Fénix 38, 91-104

REFLEXIONES SOBRELATRADUCCION* Gertrud SchwnacherdePeña Lingüista, Pro$ de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Yo he sido siempremala para la traducción.No he nacido con este don, como sí otros, a quienesadmiroy envidio.Cuando estoy hablandoy pensando enun idioma, lo sientocomounmundo propio queme alejadel de mi idiomamaterno o de cualquier otro universo lingüístico. Hastapienso que algunosgiros, algunaspalabras son intraducibles.Dudo de la posibilidad de la intercomunicaciónverdadera. Sinembargo,dentrode mi formaciónuniversitaria,tuvequeaprender a traducirdelalemánal fi-ancésyal revés.Me costótrabajo, verdaderamente.No menació, así no más. Pero loaprendí. - Y, loqueespeor, pronto loolvidé.En mis tantosañosde residenciaaquí casinunca tuveque trabajaren esecampo.Y lo que no se ejercita, se olvida. Ser traductor significa,para usar una expresión alemanatomadadellenguajedelfutbol«amBd ni bleibem [permanecerjuntoa la pelota].Untraductor necesitatraducir yseguir leyendoconstantementepara seguir siendounbuen traductory - tal vez - llegar a sercadavezmejor traductor. Esta corta introducción personal, sincera por lo demás, debo completarla con la expresión de mi estima por los traductoresy su trabajo. iCuántoslibrosnunca hubiera conocido sinsu trabajopaciente!Ningún libro en ruso hubiera podido leer. Los autores griegos me hubieran sido desconocidos.Películasjaponesasy chinasnuncahubiesenllegado a nuestros cinems. Me hubieravisto obligadaa aprendervarios idiomaspara acercarme a los libros escritos en estos idiomas.Bueno, sabernosque ha habido yhabrá siempre traductores. Sonnecesarios después de la destrucciónde la Torre de Babel y lo son cada díamás. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.38, 1996

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