo que ahora que estamos a puertas del bicentenario de nuestra
independencia nacional, que además coincide con la celebración del bicentenario de la
primera fundación legal de la Biblioteca Nacional del Perú (28 de agosto). Es hora de
reescribir la historia de nuestra Biblioteca Nacional. Sin ánimos de menospreciar el aporte
de don Bernardo José de Arce, es momento de resaltar considerablemente el aporte de
don Bernardo de Monteagudo como primer director de la Biblioteca Nacional del Perú.
Asimismo, proponemos que —a mediano o a largo plazo— se retome la idea del director
Carlos Romero, la de nombrar a una de las salas de la Biblioteca Nacional como Sala
Bernardo Monteagudo. Esta sería la mejor acción de agradecimiento a la memoria del
hombre que ideó, organizó y dirigió nuestra primera Biblioteca Nacional del Perú.
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Referencias
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de 1841. Imprenta de la Instrucción Primaria.
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testimonio de los viajeros. En Viajeros e Independencia: La Mirada del otro (pp.
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22
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Pigna, F. y Fain, M. (s/f). Bernardo de Monteagudo: Próceres de la A la Z: Pensamientos
políticos en primera persona. Secretaria General Presidencia de la Nación.