Fénix 21, 17-24

Libros, libreros y bibliotecas en la época virreinal GUILLERMO LOHMANN VILLENA Al autor de estas líneas el gentil requerimiento para componer un artícu– lo especial destinado al número 21 de Fénix, Revista de la Biblioteca Nacional, con el que se conmemorará el siglo y medio del establecimiento del primer centro bibliográfico de la República, planteaba un lance apretado. Por haber estado al frente de la institución desde 1966 hasta 1969, podía sucumbir fácilmente a la vanidad de recurrir al cómodo expediente de bosquejar una recapitulación de la labor desarrollada durante dicho lapso, en la cual acaso cediendo a humanas flaquezas, sólo hubiese tenido entrada cuanto a su juicio me– reciera el beneplácito de la posteridad y se tendiera un tupido velo sobre 10 que a su entender no fuese acreedor a la misma opinión. Bien es verdad que podía a este respecto decirse estoicamente para su coleto, como el gran autor de El Buscón: "Yo he hecho 10 que he podido, Fortuna lo que ha querido". Si quien redacta estas páginas remontaba sus recuerdos en el tiempo pasado, no hubiera podido reprimir la efusión de enhebrar las reminiscencias de aquella vetusta y plácida casona que se transformó en escombros y cenizas la trágica madrugada del 10 de Mayo de 1943, Enrolado desde el verano de 1933 en el parvo censo de lectores que acudía a consultar los tesoros bibliográficos acumu– lados por la solicitud del "Bibliotecario mendigo", conoció a eficaces y bon– dadosos empleados, de los que hoy por fortuna gozan de vida -que se las deseo muy larga- sólo tres: Alejandro Lostaunau, Germán Univazo y Andrés Viccina. Dos años después logré el envidiable privilegio de disfrutar trato especial para el manejo de los volúmenes alineados en los anaqueles y así, tarde tras tarde, sin cxcluir las de los Domingos, encaramado en la barandilla de la estantería superior o recorriendo tejuelo por tejuelo y tomo por tomo en la heterogénea y anárquica serio de los "Papeles varios", en donde junto al ejemplar único del pasquín o del impreso virreinal se hallaba encuadernada una novelucha porno– gráfica o una estadística aduanera, leí sin rendirme al cansancio. No creo haber perdido el tiempo entonces en aquellas lecturas, dispersas y erráticas algunas ve– ces, porque a lo largo de esas largas (aunque para mí insuficientes) Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

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